SEIS TRADICIONES QUE NO ESTAN EN LAS ESCRITURAS

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.

Traducción de Carmen Alvarez


SINOPSIS

Existen por lo menos seis tradiciones que no están en las Escrituras que influyen en el pensamiento de las personas Cristianas. Si estas no estuvieran causando problemas, no las examinaríamos ya que está escrito que no debemos de quitar (o cambiar de lugar) los linderos o testimonios antiguos. Pero estos testimonios no fueron establecidos por el Señor y su efecto no es edificante.

La primera tradición que no está en las Escrituras es que el Señor vendrá para llevar a Su Iglesia al Cielo.

La segunda tradición que no está en las Escrituras es que el Cielo es el hogar eterno del santo.

La tercera tradición que no está en las Escrituras es que todo creyente cuando muera vivirá en una mansión y andará sobre una calle de oro.

La cuarta tradición que no está en las Escrituras es que recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al Cielo.

La quinta tradición que no está en las Escrituras es que nuestro cuerpo físico no será resucitado de entre los muertos.

La sexta tradición que no está en las Escrituras es que nunca podemos perder nuestra salvación una vez que hemos sido salvos.


Tabla de Contenido

Introducción
El Señor Vendrá Para Llevar A Su Iglesia Al Cielo
El Cielo Es El Hogar Eterno Del Santo
Todo Creyente Cuando Muera Vivirá En Una Mansión Y Andará Sobre Una Calle De Oro
Recibiremos Nuestra Recompensa Cuando Vayamos Al Cielo
Nuestro Cuerpo Físico No Será Resucitado De Entre Los Muertos
Nunca Podemos Perder Nuestra Salvación Una Vez Que Hemos Sido Salvos
Conclusión


SEIS TRADICIONES QUE NO ESTÁN EN LAS ESCRITURAS

Introducción

Existen por lo menos seis tradiciones que no están en las Escrituras que influyen mucho en el pensamiento Cristiano Evangélico:

El Señor vendrá para llevar a Su Iglesia al Cielo.

El Cielo es el hogar eterno del santo.

Todo creyente cuando muera vivirá en una mansión y andará sobre una calle de oro.

Recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al Cielo.

Nuestro cuerpo físico no será resucitado de entre los muertos.

Nunca podemos perder nuestra salvación una vez que hemos sido salvos.

Cuando te hayas levantado del suelo, proseguiremos.

Quizá le ayude al lector saber que el que escribió el párrafo anterior es un Cristiano profundamente comprometido, uno que cree firmemente en la completa inspiración verbal de los generalmente aceptados textos Hebreos y Griegos. También es un pastor ordenado en una respetada denominación Pentecostés.

Discutiremos las seis tradiciones desde el punto de vista de las Escrituras, y no en lugar del punto de vista filosófico. No usaremos analogías ni razonamiento deductivo sino que apoyaremos nuestra posición con pasajes claros de las Escrituras manteniéndolas en su contexto.

Por qué a líderes devotos, más inteligentes que nosotros, se les escaparía el error obvio de las seis tradiciones no es comprensible, a menos que sea cierto que estemos tan cerca del regreso del Señor y del establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra que las creencias anteriores no hacen frente a las necesidades del presente. Aparentemente los sellos del Libro están siendo desatados.

También, la llegada a la madurez de la mala hierba de la maldad requiere de un dominio más firme de las Escrituras de lo que hemos tenido anteriormente. Hoy es el día del poder del Señor, un tiempo de fortaleza y victoria sobre la tierra, que necesita de fortaleza y victoria en el reino espiritual.

Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo. (Lucas 24:39-NVI)

El versículo anterior quizá aparente ser una interrupción a nuestro pensamiento, pero no lo es. Permítenos darnos prisa en explicarlo.

Jesús resucitó físicamente de entre los muertos. La Biblia habla sobre la caída, y después de la redención del hombre a través del Señor Cristo Jesús. Un hombre físico pecó y regresó a ser polvo, así como Dios nos advirtió. Un hombre físico salió del sepulcro cavado en una roca, como la promesa de la inmortalidad que el hombre físico algún día obtendría. Adán y Eva y sus descendientes salvos una vez más vivirán en el Paraíso sobre la tierra.

La tierra física es muy buena y aquí es donde el hombre tiene destinado vivir para siempre, aunque como una humanidad superior a la que actualmente disfrutamos ser –y sin la presencia corrupta de los ángeles caídos.

