EVANGELIZAR Y TESTIFICAR

Copyright © 2006 por Trumpet Ministries, Inc. Todos los Derechos Reservados

Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducción de Carmen Alvarez


El evangelista es un don que Dios da para el Cuerpo de Cristo, pero Dios hace a los testigos con el paso del tiempo. Quizá nos ayude considerar la diferencia entre ser un evangelista y ser un testigo.


Indice

Introducción
Lo Qué Significa Atestiguar
Dios Hace A Los Testigos


EVANGELIZAR Y TESTIFICAR

Introducción

Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar. (Hechos 26:16—NVI)
Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, (Efesios 4:11—NVI)

La palabra testigo aparece más de cien veces en la Biblia. Los términos evangelizar y evangelismo no aparecen ni una sola vez. Evangelista aparece dos veces y evangelistas una vez.

Hoy en día cuando utilizamos la palabra testificar generalmente estamos hablando de evangelizar. Esto es, le estamos diciendo a otros acerca de Jesús y sobre el plan de salvación.

El verbo testificar es usado por el Apóstol Pablo en el siguiente pasaje:

Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los profetas y Moisés ya dijeron que sucedería: que el Cristo padecería y que, siendo el primero en resucitar, proclamaría la luz a su propio pueblo y a los gentiles. (Hechos 26:22,23—NVI)

Pablo aquí se refería a aquello que le había sido revelado por el Señor. Fíjate qué diferente es el testimonio de Pablo comparado con los “cuatro pasos hacia la salvación” que usamos hoy. Yo creo que la diferencia es notoria.

Que Cristo padecería.

Que Cristo sería el primero en resucitar de entre los muertos.

Que Cristo proclamaría la luz a los Judíos.

Que Cristo proclamaría la luz a los Gentiles.

Pablo estaba dando testimonio de lo que él había visto con el Señor. ¡Qué refrescante aliento del Cielo era el testimonio de Pablo! Nuestro método de hoy día es “todos han pecado, no podemos salvarnos a nosotros mismos, si confesamos y creemos seremos salvos”. Esto suena más como si estuviéramos haciendo conversos a una religión. Realmente no es dar testimonio de nada. Es un tipo de “evangelismo enlatado” que opera sin tomar en cuenta los antecedentes ni las necesidades del individuo y frecuentemente es forzada sin tomar en cuenta la guía y el tiempo del Señor.

El tipo de conversión de nuestros días no tiene el vibrante testimonio inspirador de lo que Pablo había visto con Dios. Todas las religiones y los cultos mandan a sus conversos a hacer más conversos a su grupo. Esto es proselitismo, y yo creo que esto es lo que sucede frecuentemente cuando nos referimos a dar testimonio, o a guiar a otros a Cristo, o a salvar almas. Yo no creo que haya mucha vida Divina en ello.

Ciertamente que hay Cristianos que son evangelistas, desde el evangelista personal hasta el evangelista que es usado grandemente y que se para frente a cientos de miles de personas.

Pero decirles a todos los creyentes, aun cuando han sido convertidos por sólo cinco minutos, que su trabajo es salvar a otros, o que han sido salvos para salvar a otros, no está en las Escrituras y es lo mismo que sucede en los cultos. Sería comparable a decirle a un bebé que acaba de nacer que su trabajo es salir y traer a más bebés.

Cuando la gente de ahora se refiere al evangelismo personal, o a “guiar a otros a Cristo”, está hablando de evangelizar y no realmente de dar testimonio.

Nosotros pensamos que este es un tema importante. Nuestra opinión es que el énfasis que se pone en que todos los creyentes que acaban de recibir a Jesús salgan y evangelicen no sólo no está en las Escrituras sino que además les resta de su crecimiento espiritual. Nosotros sentimos que mucho tiempo debe de pasarse ayudando a los creyentes a llegar a conocer al Señor para que puedan pararse firmes ante la era de horrores morales en que estamos entrando.

