EL AMOR AL DINERO

EL AMOR AL DINERO

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Tomado de: Juan, Capítulo Diecisiete

Traducción de Carmen Alvarez

No existe ninguna manera de escapar la crucifixión en este mundo. Quienes entran voluntariamente a la cruz de Cristo son resucitados en Su resurrección omnipotente. Quienes escogen el camino de las riquezas del mundo, confiando que su dinero les dará el poder para escapar de las tribulaciones de la vida, destruyen su relación con su Creador. Cristo nos lo ha advertido claramente: ningún hombre puede servir a Dios y al dinero.


EL AMOR AL DINERO

Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura. (Juan 17:12-NVI)

¡Qué terrible es perderse! Judas Iscariote se perdió-se perdió de poder estar en la Presencia de Su Creador por la eternidad. ¡Y por sólo treinta monedas de plata!

Judas Iscariote era uno de los doce discípulos. No había nada inusual acerca de Judas a excepción de su amor por el dinero. Él tenía a su cargo la bolsa del dinero, el monedero que los discípulos tenían en común. El dinero significaba tanto para Judas que fue capaz de robar el dinero perteneciente a sus camaradas, a sus compañeros discípulos.

Dijo esto (Judas), no porque se interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella. (Juan 12:6-NVI)

Jesús se refirió a Judas, el hijo de Simón, como “el hijo de perdición” (el destructor por naturaleza). Jesús declaró, “más le valdría a ese hombre no haber nacido” (Mateo 26:24).

Ésta ciertamente es una declaración temida. ¿Cómo te gustaría a ti escuchar que tu Creador te diga que valdría mejor que no hubieras nacido?

Judas no era un hombre que no tuviera conciencia. Su conducta futura nos muestra una conciencia y un remordimiento. Pero Judas amaba el dinero. El amor al dinero abrió una puerta por la que Satanás pudo entrar en él.

En el momento en que fue efectuado el despreciable acto de Judas su conciencia le habló. Judas se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos de Israel-el precio por la vida del Cristo de Dios.

“He pecado-les dijo (Judas)-porque he entregado sangre inocente.” La tristeza de Judas no fue porque hubiera traicionado al Cristo de Israel sino porque había traicionado a un ser humano inocente.

Judas salió y se ahorcó. Ciertamente, el amor al dinero es la raíz de toda clase de males.

¿Habrá sentido Judas terror al descubrir, conforme iba descendiendo al pozo sin fondo, que había entregado a los Romanos al Hijo santo de Dios? ¿Sentiremos terror nosotros si descubrimos, al entrar al reino espiritual, que le hemos fallado a Cristo debido a nuestro amor por el dinero?

¿Puedes imaginarte la agonía del alma y de la mente de Judas? Cristo no fue el único que sufrió el dolor agudo de la muerte y del Infierno durante esas horas terribles. Pero la agonía de Cristo lo condujo al trono de gloria, mientras que la agonía de Judas aumento mil veces conforme entró a las temibles cavernas de las tinieblas, a la morada de Satanás, de los ángeles caídos y de la gente más vil de toda la historia. No le era de consuelo a Judas darse cuenta que estaba rodeado de espíritus iguales al suyo.

Cristo recibió la bienvenida del Padre y de los santos ángeles. Judas fue recibido por ángeles caídos y demonios, cuyos rostros, al ser vistos, sobrepasan en horror cualquier otra experiencia posible a los seres humanos.

Hubo tres cruces en Gólgota: Dios fue crucificado, el criminal salvo fue crucificado, y el criminal que no era salvo fue crucificado. Tampoco se escapó Judas. Él también fue “crucificado”, por así decirlo.

No existe ninguna manera de escapar la crucifixión en el mundo. Quienes entran voluntariamente a la cruz de Cristo son resucitados en Su resurrección omnipotente.