Satanás ve a la tierra física como su dominio. Él se opondrá ferozmente a cualquier movimiento de Cristo Jesús y de Sus santos que parezca ser capaz de interrumpir la influencia que tiene sobre la naturaleza pecaminosa de la humanidad. La serpiente ha sido condenada a comer polvo y posee una lujuria insaciable por la carne de los humanos.

Satanás podría desear que todos nos fuéramos al Cielo (de donde él vino) y dejar que él y sus demonios saciaran sus apetitos lujuriosos a través de la carne de la gente. Pero la palabra incambiable declara que la tierra es del Señor y la plenitud de la misma; el mundo y aquellos que moran en él.

Todavía no nos damos cuenta de que las Escrituras están orientadas hacia el mundo físico, el cual por cierto es superior a los cielos espirituales. El Reino de Dios es la vestimenta de la Gloria de Dios y del Cielo con carne y huesos. ¿No es esto lo que salió del sepulcro de José de Arimatea?

La filosofía ocultista del Gnosticismo era predominante en el primer siglo.

Ciertos aspectos de la Biblia parecían similares a las enseñanzas Gnósticas y por esto la doctrina Cristiana se contaminó con este tipo de pensamiento. Eruditos mantienen que el Libro de Primera de Juan fue escrito para combatir el Gnosticismo. En mi opinión personal el Capítulo Quince de Primera de Corintios también fue una reacción al pensamiento Gnóstico. Uno puede observar en este capítulo que Pablo estaba luchando contra aquellos que decían que no había resurrección de entre los muertos.

¿Cuál es la idea central del Gnosticismo, y de la gracia sin obediencia a la ley que dio por resultado? (El resultado de que somos salvos por fe y gracia sin tener que obedecer la ley moral.)

La idea central del Gnosticismo es que no debe de hacerse caso a la carne del hombre en favor de la salvación de su espíritu. A través del conocimiento especializado, el espíritu puede ser redimido e ir al Cielo.

Los Gnósticos negaron que Cristo Jesús vino en la carne, manteniendo que su apariencia corporal era una ilusión. Algunos de los Gnósticos vivieron vidas muy sensuales debido a su creencia que el cuerpo físico nunca sería redimido. No aceptaban guardar los mandamientos de Dios, ya que no veían la razón para hacerlo. Por esto, el Apóstol Juan insistió que al menos que guardemos los mandamientos de Dios, no Le conocemos.

Cuando Jesús afirmó tener carne y huesos Él estaba mostrando que la verdad Divina es lo opuesto al Gnosticismo. Los dos entendimientos de la redención no podrían estar más opuestos. Uno es el enemigo más resuelto del otro.

Las enseñanzas Evangélicas con respecto a la expiación por la sangre, a la resurrección corporal y segunda venida del Señor, y al Espíritu Santo son de Dios. Pero las seis tradiciones que hemos mencionado, que el Señor vendrá para llevar a Su Iglesia al Cielo, que el Cielo es el hogar eterno del santo, que todo creyente cuando muere vivirá en una mansión y andará sobre una calle de oro, que recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al Cielo, que nuestro cuerpo físico no será resucitado de entre los muertos, y que nunca podemos perder nuestra salvación una vez que hemos sido salvos, son mucho más Gnósticas que Cristianas.

También, la doctrina del rapto de los creyentes antes de la tribulación, que no está en las Escrituras, refleja tradición Gnóstica de dos maneras: primero, ignorando la resurrección y enfatizando una huida al Cielo; segundo, enseñando que Dios salva a Su gente de los problemas poniéndolos en otro lugar. En muchos casos, la Biblia revela que Dios salva a Su gente protegiéndolos en el foso de los leones, no quitándolos de ahí. El Salmo Noventa y Uno es un ejemplo de esto. Las tradiciones Gnósticas Antiguas cuentan que Dios protege a Sus preferidos quitándolos del sitio del problema. ¡Pero nosotros los Cristianos atravesamos el fuego y el agua sin ser destruidos! Esta es la forma en que Dios generalmente obra.

No existe ningún pasaje en las Escrituras que enseñe que el Señor vendrá para llevarse a Su Iglesia al Cielo. ¡Imagínate! Una de nuestras declaraciones básicas no está en las Escrituras. En realidad, el propósito del regreso del Señor es el de instalar Su Reino sobre la tierra, de establecer justicia entre las naciones salvas. Esto se enseña claramente en numerosos pasajes.