En las Epístolas hay poco o ningún énfasis en mandar a los creyentes a que intenten “salvar almas”. Sí hay un gran énfasis en que cada creyente venza el pecado y que crezca en Cristo. Si creemos que la Biblia es la Palabra de Dios debemos de enfatizar lo que la Biblia enfatiza. ¿Estás de acuerdo con esto?

La Biblia no hace hincapié en que los creyentes deban de salir y salvar almas. ¿Por qué estamos haciendo hincapié en esto nosotros? ¿Acaso esto viene del Espíritu Santo (a pesar de su falta de énfasis en las Escrituras) o es del espíritu del proselitismo y no un don genuino del evangelismo?

De hecho, la expresión “salvar almas” no aparece ni una sola vez en ninguna de las versiones que nosotros poseemos. Cuando nuestra terminología es diferente a la de la Biblia quizá haya algún motivo.

De cualquier manera, la arenga continua de salir y “traer a otros a Cristo” no es un énfasis bíblico. Nos distrae de la necesidad de crecer en Cristo y deja a una incontable multitud de creyentes con una sensación de culpa por no tener la “pasión por almas” que no está en las Escrituras.

No es bíblico que todo creyente sea un evangelista en el Cuerpo de Cristo. De hecho, el énfasis en las Escrituras está en la diversidad de dones y de ministerios siendo comparado con el cuerpo humano.

No existe el “don del evangelismo” a excepción de para el evangelista quien en sí es un don al Cuerpo de Cristo. Sí está en las Escrituras que todo creyente debe de ser un testimonio de Dios, de Su Persona, de Su voluntad, y de Su plan eterno en Cristo. En vista de esto, pensemos por un minuto sobre la diferencia entre evangelizar y dar testimonio.

La primera consideración es que no hay base bíblica para el “don del evangelismo” como lo hay para el don de fe, o de lenguas, o de profecía, o de conocimiento.

Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, (Efesios 4:11—NVI)

Dios constituyó a unos para ser evangelistas. El evangelista mismo es un don al Cuerpo de Cristo. No es bíblico creer que toda persona del Cuerpo de Cristo es un evangelista, aunque todo creyente debe de estar siempre preparado para responder a todo el que le pida razón de la esperanza que hay en él o ella, con gentileza y respeto.

No hay un “don de evangelismo”. Dios hace a los testigos. Dios hace de cada creyente un testimonio. Todo creyente debe de mostrar la luz de las obras buenas para que la gente glorifique a Dios. Toda la Iglesia de Cristo es testimonio de Dios. La nueva Jerusalén es testimonio de Dios.

Lo Que Significa Atestiguar

Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida. Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado. Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. (1 Juan 1:1-3—NVI)

Lo que ha sido desde el principio.

Lo que hemos oído.

Lo que hemos visto con nuestros propios ojos.

Lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con las manos.

Respecto al Verbo que es vida.

La vida se manifestó, nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella.

Les anunciamos lo que hemos visto y oído.

Esto es lo que significa atestiguar. Tú has oído, visto, y tocado algo. Ahora puedes decirle a otros lo que has oído, lo que has visto, y lo que has tocado. Este testimonio tendría valor en una corte ya que no se llegó a ella por conclusiones sino que es algo que oíste, viste, y tocaste.

Los Apóstoles del Señor habían escuchado, visto y tocado a Jesús. Ellos lo habían visto asesinado en la cruz. Ellos lo habían visto y escuchado después de que regresó a la vida. Ellos fueron a todas partes diciendo lo que habían escuchado, visto y tocado, y Dios ratificó sus palabras con señales.

Tú puedes dar testimonio de lo que has pasado con Dios. Esto sí está en las Escrituras.

Tú puedes buscar y utilizar los dones del Espíritu para edificar a los miembros del cuerpo. Esto sí está en las Escrituras.