Quienes escogen el camino de las riquezas del mundo, confiando que su dinero les dará el poder para escapar de las tribulaciones de la vida, destruyen su relación con su Creador. A final de cuentas, todos seremos “crucificados” de una manera u otra, y poseer mucha riqueza no puede evitarlo.

Balán, Guiezi, Judas, y Ananías y Safira nos dan testimonio desde las tinieblas eternas que las riquezas son engañosas, que el amor al dinero ciertamente es la raíz de toda clase de males.

Tenemos a ministros “Cristianos” hoy en día que están enseñando que el pueblo del Señor debe ser rico en cuanto a los bienes del mundo y que debemos ejercitar la fe para obtener riquezas. Estos profetas de Balán, adornados en los lujos del mundo actual, no pueden ver las costillas huesudas de los que están muriendo en África, ni pueden escuchar los quejidos de desesperación viniendo de los labios resecos de una madre intentando amamantar a su hijo hambriento.

Estos amadores de oro no pueden ver ni escuchar los tormentos de la población del mundo porque la búsqueda de riqueza ha cegado sus ojos y tapado sus oídos. Sin embargo, están predicando que los santos deben ir tras el dinero. Los ciegos están guiando a los ciegos. ¿Acaso soportarán su propio juicio?

Llegará la hora en que los profetas falsos amadores del dinero estarán en las tinieblas de afuera, vestidos en trapos, rogando por una probadita del agua de la vida. Los pobres de la tierra, ricos en fe, estarán festejando en las suntuosas riquezas del Reino. Estarán bailando y cantando con alegría, jugando con los niños en los prados verdes de gloria bajo un cielo radiante.

Los maestros del amor al dinero verán en la distancia, desde sus madrigueras opresivas, la riqueza y la gloria del Reino. Apenas escucharán la melodía de la música de los ángeles. Olerán un poco la fragancia del aire celestial. Pero serán mantenidos a distancia hasta el Día del Juicio.

Ellos se volvieron ricos por sus predicaciones pero ahora están empobrecidos. Debieron de haber guardado tesoros en el Cielo para que a su muerte pudieran regocijarse en la hermosura y en el amor del Paraíso espiritual. En lugar de eso, andarán en trapos aguardando comparecer ante la corte más temible de todas.

Este es el destino certero de pastores, evangelistas y maestros Cristianos que han escogido usar su profesión para obtener riquezas materiales y comodidades. Cuando mueran, atormentados crujirán sus dientes mientras los santos más pobres estarán morando en gozo y en una paz perfecta.

Uno de los aspectos sobresalientes del reino del Anticristo será el amor al dinero, a la ganancia material. El gobierno mundial y la gigantesca organización Cristiana de los últimos días serán dominados por el amor al dinero. El dinero será su ídolo y su poder. Todos serán destruidos al final.

Una oscuridad espiritual se ha asentado hoy en el mundo. Una gran parte del pueblo del Señor ya ha sido engañada. Si los creyentes no abandonan inmediatamente el amor a la ganancia material del Anticristo, sus destinos serán ser atormentados con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero (Apocalipsis 14:10).

¿Dónde estarán entonces sus pastores y evangelistas-aquellos que consintieron a los creyentes y les aseguraron que aunque no estuvieran portando su cruz siguiendo a Jesús no tenían de qué preocuparse? Estos profetas falsos le han enseñado a sus seguidores que Dios los ama demasiado para negarles cualquier cosa que deseen. ¿Que le dirán a su rebaño cuando todos se estén mirando unos a otros horrorizados en las tinieblas de afuera?

Algunos de los que están enseñando sobre un “rapto antes del Anticristo” quizá no se den cuenta que ellos y sus discípulos ya están sirviendo al Anticristo y predicando sobre él. Debido a que han escogido las riquezas del mundo, no se les darán las verdaderas riquezas del Reino de Dios.

Hasta donde nosotros sabemos, Judas fue un ser humano ordinario.