El Cielo no es nuestro hogar eterno. Estaremos con el Señor sobre la tierra cuando Él gobierne desde Jerusalén (“y así estaremos siempre con el Señor”). Estaremos con el Señor por siempre sobre la nueva tierra. Todos estamos de acuerdo con esto. Entonces ¿por qué hablamos de hacer que el Cielo espiritual sea nuestro hogar eterno? ¡Esto es Gnosticismo!

Sí hay unos cuantos versículos (¡no muchos!) en el Nuevo Testamento que presentan al santo fallecido en el reino espiritual. Ninguno de ellos describe al paraíso reportado a nosotros por aquellos que han tenido experiencias al borde de la muerte. No desacreditamos estas experiencias al borde de la muerte sino que nos esperanzamos en ellas. Sin embargo, las tremendas fuerzas de maldad de nuestro día requieren que nos aferremos constantemente a la Palabra escrita, ya que la Palabra es nuestra única ancla confiable y juez de los espíritus.

La noción comúnmente aceptada que recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al Cielo también es un producto del pensamiento Gnóstico. La Biblia no enseña que recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al cielo sino cuando el Señor regrese. Este hecho puede ser demostrado fácilmente con Escrituras. Algunos quizá no estén de acuerdo con la opinión del autor, que nosotros los Evangélicos no creemos que el cuerpo físico será resucitado de entre los muertos. Pero es un hecho. Nuestras tradiciones describen que dejaremos caer nuestro cuerpo pecador y resucitaremos para encontrar nuestro reposo eterno en el Cielo. Esto es Gnosticismo puro. Pablo no gimió para escapar al reino espiritual sino por la redención de su cuerpo, que es máxima oposición al Gnosticismo.

Pablo deseó estar con el Señor. (¿Quién no, en sus circunstancias?) Pero el único gemido que Pablo hizo fue por la redención de su cuerpo físico. ¡Piénsalo!

La esperanza de la resurrección de nuestro cuerpo de entre los muertos, y de vestirlo con vida incorruptible es un aspecto central de la redención Divina. La resurrección del cuerpo físico es sumamente más significativa e importante que el “ir al Cielo”.

La influencia Gnóstica ha degradado la doctrina de la resurrección a un lugar de importancia mínima o nula mientras que la idea de que el santo sea “arrebatado” al Cielo se ha vuelto la esperanza bendita de la Iglesia. Mis queridos Hermano y Hermana en el Señor, el arrebato al Cielo de los santos nunca ha sido y nunca será la esperanza bendita de la Iglesia. Nos estamos alejando de nuestras amarraduras bíblicas. Nuestras tradiciones nos están llevando aun más lejos de la verdad en las Escrituras.

¿Puedes imaginarte tal desviación de las Escrituras? ¿Puedes simplemente ver a Cristo Jesús y a Sus Apóstoles enfatizar el “arrebato” en sus declaraciones? Imagínate a Pablo diciendo que estaba buscando obtener el “arrebato en las nubes”. Estamos muy alejados de la realidad, gracias a la filosofía oculta del Gnosticismo.

Es hora de regresar a las Escrituras ya que el Día del Señor está cerca; no un día de huida al Cielo espiritual sino la redención de los cuerpos de los santos victoriosos; y después, a través de ellos, del universo creado. Esto es lo que la Biblia enseña y esto es lo que sucederá en el no tan lejano futuro.

El concepto que nunca podemos perder nuestra salvación una vez que somos salvos está fundado en la idea de que la salvación es la residencia eterna en el Cielo espiritual. Cuando cambiamos nuestra visión de la meta de la salvación a que sea nuestra resurrección de entre los muertos y vida renovada en la tierra, la doctrina de seguridad eterna pierde su fuerza y validez.

Pierde su fuerza porque por “nunca puede ser perdido” quiere decir que iremos al Cielo en lugar de al Infierno cuando muramos; cuando en realidad la resurrección a la vida eterna, no a la residencia en el Cielo, es nuestra meta. Y nuestro comportamiento afecta directamente el tipo de resurrección que tendremos. (¡Este último pensamiento necesita de atención cuidadosa por todos los Cristianos!)

Cuando tenemos la definición verdadera de la salvación, la posición de seguridad eterna pierde su validez ya que el significado mismo de ser salvo, es el ser transformado a la imagen de Cristo y de estar en reposo tranquilo en la voluntad del Padre. Decir que podemos pecar y aún así ser “salvos” es mantener que podemos ser sanados y todavía estar enfermos.