Tú puedes comportarte con rectitud conforme creces en el Señor, dando testimonio al hecho de que el conocer a Jesús ha cambiado tu comportamiento. Esto sí está en las Escrituras.

Cuando la gente de pregunte con respecto a la esperanza que hay dentro de ti, debes de decirles de tu fe en Jesús, haciéndolo con gentileza y respeto. Esto sí está en las Escrituras.

Los Apóstoles caminaron con el Señor durante tres años y después fueron llenos con el Espíritu Santo para que pudieran dar testimonio de lo que ellos sabían que era verdad. Sus testimonios fueron acompañados por milagros. Hasta donde nosotros podemos ver, ellos no intentaron persuadir a las personas para que tomaran “los cuatro pasos para la salvación”. Ellos declararon que Dios estaba listo para perdonar sus pecados en el nombre de Jesús. Que debían de arrepentirse y creer en esto. Que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos y que Él es quien juzgará a toda la gente en el Día del Juicio.

Su énfasis estaba en el perdón y el arrepentimiento, todo en el nombre de Jesús a quien Dios había hecho Señor y Cristo.

Ellos estaban dando testimonio de lo que habían visto, escuchado, y tocado, y su testimonio tenía la autoridad del Espíritu Santo y era reforzado por milagros.

La historia del mundo fue cambiada debido a su testimonio.

Las epístolas que algunos de los Apóstoles escribieron a las jóvenes iglesias generalmente eran exhortaciones para vivir con rectitud y no advertencias de “salir y salvar almas”.

Si se pusiera tanto énfasis en tener un comportamiento de rectitud como el que se pone en “salir y salvar almas”, las iglesias en Norteamérica serían radicalmente diferentes y nuestro gobierno tendría una luz moral que seguir.

El testimonio que nuestro país necesita y que está buscando no es más evangelismo, sino comportamiento de rectitud por parte de los Cristianos. El comportamiento justo y recto de la gente Cristiana es el testimonio verdadero y eterno de Dios, de Su Persona, de Su voluntad, de Su camino, y de Su propósito eterno en Cristo Jesús. La vida transformada es prueba de la resurrección de Cristo Jesús. ¿Puedes decir amen a esto?

Anunciar que Cristo Jesús ha muerto en la cruz por nuestros pecados, que ha resucitado de entre los muertos, que es Señor sobre todo, y que vendrá de nuevo para juzgar a toda la gente es evangelismo. Son las buenas nuevas. Hay quienes en el Cuerpo de Cristo han sido escogidos por el Señor para llevar las buenas nuevas a la humanidad.

Mostrar en nuestra vida la Presencia, la justicia, y la santidad de Dios es atestiguar o dar testimonio. Es la luz por la cual el mundo glorifica a Dios. Todo Cristiano es llamado a ser un testimonio del Dios que lo ha salvado. Todo el Cuerpo de Cristo es testimonio de Dios, es el siervo de Dios que traerá justicia a las naciones de la tierra.

En cuanto a “lograr que personas se salven”, que no es una expresión bíblica, lo mejor que podemos hacer es seguir muy de cerca a Jesús. Él nos guiará hacia la gente con quien Él está tratando. Quizá sólo aremos la tierra. Quizá la reguemos. Quizá plantemos la semilla. Quizá cultivemos. Quizá cosechemos. Uno se ocupa del arado, otro de regar, otro de plantar, otro de sembrar, otro de cultivar, otro de cosechar. Pero el Padre celestial guía a cada obrero.

Cuando el novato, sin tener ningún sentido sobre la guía del Señor, sale y ara, riega, planta, cultiva y cosecha todo en la misma noche para que pueda escribir en su libro de control cuantas “decisiones por Cristo” se han hecho, no está ni evangelizando ni dando testimonio. Él está haciendo conversos. Él está ciego y dirigiendo a los ciegos.