Anteriormente, Judas había sido un niño que jugaba alrededor de su casa. ¿Pudo el niño Judas saber que algún día su Creador le diría, “valdría mejor que no hubieras nacido”? ¿Pudo haber sabido Judas que algún día, en todo el mundo, su nombre representaría la traición?

¿Qué pasaría si Cristo dijera eso sobre mí, o sobre ti? ¿Acaso nosotros somos inmunes por algún motivo? ¿Acaso Judas era inmune? ¿Acaso Ananías y Safira, quienes retuvieron parte de lo que sacaron de la venta de su tierra debido a su deseo por el dinero, eran inmunes a la ira de Dios debido a que eran miembros de la primera Iglesia?

Las santas Escrituras nos enseñan por mandamiento y por ejemplo que huyamos del amor al dinero, de la decepción que ocasionan las riquezas. Es imposible servir a Dios y a las riquezas. Nosotros debemos escoger entre estos dos amos exigentes.

Esaú intercambió su herencia Mesiánica por un plato de lentejas. Judas vendió a Emanuel por treinta piezas de plata. Guiezi intercambió la confianza de Eliseo, y su propia salud, por algunas ropas. Balán, Ananías y Safira cedieron sus vidas por ganancia material.

Durante el reinado del Anticristo, los miembros de la iglesia de Laodicea intercambiarán sus puestos en el Libro de la Vida del Cordero por seguridad económica.

Nosotros hemos hecho nuestra elección. ¿Qué hay de ti?

“A fin de que se cumpliera la Escritura,” oró Jesús. Cristo sabía desde el principio quien era el que lo iba a traicionar.

-¿No los he escogido yo a ustedes doce?-repuso Jesús-. No obstante, uno de ustedes es un diablo. Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, que iba a traicionarlo. (Juan 6:70, 71-NVI)

Judas fue mencionado por el Espíritu de Cristo hablando por medio de David:

Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla. (Salmo 41:9-NVI)

Hay gente mala y hay gente justa. Hasta qué grado algunas personas le pertenecen a Dios antes de recibir a Jesús, y a qué grado otros son malos y no son de Dios, no lo podemos decir. Es obvio que Judas estuvo condenado desde el principio. Sin embargo, las Escrituras mantienen que si alguna persona llega a Jesús, éste será recibido.

Judas traicionó a Cristo con un beso de amistad. ¡Ciertamente es engañoso y perverso el espíritu de la codicia! La codicia realmente es idolatría. Es la adoración del dios de las riquezas, del dios del mundo. De todos los dioses paganos adorados en Su época, Cristo sólo habló con respecto a uno-el dios de las riquezas.

El Anticristo comienza estando entre el pueblo de Dios, como podemos observar con Guiezi, con Judas, y con Ananías y Safira. Pero los que son del Anticristo nunca fueron de Dios, aunque quizá tengan un don espiritual verdadero. Jesús nunca los conoció aunque hicieron milagros en Su nombre.

Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros. (1 Juan 2:19-NVI)

No es verdad, como algunos enseñan, que Balán era un profeta falso. Balán era un verdadero vidente. Dios venía a él cuando él oraba.

Dios se le apareció a Balán, y le dijo:-¿Quiénes son estos hombres que se alojan contigo? (Números 22:9-NVI)

Si Balán hubiera sido un profeta falso, él hubiera podido maldecir a Israel sin ninguna dificultad. El problema se suscitó porque era un verdadero vidente.

Guiezi y Ananías y Safira escogieron la muerte cuando estaban teniendo comunión con la vida eterna.

Eliseo replicó:-¿No estaba yo presente en espíritu cuando aquel hombre se bajó de su carro para recibirte? ¿Acaso es éste el momento de recibir dinero y ropa, huertos y viñedos, ovejas y bueyes, criados y criadas? (2 Reyes 5:26-NVI)
Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles. (Hechos 5:1, 2-NVI)

El que estén conscientes de su remordimiento hará que Hades sea mucho más insoportable para ellos. Judas, de igual manera, era uno de los doce que estaban más allegados a Jesús.