Invitamos al lector a encontrar tres pasajes de las Escrituras en contexto firme que apoyen cualquiera de las seis tradiciones. Si tres pasajes claros en contexto, no suposiciones, ni deducciones, ni implicaciones, ni analogías, ni razonamientos no pueden ser encontrados, entonces sugeriríamos una cuidadosa consideración a lo demás que tenemos que decir con respecto a las seis tradiciones que estamos discutiendo. ¿Puedes @encontrar siquiera un versículo que nos diga que el Señor Jesús vendrá para llevar a Su Iglesia al Cielo? Muy probablemente no.

Entonces examinemos algunos pasajes que revelan lo que las Escrituras realmente dicen acerca del regreso del Señor. Verás inmediatamente que todos están dirigidos hacia el establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra y a traer justicia a las naciones salvas.

El Señor Vendrá Para Llevar A Su Iglesia Al Cielo

Esta tradición está tan atrincherada en nuestras predicaciones e himnos que quizá requiera de una generación o dos para que nuestro énfasis se vuelva hacia el regreso del Señor y a la resurrección de entre los muertos.

“El Señor vendrá para arrebatar y llevarse a Su Esposa”. Qué venerable aspecto de nuestra religión. Pero no se encuentra en las Escrituras.

El Antiguo Testamento, en numerosos pasajes, considera el propósito del regreso de Cristo, del Mesías, como la liberación de Israel y el establecimiento de justicia entre las naciones de la tierra.

Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Se extenderá su soberanía y su paz, y no tendrá fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su Reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo el celo del SEÑOR Todopoderoso. (Isaías 9:6-7-NVI)
Éste es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu, y llevará justicia a las naciones. (Isaías 42:1-NVI)

El Señor Cristo Jesús (y nosotros con Él) vendrá para sentarse en el Trono de David en Jerusalén y desde ese trono traer justicia a las naciones salvas del mundo.

¿Cómo perdimos esta visión? ¿Cómo cambiamos la visión bíblica a una huida de los santos al Cielo? ¿Acaso fue el Gnosticismo? ¿Acaso el Dispensalismo? ¿Qué modelo de interpretación bíblica dominó nuestra esperanza? ¿Fue la noción de que los Gentiles estarían en el Cielo y los Judíos en la tierra? ¿Acaso fue esta posición anti-Paulina la que ha traído tantos estragos a nuestro entendimiento de las Escrituras?

¿Pero acaso el Nuevo Testamento no revela claramente que el Señor vendrá a llevar a Su Iglesia al Cielo?

He escuchado enseñanzas que el Señor vendrá como un ladrón y arrebatará a Su Iglesia. Sin embargo, Pablo declaró en Primera de Tesalonicenses que el Día del Señor no llegará de sorpresa para los santos. Sin embargo, persistimos en este concepto totalmente fuera de las Escrituras.

El Señor verdaderamente vendrá como ladrón, no para robarse cosa alguna, sino para tomar por sorpresa al perverso. ¿Pero no enseñó claramente Pablo que el Señor va a llevar a Su Iglesia al Cielo?

¡No! ¡Nunca! ¡Ni una sola vez!

Pablo enseñó que Jesús regresaría en el poder de Su Reino y destruiría al Anticristo, nunca nada más. ¡Examina las Escrituras!

Dios, que es justo, pagará con sufrimiento a quienes los hacen sufrir a ustedes. Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del señor y de la majestad de su poder, el día en que venga para ser glorificado por medio de sus santos y admirado por todos los que hayan creído, entre los cuales están ustedes porque creyeron el testimonio que les dimos. (2 Tesalonicenses 1:6-10-NVI)

De acuerdo al pasaje anterior, los santos no serán liberados de la tribulación llevándolos al Cielo sino por el regreso del Señor para destruir al Anticristo.

¿Cómo puede algo ser más claro?

¿Pero acaso el Señor en Primera de Tesalonicenses no habló de arrebatar a Sus santos?

Sí lo hizo. Pero si lo notarás, primero fueron resucitados de entre los muertos. Esto los hace invulnerables al Anticristo y a la tribulación aun antes de que Cristo destruya a quienes los persiguieron.

Segundo, nunca son arrebatados al Cielo. No somos resucitados de entre los muertos para poder irnos al Cielo, sino para que podamos vivir eternamente en la tierra. Piénsalo.