Ningún hombre puede venir a Cristo a menos que el Padre lo llame. Si no estamos siguiendo al Señor, ¿cómo podemos saber lo que estamos haciendo? Esto es la Babilonia espiritual, la construcción de la torre al Cielo de acuerdo a nuestra propia sabiduría y esfuerzo.

Quizá alguna persona vea tu vida de santidad, o quizá escuche un sermón, y no haya ninguna evidencia de que un cambio ha sucedido, pero años más tarde algo sucederá que la traerá hacia el Señor.

El punto no es que no debamos de estar predicando. Sino que debemos de seguir al Señor con el entendimiento de que cada uno de nosotros tiene un don y ministerio diferente. Más que eso, nada debe de darse por hecho. Debemos de ver hacia Jesús para cada detalle de todo lo que hacemos cada minuto de nuestra vida. Si Jesús no está dirigiendo cada uno de nuestros pasos entonces estamos caminando por la carne, por la naturaleza pecaminosa. No estamos verdaderamente evangelizando. No estamos verdaderamente dando testimonio. Estamos haciendo prosélitos a nuestra forma de pensar.

Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer. El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. (1 Corintios 3:5-8—NVI)

El Evangelio del Reino es una semilla. Debe de ser esparcida por todos lados y por cualquier medio, conforme el Señor nos guía. Pero nadie sabe cómo va a brotar, excepto Dios. Si se intenta controlar este proceso predicando una fórmula específica para la salvación para luego buscar una clausura para que una “decisión por Cristo se haya hecho” no es ni evangelismo verdadero ni dar un testimonio verdadero. Es proselitismo, nada más y nada menos.

Sería como ser Testigos de Jehová o Mormones si vamos a salir y con nuestro propio esfuerzo y sabiduría tratar de persuadir a la gente nuestra línea de razonamiento, aunque pensemos que es bíblica. Esta no es la manera del Señor.

El Señor Jesús no nos ha ordenado que pesquemos a los hombres. Pero sí nos dijo, “Y los haré pescadores de hombres”. ¡Aquí hay una gran diferencia! ¿El Señor te está haciendo pescador de hombres? ¡Síguelo!

Si le permites al Señor que te transforme, Él te hará un árbol de vida. Conforme te vuelves un árbol de vida ganarás almas hacia el camino de Dios. Se te considerará entre los sabios y brillarás como una estrella durante toda la era que vendrá.

Dios Hace A Los Testigos

Dios quiere testigos. Dios quiere personas que puedan mostrar al mundo Su Persona, Su voluntad, y Su propósito eterno en Cristo Jesús.

La nación de Israel era el testigo de Dios para el mundo de la verdadera Naturaleza de Dios. Los Diez Mandamientos eran un testimonio al mundo de la Persona santa de Dios y de su voluntad para el hombre.

Los Profetas Hebreos fueron los testigos de Dios para Israel y para las otras naciones de lo que Dios estaba pensando con respecto a ellos.

Juan el Bautista fue entrenado durante varios años y luego salió del desierto para dar testimonio de Cristo Jesús.

El Señor Cristo Jesús es el Testigo más grande de todos ya que mostró claramente en Su personalidad y en sus obras poderosas la Persona, la voluntad, el camino, y el Reino eterno y propósito de Dios.

Los Apóstoles de Cristo dieron testimonio a los Judíos y al resto del mundo de lo que habían visto, escuchado, y tocado.

Las iglesias Cristianas deben de ser testigos, de ser candelabros de Dios, de ser la luz del mundo. Las comunidades que las rodean deben de ver la Gloria de Dios en las iglesias.

Todo creyente debe de ser un testimonio de Dios dondequiera que esté, no alguien que siempre está tratando de obligar a toda persona con quien tiene contacto a que siga los “cuatro pasos hacia la salvación”, incluyendo a los Judíos. Mas sí debe de mostrar constancia de buenas obras, de sumisión, de humildad, de veracidad, de paciencia, y de conversación incorrupta, para que el Padre en los Cielos pueda ser glorificado.

Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación. (1 Pedro 2:12—NVI)

No estamos diciendo que el creyente deba de frenarse de decir lo que sabe con respecto a la expiación, si las circunstancias son propicias y si el Señor parece estar guiándolo por ese camino. Sin embargo, en América, la mayoría de la gente ha escuchado hablar sobre Cristo Jesús. Ellos odian que la gente intente meterles el Evangelio por la fuerza. Quizá estas personas hayan sido criadas en la iglesia y en realidad no les ha gustado lo que han visto.

¡Están esperando ver a alguien que esté viviendo la vida! ¿Estás de acuerdo con esto?

Si estás lleno de Dios, la gente a tu alrededor frecuentemente deja de maldecir. Si estás lleno de un espíritu de proselitismo la gente a tu alrededor quizá comience a maldecir. Sí hay una diferencia.

La gente no es tan tonta como nosotros creemos que es. Si sólo seguimos al Señor y vivimos una vida de santidad tendremos un impacto muy grande sobre la gente con la que llegamos a estar en contacto. Si se presenta la oportunidad, podemos decirles lo que sabemos del Señor o lo que por experiencia propia hemos pasado con el Señor. Pero si intentamos convertirlos ellos lo van a presentir y se disgustarán.

No intentes forzar las cosas. Vive la vida. Sigue al Espíritu del Señor.

Dios hace a los testigos. El Señor Jesús hace pescadores de hombres. Un testigo siempre es un pescador de hombres. Un testigo de Dios siempre está llevando a la gente hacia Jesús y hacia los caminos de Dios por la vida que él o ella está viviendo. ¿No es así? ¿Alguna vez has notado eso?

El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana [arrebata] almas es sabio. (Proverbios 11:30—VRV)

El versículo anterior frecuentemente es utilizado para fomentar el evangelismo personal. Pero la expresión “ganar almas” no se encuentra en el Nuevo Testamento, y es seguro que Salomón no se estaba refiriendo al evangelismo personal.

Sin duda que para entender el significado de la frase “el que gana almas es sabio” hay que regresar a la primera parte del versículo que dice, “el fruto del justo es árbol de vida”. La idea tiene que ver con que una persona justa lleva vida a aquellos que la rodean. La persona sabia por su sabiduría y comportamiento justo y recto influye sobre aquellos a su alrededor y los lleva hacia los caminos justos y santos del Señor.

El comportamiento de rectitud y la vida eterna frecuentemente se encuentran juntos en las Escrituras.

¿Cómo hace Dios a un testigo? Atrayendo a esa persona hacia Si mismo. Tratando con él o ella de día y de noche, de día y de noche. Llevando al individuo por aguas profundas y luego evitando que se ahogue. Llevando al creyente a través de fuegos intensos y luego evitando que se queme.

Los tres amigos de Daniel tuvieron un increíble testimonio después de que salieron del horno. “¡Lo hemos visto! ¡Lo hemos escuchado! ¡Lo hemos tocado! ¡Nos salvó del fuego!”

Esto es lo que significa ser un testigo de Dios.

Daniel mismo tuvo una historia que contar. “Pensé que mi vida había llegado a su fin. Me echaron entre los leones y caí sobre uno de ellos. Pero empezaron a ronronear como gatitos. Se acercaron para que los acariciara. Con sus cuerpos me mantuvieron caliente toda la noche. El Señor mandó a su ángel y cerró sus bocas. Fue una experiencia bastante agradable. ¡No me importaría hacerlo de nuevo!”

Este es un testimonio. Esto es lo que significa ser un testigo de Dios.

Y luego estaba el Apóstol Pablo. “¡Te estoy diciendo que lo vi! ¡Escuché su voz! ¡Me quedé ciego! Entonces un Cristiano oró por mí y pude ver. Yo sé que Jesús es el Cristo.”