Nosotros no tenemos la menor duda de que el Anticristo saldrá de las iglesias Cristianas. Recuerda que el Anticristo no es lo contrario de Cristo sino la falsificación de Cristo.

El dinero falsificado bien hecho sólo puede ser detectado por un experto. Es casi idéntico al dinero genuino. Sólo difiere de la fuente de donde proviene.

Lo mismo es cierto del Anticristo. Él es casi idéntico a Cristo. Él aparece como un ángel de luz, no de la oscuridad. Él es diferente de Cristo debido a la fuente de dónde proviene. La Fuente de Cristo es Dios Padre. La fuente del Anticristo es Satanás.

No hay duda de que el Anticristo, “el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2:3), saldrá de entre los creyentes Cristianos fervorosos. Judas, otro hijo de perdición, surgió de entre los doce discípulos originales.

Posiblemente, el Anticristo será el ministro de una iglesia Cristiana que ve en Cristo la manera de volverse rico y poderoso, pensando que esta es la voluntad de Dios para él. Poco a poco, él será atraído hacia el poder de Satanás, como fue verdad de Judas Iscariote, hasta que esté completamente engañado. Él guiará por mal camino, junto consigo mismo, a una multitud de creyentes así como los predicadores de dinero están guiando por mal camino a multitudes en nuestros días.

Judas no supo que fue usado por Satanás, que fue un instrumento en las manos del señor de las tinieblas. Quizá el Anticristo no se vaya a dar cuenta de que Satanás lo esté usando-por lo menos no al principio. Ningún ser humano escoge a propósito estar confinado al lago que quema con fuego y azufre.

¿Qué hay de hoy en día? ¿Acaso estamos siendo guiados a creer que debemos usar a Cristo para obtener riquezas, poder, fama, éxito, posiciones de liderazgo, mejores empleos, casas y tierras? ¿Estamos comenzando a ver la santidad de acuerdo con la ganancia material?

De ser así, debemos leer sobre Balán, sobre Judas, y sobre el Anticristo. La codicia abrirá una puerta en nuestra personalidad por la que Satanás entrará y logrará que traicionemos a Cristo. El que ama el dinero está tomando el primer paso hacia el Lago de Fuego.

Cristo nos lo ha advertido claramente. Ningún hombre puede servir a Dios y a las riquezas. Pablo nos exhortó a alejarnos de la presencia de quienes nos enseñan que la obtención de grandes ganancias refleja nuestra santidad o que la santidad es la manera de adquirir riquezas (1 Timoteo 6:5).

El discípulo del Señor Cristo Jesús debe escoger entre dos maneras de vivir. Puede escoger el camino de negarse a sí mismo y de la obediencia al Señor Jesús portadora de su cruz o puede escoger el camino de la confianza en el dinero, una senda que parece evadir la cruz y de todos modos dirigir hacia el Paraíso. Sin embargo, el creyente que busca evitar la cruz se hace a sí mismo vulnerable a la decepción.

El amor a las riquezas, que es la falsificación del amor a Dios, nos guía hacia la destrucción espiritual.

Uno de los caminos que busca evitar la cruz es el énfasis excesivo en la gracia (el perdón) de Dios. Éste camino falso hace hincapié en que la salvación la obtenemos por una profesión de fe sin las obras del arrepentimiento.

El énfasis que se hace hoy en día en una profesión de fe en la postura doctrinal que somos salvos por la gracia y no por nuestras obras abre el camino para una vida de codicia, de lujuria por las riquezas materiales, y de otras actitudes y prácticas que no son Cristianas.

Los maestros que promueven el concepto de salvación que “Jesús lo hizo todo” quizá tengan un mínimo conocimiento de las Escrituras que anuncia nuestra posición en Cristo, pero ciertamente no están conscientes de la guerra espiritual que es necesaria si la visión Divina se va a volver una realidad en nuestra personalidad. Nosotros debemos hacer todo esfuerzo si queremos entrar en el reposo de Dios, entrar en la visión Divina que representa nuestra posición en Cristo a la derecha de Dios.