No son arrebatados al Cielo sino a las nubes. Ellos van a encontrarse con el Señor cuando Él esté regresando. No resucitan para regresar con el Señor al Cielo. La mayoría de los que serán resucitados en ese día acaban de llegar del Cielo con el Señor. ¿Por qué habrían de regresar? Somos transformados y arrebatados en las nubes para encontrarnos con el Señor a Su regreso para poder descender con Él y destruir al perverso. Así que la enseñanza que los creyentes débiles serán arrebatados al Cielo para que no puedan ser lastimados por el Anticristo o la gran tribulación está totalmente fuera de las Escrituras y es totalmente ilógico.

Es más, la doctrina del arrebato al Cielo está alejando las mentes y los corazones de los creyentes de la importancia de presionar hacia la primera resurrección de entre los muertos, que es el verdadero tema del Día del Señor, dándoles la esperanza, que no está en la Biblia, que en su naturaleza pecaminosa dejarán sus cuerpos y ascenderán al Paraíso donde no volverán a tener problemas. Esta esperanza sale de nuestra naturaleza adámica y no es más que nuestro deseo de escapar del dolor y del terror. No es un deseo para obtener mayor rectitud o conocimiento del Señor.

Cuando Pablo habló sobre su esperanza de ser liberado del cuerpo del pecado y de la muerte era para poder ser libre del pecado y poder guardar la ley moral de Dios. ¡Revisa el contexto!

Los millones de Cristianos que han sido torturados, mutilados, y asesinados a lo largo de los siglos no fueron liberados quitándolos de la tierra. ¿Acaso nosotros somos más favorecidos que ellos que Dios no pueda soportar vernos sufrir?

Las predicaciones que se llevan a cabo en iglesias Evangélicas, agradando como lo hacen a las personas Americanas que aman el placer, son absolutamente repugnantes. Estamos renunciando a nuestra responsabilidad de ser vigilantes sobre la pared. Estamos traicionando a Aquel que murió por nosotros cuando buscamos favores de los creyentes tibios de nuestro día, rehusando presentarles las exigencias del discipulado, diciéndoles que en cualquier momento serán sacados de todo problema.

¿Por qué estamos nosotros, los que profesamos que nos importan las naciones que no conocen a Cristo, tan listos para escapar al reino espiritual? ¿Estamos tan ansiosos de dejar a las personas de la tierra a las tiernas misericordias de Satanás? La verdad es que ¡el avivamiento más grande de todos los tiempos ocurrirá a la hora de la llegada del Señor1

¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del SEÑOR brilla sobre Ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del SEÑOR brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria! Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso. (Isaías 60:1-3-NVI)

El avivamiento más poderoso de todos, está solo un poco más adelante de nosotros. ¿O suponemos, que habiendo sido cegados por la teoría de la Dispensación, que las naciones de la tierra vendrán a la tierra física y a la gente de Israel y no a la Iglesia de Cristo Jesús?

De acuerdo a nuestro entendimiento, la Gloria del Señor caerá sobre la Iglesia a la hora en que Jesús aparezca en las nubes, así como en los días de Noé en que las fuentes del grande abismo fueron rotas antes de que la lluvia comenzara a caer. Yo pienso que esto es lo que el Señor quiso decir cuando Él dijo que su regreso sería como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente. Tan pronto como somos uno en Cristo en el Padre el mundo creerá que es Dios quien ha mandado al Señor Cristo Jesús al mundo. Esto es lo que las Escrituras enseñan e Isaías nos dice cómo sucederá.

No habrá ninguna venida secreta del Señor con excepción de entrar a las personalidades de los santos victoriosos en cumplimiento espiritual a la fiesta solemne de Tabernáculos del Antiguo Testamento (Juan, Capítulo Catorce).

El Cielo Es El Hogar Eterno Del Santo

La idea de que el Cielo es nuestro hogar eterno no se encuentra en las Escrituras. Es una enseñanza del Gnosticismo, como la doctrina de que lo material es perverso y lo espiritual bueno. En realidad, lo opuesto es cierto. No hay nada malo con nuestra carne a excepción de la maldad espiritual que la empuja.

Dios hizo al mundo físico “muy bueno”.

Permítenos señalar que Pablo declaró, con respecto a quienes son resucitados cuando el Señor regrese, “y así estaremos siempre con el Señor”.

No sé tú, pero yo quiero estar con Jesús. Donde esté Jesús, es todo el Cielo que necesito y quiero.

Ahora bien, si queremos saber donde está nuestro hogar eterno, éste está donde está Jesús. ¿Te parece razonable?

Cuando el Señor regrese Él va a establecer Su Reino sobre la tierra. Su cuartel general estará en Jerusalén. De hecho, Él se sentará en el Trono de David en donde estaba ubicado originalmente el Templo de Salomón. Desde ahí gobernará la creación de Dios. Yo creo que todos los que son lavados en la sangre creen en esto, que yo sepa.