“Después fui al desierto y ahí Jesús me mostró cómo la Ley de Moisés y la gracia de Cristo Jesús están relacionadas. Te estoy diciendo lo que sé, lo que aprendí del Señor. Los otros Apóstoles no me enseñaron nada. Esto es lo que yo escuché y vi.”

¿Estás entendiendo lo que es ser un testigo? Los testigos son formados en el fuego Divino después de muchos años. Cuando Dios ha terminado con ellos no son cañas sacudidas por el viento. Ellos saben de lo que están hablando. ¡Ellos han visto al Hombre!

No estoy diciendo que todos tendremos un testimonio como el de Daniel o el de Saulo de Tarso, o que no podemos expresar nuestra fe, aun siendo Cristianos nuevos. Lo que estoy señalando es la diferencia entre el evangelizar, el dar testimonio, y el proselitismo.

Cuando somos Cristianos nuevos podemos comenzar a mostrar en nuestra personalidad la vida Divina que nos ha llegado a través de Cristo Jesús. No tenemos que predicar a las personas, sólo debemos de vivir la vida. Esto es lo que todo el mundo está esperando ver.

Si el Señor nos da muchos años entonces podremos decir, “A través de muchos peligros, dificultades y trampas he pasado”. El Señor nos llevará a través de las aguas y del fuego. Continúa atrayéndonos hacia Sí mismo.

El testigo es infinitamente más que nuestra recitación del plan de salvación. Ese trabajo le corresponde principalmente al predicador. Mas nuestro testimonio es lo que hemos escuchado y visto con Dios a través de los años de nuestro peregrinaje.

Nuestro testimonio es sobre Dios, de quien es, de cómo es, de lo que espera de nosotros, de Su fidelidad hacia quienes confían en Él, de Su gran amor para todas Sus criaturas, y de Su ira hacia el pecado. Dios nos enseña sobre Sí mismo.

Pero ahora, así dice el SEÑOR, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: “No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. (Isaías 43:1,2—NVI)
Ustedes son mis testigos –afirma el SEÑOR-, son mis siervos escogidos, para que me conozcan y crean en mí, y entiendan que Yo soy. Antes de mí no hubo ningún otro dios, ni habrá ninguno después de mí. Yo, yo soy el SEÑOR, fuera de mí no hay ningún otro salvador. (Isaías 43: 10,11—NVI)

Este es el testimonio: “Para que me conozcan y crean en mí, y entiendan que Yo soy. Antes de mí no hubo ningún dios, ni habrá ninguno después de mí. Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador”.

Cuando recibimos al Señor por primera vez creemos que esto es cierto. Después de cincuenta años de caminar con Dios sabemos que esto es cierto. ¿Cómo es que sabemos? Por lo que hemos escuchado con nuestros oídos y visto con nuestros ojos.

Dios ha sido totalmente fiel con nosotros. Él ha contestado nuestras oraciones hasta el más mínimo detalle. Él nos ha conducido por muchos fuegos, pero en retrospectiva podemos ver la necesidad de ellos. Estamos siendo salvos con dificultades. Estamos llegando a saber que Dios es Dios. Él es el Señor.

Yo no fui criado en un hogar Cristiano. A la edad de dieciocho años yo no sabía si en realidad existía un Dios. Dios en su bondad me puso en contacto con un joven que si conocía el Evangelio. Él me dijo sobre Cristo y de la expiación por la sangre –principalmente porque se lo insistía constantemente. En ese tiempo él se había alejado de su relación con el Señor.

Yo oré para recibir fe y Dios me dio fe. Yo le dije al Señor que haría su voluntad de acuerdo a como yo la entendiera y que yo quería que Él se revelara a mí. Yo dije (en mi idealismo juvenil), “Si este camino prueba ser el verdadero yo le diré a otros que es verdad. Si yo encuentro que no hay nada de valor, también daré testimonio de eso.”