Poner énfasis en nuestra postura en Cristo y no balancear esa postura con un énfasis equitativo en la guerra espiritual necesaria es una distorsión de las enseñanzas de Pablo y guiará a la destrucción de toda persona que se permita a sí misma creer que Dios y Cristo participarían en una redención tan superficial.

Usar la sangre de Jesús como una “cobertura” que nos protege mientras seguimos amando las riquezas es destruir el pacto nuevo. La sangre de Jesús debe servir como el medio por el cual nos mantenemos aceptables ante Dios mientras nosotros, por medio del Espíritu Santo, sacamos el pecado de nuestra personalidad.

La fe verdadera en el Señor Cristo Jesús produce una “criatura nueva” que manifiesta en sí misma las obras de justicia de la Naturaleza Divina de donde nació. Si no existe una criatura nueva que esté haciendo obras de justicia, que esté huyendo de la codicia del mundo, entonces el pacto nuevo no está operando en su personalidad.

Las ramas que están en Cristo que no produzcan fruto después de un tiempo serán cortadas de la Vid (de Cristo). Los árboles que a final de cuentas no produzcan el fruto de la imagen de Cristo serán quitados del huerto.

Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela. (Lucas 13:9-NVI)

Dios está buscando lograr la adoración de Sí mismo, y la obediencia a Sí mismo, por parte de los habitantes de la tierra. Si el Evangelio de Cristo no da como resultado una conducta justa, santa y obediente, libre de la codicia, ¿cómo puede estar logrando el propósito eterno de Dios? ¿Acaso no sería inferior al pacto antiguo que por lo menos requería de la abstención de las transgresiones morales?

El fruto maduro de la imagen moral de Cristo no brota repentinamente en nuestra personalidad. El carácter Divino requiere de años de disciplina paciente conforme el Espíritu Santo lenta y completamente logra la redención en nuestra naturaleza.

La salvación Cristiana es la transformación moral y transformación de carácter. Esto es lo que es la salvación. Esto es lo que es el pacto nuevo. Definir la gracia como las obras de justicia sin que tengan relación alguna a nuestra salvación pierde completamente el punto de lo que Dios está haciendo por medio de su pacto nuevo.

Un segundo camino por el que los amadores de las riquezas están buscando evitar la cruz es el énfasis exagerado actual en el amor de Dios. Dios es Amor-esto es lo que las Escrituras nos enseñan. Las Escrituras también nos enseñan que Dios es un Fuego consumidor. Sodoma y Gomorra representan dramáticamente este hecho.

El diluvio de Noé es una advertencia a toda criatura que nos revela que Dios es un Espíritu todo-poderoso que debe ser temido. El individuo que no le teme a Dios es tonto e ignorante.

Dios no ha cambiado. Cristo no ha cambiado. El Dios de Noé y de Abraham no ha cambiado. Nosotros, gracias a Cristo, podemos presentarnos con confianza ante Dios, no porque Dios haya cambiado sino porque el sacrificio hecho en la cruz del Calvario fue adecuado. Jesús le advirtió a Sus elegidos que Él no ha cambiado. Él hizo hincapié en que así como fue en los tiempos de Noé, así también será en el día cuando Él regrese.

Un énfasis en el amor de Dios que hace que los creyentes dejen de temerle a Dios y continúen en la ilusión de que aman a Dios mientras siguen retozándose en el mundo y acumulando riquezas, es de Satanás. El espíritu que pretende simpatizar con la situación difícil del hombre, enseñándonos a reprimir la cruz de la abnegación, procede de Satanás. Nosotros tenemos las palabras de Cristo a Pedro que dicen:

Jesús se volvió y le dijo a Pedro:-¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres. (Mateo 16:23-NVI)

En donde no exista temor al Señor no hay sabiduría.