Eso fue hace cincuenta y cuatro años. Yo he mantenido mi parte del trato y Dios ha mantenido el Suyo. Yo estoy aquí para decirles, para dar testimonio, que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y que el Nuevo Testamento es un reporte verdadero y fiel de realidades espirituales.

No tiene caso razonar conmigo. Yo he escuchado. Yo he visto. Han habido muchos milagros en mi vida, algunos de ellos bastante dramáticos pero la mayoría pequeños. Cuando he orado en el nombre de Jesús casi siempre he recibido la respuesta –más veces de las que pueden ser atribuidas a la casualidad. Yo sé que las oraciones que no han sido contestadas van a serlo más adelante, esto es, si ellas me traerán gozo y paz.

Yo puedo dar testimonio que Dios no me ha fallado ni una sola vez en cincuenta y cuatro años. He atravesado muchos peligros pero Dios me ha sacado adelante. No ha sido fácil. No ha sido sin dolor. Pero en realidad, todos sufren dolor en este mundo así que ¿cuál es la gran cosa?

Ahora puedo ver el propósito en el dolor, en la confusión, en los retrasos, y en las frustraciones. Dios tomó a un joven Gentil que no sabía la diferencia entre la resurrección de Cristo Jesús y el conejillo de Pascua y lo hizo un hombre de Dios.

Yo era un espécimen bastante malo cuando comencé. Pero ahora espero algún día estar parado entre los príncipes de Judá. Dios ha hecho esto por mí. No soy realmente religioso. Yo soy el pastor de una iglesia y estoy escribiendo estas palabras para ti porque eso es lo que mi amigo Jesús quiere. Yo preferiría estar afuera disfrutando de la naturaleza, atesorando el viento y la nieve que predominan donde yo crecí.

Pero mi Amigo me quiere aquí en el Sur de California. Lo menos que yo puedo hacer es ayudarle con Su Reino. Después de todo, Él hizo algo de mi vida. Yo estoy seguro que ahora estaría muerto, habiendo logrado poco o nada, de no haber sido por Jesús.

¡Te estoy dando testimonio! Yo te estoy diciendo lo que sé, no lo que leí en un libro. Si quieres propósito en tu vida, dásela a Jesús. Estamos entrando en una era de horrores morales. Dios y Satanás se estarán enfrentando en los días que vienen. Basado en lo que yo he pasado le estoy apostando a Dios para ganar.

¿Sabes qué? Aun si supiera que Dios iba a perder de todos modos andaría con Él. El camino de Dios es correcto. Trae salud, gozo, paz, y amor. El camino de Satanás es totalmente equivocado. Trae corrupción, miseria, intranquilidad desesperada, remordimiento, odio, y todo lo demás que es perverso. Esto lo he visto durante los días de mi peregrinaje. Yo no quiero nada que ver con Satanás ni con sus caminos. Dios, y sólo Dios, es bueno. Yo tomo mi lugar con Dios, gane o pierda.

También sé, por lo que llevo de mi viaje, que Dios va a ganar. Él ya ha ganado. Él le está permitiendo a Satanás que trabaje sus obras en la tierra porque Dios está formando santos conquistadores que gobernarán las obras de Sus manos por toda la eternidad, y ellos están aprendiendo a ser conquistadores al resistir a Satanás.

Yo doy testimonio de que esto es cierto. Ya sea que seas joven o viejo, tu vida no tiene sentido hasta que recibas a Jesús. Estás viviendo en la muerte. Si no estás apegado ni a Jesús ni a Satanás entonces estás apegado a Satanás por default. No hay medio camino ya que sólo somos polvo.

Cristo Jesús mismo es vida eterna. Recíbelo ahora y vive. No dejes pasar otro momento.

¿Para qué ser un perdedor por toda la eternidad cuando pudiste haber tenido a Dios, a Cristo, y todo lo demás que es de valor?

(“Evangelizar Y Testificar”, 4131-1)

  • P.O. Box 1522 Escondido, CA 92033 US