El santo verdadero tanto ama como teme a Dios. Él ama a Dios con todas sus fuerzas. También ha experimentado el terror del Señor. Lleva a cabo su salvación con temor y temblor.

El santo comprende que no tendrá “aceite” en exceso para compartir con los imprudentes en el Día de Cristo. Él sabe que aun aquellos que son de conducta justa con dificultad se salvan (1 Pedro 4:18).

Tomar posturas extremas sobre la gracia o sobre el amor de Dios pone en peligro la redención del creyente. Éstas son enseñanzas falsas y satánicas.

Un tercer camino que atrae a quienes confían en las riquezas, que buscan evadir la cruz, se centra alrededor de la enseñanza de la primera resurrección y ascensión de los santos. Pablo describió la primera resurrección, la resurrección del real sacerdocio, a la iglesia de los Tesalonicenses (1 Tesalonicenses 4:13-5:3).

El término “arrebato” ha sido aplicado a la ascensión que seguirá a la primera resurrección de entre los muertos. Al igual que los primeros dos errores que hemos mencionado (el extremismo con respecto a la gracia y con respecto al amor de Dios), la doctrina del “arrebato”, como es enseñado hoy en día, se ha alejado de la verdad fundamental de la Palabra de Dios. Es una mala aplicación de la verdad Divina que ocasiona daño en lugar de bendición al pueblo del Señor.

La ascensión de los santos está siendo predicada como el medio que Dios ha provisto para que escapemos de la gran tribulación. Ciertamente Dios nos ha provisto con una forma para escapar del daño espiritual que será ocasionado por la gran tribulación. Dios entrará en Sus santos en esa hora en el cumplimiento espiritual de la fiesta de los Tabernáculos del Antiguo Testamento. Los santos finalmente vencerán las decepciones del Anticristo porque más poderoso es Aquel (Cristo-el Espíritu de verdad) que está en nosotros que el que está en el mundo (1 Juan 4:4).

Es verdad que los santos no sufrirán por el derramamiento de las copas del furor de Dios cuando sea la destrucción del Anticristo. Cuando los santos salgan de entre los malos de la tierra, la ira de Dios caerá sobre los impíos, así como Sodoma y Gomorra fueron destruidos en el momento en que Lot fue sacado hasta un lugar seguro por los ángeles.

Un cuarto camino que busca evitar la cruz tiene que ver con usar la “fe” para obtener riquezas, poder y éxito. Éste es un síntoma moderno del intento perenne de ser Cristiano sin tener que vivir con justicia y rectitud, sin tener que caminar en el saludable temor a Dios y sin tener que experimentar la tribulación en el mundo.

Las cuatro evasiones de la cruz tienen un común denominador: que son compatibles, cada una realza las otras tres. Ellas producen una familiaridad excesiva con Cristo y con Su Evangelio, un “reposo en Sión”, un misterio que produce una aura con respecto a la salvación Cristiana que está muy alejado del texto del Antiguo y del Nuevo Testamento.

El común denominador de los errores del misterio evangélico es el concepto de que la salvación Cristiana es una amnistía eterna e incondicional cuyo propósito es admitir al creyente al Paraíso cuando muera. Frecuentemente es verdad que quienes siguen este camino confían en las riquezas. No caminan cada día en obediencia humilde a Cristo.

El ángel del “evangelio” evangélico es rechazado hoy en día por el Espíritu del Señor Jesús debido a su amor por las riquezas y el placer. Le está diciendo al pueblo de Dios que Jesús ha hecho todo por ellos y que aunque debieran de tratar de vivir vidas santas por su apreciación de la bondad del Señor hacia ellos, no es esencialmente importante que lo hagan debido a que ya tienen seguridad eterna en su esperanza de residir eternamente en el Paraíso después de su muerte física. Es un popurrí de mitos y errores.

El santo sincero debiera de examinar cuidadosamente lo que está siendo enseñado hoy en día. Debiera estudiar la tendencia del pensamiento y de la actitud Cristiana moderna y determinar si corresponde al pensamiento y a la actitud de los Apóstoles del Cordero.

Con respecto a la doctrina actual que “podemos adquirir riquezas mediante la fe”, el Capítulo Once del Libro de Hebreos es muy claro en cuanto a que la fe sigue, no antecede, la expresión de la voluntad de Dios. La fe no consiste en decidir lo que queremos y luego exigirle a Dios que nos lo dé.

El fruto de la fe muestra ser (en Hebreos, Capítulo 11) las obras de justicia, no la obtención de comodidad en el mundo, ni dinero, ni éxito, ni lujos. Más bien, lo contrario es cierto. Dios mismo habló a los hombres y a las mujeres mencionadas en el Capítulo Once, como a Noé, a Abraham, y a Moisés. Dios les habló. Luego los santos demostraron su fe por la obediencia, el coraje, la paciencia, la confianza y la persistencia-frecuentemente al enfrentar mucho sufrimiento y adversidad.

Cuando ponemos la fe primero (presunción), antes de que Dios nos dé una dirección, nuestro egocentrismo intenta usar a Cristo para nuestro beneficio y entramos en una decepción peligrosa. Estamos usando presunción, no la fe, y la presunción es una transgresión en contra de Dios. Nos recuerda a Satanás que intenta ser como Dios sin la unión con Dios.

Maestros devotos de nuestros días están exponiendo el error de intentar adquirir riquezas y éxitos materiales ejerciendo la “fe” en Cristo. Nosotros queremos agregar nuestro apoyo al suyo deplorando la fascinación con las riquezas y la comodidad. Estos esfuerzos por ejercer “fe” ni siquiera se acercan a ser Cristianos. Sólo son un intento más por evitar la cruz. Ciegan a sus adherentes con el amor a las riquezas, que es el destructor de todo lo que es de Dios y de Cristo.

El extremismo en la gracia, el énfasis exagerado en el amor de Dios, la falta de voluntad para creer que el Señor permite que sus santos sufran tribulación, y ahora, el uso de la fe en Su nombre para volvernos ricos se suman a la actitud de “coman, beban y sean felices”. Se quiere tener “diversión en el Hijo”, como alguien alguna vez mencionó.

Si ésta es realmente la actitud del Señor Jesús, nuestra enseñanza que el discipulado Cristiano es un camino áspero de arrepentimiento, paciencia, negación a uno mismo, y obediencia a Cristo portadora de la cruz no está reflejando con certeza la voluntad del Padre del Cielo.

Sin embargo, sí apreciamos y confiamos en la gracia de Dios. Sí experimentamos el amor insondable de Dios. Sí disfrutamos de la protección del Señor. Sí andamos en una fe que obra milagros. El Señor ha suplido todas nuestras necesidades materiales.

¿Cuál es el camino correcto? Quizá Balán, Jezabel, Guiezi, Judas, Ananías y Safira, y Demas ahora podrían darnos una respuesta.

La verdad puede ser encontrada en los escritos de los Apóstoles.

Si alguien enseña falsas doctrinas, apartándose de la sana enseñanza de nuestro señor Jesucristo y de la doctrina que se ciñe a la verdadera religión, es un obstinado que nada entiende. Ese tal padece del afán enfermizo de provocar discusiones inútiles que generan envidias, discordias, insultos, suspicacias, y altercados entre personas de mente depravada, carentes de la verdad. Éste es de los que piensan que la religión es un medio de obtener ganancias. Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero sólo si uno está satisfecho con lo que tiene. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. (1 Timoteo 6:3-10-NVI)

Debemos elegir entre la cruz y el mundo. Ninguna persona será destruida por el Anticristo ni por el Profeta Falso si clama continuamente a Cristo para conocer la verdad, si ora al Padre para ser guardado de la tentación, y si acepta su cruz y la porta fielmente cada día de su peregrinaje.

(“El Amor Al Dinero”, 4081-1)

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