Yo no quiero estar en el Cielo cuando Jesús esté en Jerusalén. Yo quiero estar con el Señor, así como lo dijo Pablo.

Cuando se puedan observar el cielo nuevo y la tierra nueva, la nueva Jerusalén descenderá del Cielo y descenderá sobre una montaña alta de la tierra nueva. El trono de Dios y del Cordero estará en la nueva Jerusalén.

Jesús estará por siempre en la tierra nueva gobernando desde la ciudad glorificada de Jerusalén. Yo creo que los que han sido lavados en la sangre también creen en esto.

¿Entonces puedes explicarme cómo es que el Cielo es nuestro hogar eterno cuando estaremos sobre la tierra con el Señor Jesús durante el Reinado de los mil años y después por siempre en la nueva Jerusalén sobre la tierra nueva? Entonces ¿cómo es que el Cielo es nuestro hogar eterno?

El hombre fue creado sobre la tierra y aquí es donde Dios lo quiere. Dios quiere a un hombre con un cuerpo físico viviendo en una tierra física. Claro que el cuerpo físico y la tierra física estarán cubiertas de Gloria Divina, así como el Arca del Testimonio de madera estaba cubierto por fuera y por dentro con oro refinado.

La enseñanza perversa del Gnosticismo es la que desea que el hombre pierda su derecho de estar en un cuerpo físico sobre una tierra física. Este es Satanás tratando de mantener a Cristo, y a quienes pertenecen a Cristo, en el reino espiritual para que él y sus demonios puedan heredar la tierra.

Sin embargo, la tierra es del Señor y su plenitud; el mundo y aquellos que moran en él.

La herencia de Cristo Jesús y Sus coherederos comprende las naciones y los confines de la tierra.

Tú puedes sentarte en el Cielo si quieres con las criaturas de cuatro cabezas y los ángeles. Puedes reclinarte a tu comodidad sobre un mar de vidrio mezclado con fuego.

Pero yo y mi casa estamos destinados a regresar a la tierra. Allí es donde Dios estará, Su Trono habiendo sido establecido por siempre en los corazones de Sus santos.

Todo Creyente Cuando Muera Vivirá En Una Mansión Y Andará Sobre Una Calle De Oro

Nuestra condición entre la hora de nuestra muerte y la hora en que somos resucitados de entre los muertos no es tratada ampliamente en ninguno de los dos Testamentos. El enfoque de la Biblia está en el Día del Señor, el Día del Juicio, la aparición de Cristo, la venida del Reino a la tierra, la hora de la resurrección de entre los muertos. Tenemos una tradición bastante extensa con respecto al estado actual de los muertos pero nuestro entendimiento quizá sea modificado en los próximos días.

Nuestra esperanza de una mansión viene de una desafortunada traducción del término Griego para la palabra moradas o viviendas en Juan 14:2. La calle de oro se encuentra en la nueva Jerusalén, y quizá simbolice el camino de la fe. Parece poco probable que habría una sola calle en una ciudad tan enorme. De cualquier forma, yo personalmente preferiría andar sobre un camino de tierra que sobre una calle de oro. Esto prueba que es más fácil “sacar al niño del campo que el campo del niño.”

Yo creo que poseo la mayoría de los libros que tratan con las visiones que los santos han tenido sobre el Cielo. Me encanta repasarlos de vez en cuando. Reconforta mi espíritu pensar sobre el Paraíso. Me gusta poner mi afecto en las cosas de arriba. ¿Y a ti?

Sin embargo, cuando fui salvo durante la Primera Guerra Mundial, fui enseñado por los Navegantes a aprender la Palabra y a vivir por la Palabra. Entonces tendría prosperidad y luego tendría éxito. He intentado hacer esto durante los últimos 53 años.

Aun cuando me gustaría pensar que iría a tal paraíso cuando muera, yo debo de poner mis esperanzas en lo que las Escrituras realmente dicen. ¿Qué dices tú sobre esto?

Que yo sepa, la única vez en que las Escrituras se acercan a describir el tipo de paraíso en que tenemos esperanza ocurre en el Antiguo Testamento. Los pasajes no tienen que ver con el Paraíso espiritual sino con la Gloria de Dios llenando la tierra, especialmente en el lugar de Jerusalén.

En realidad, Jerusalén está destinado para ser el Trono de Dios, el “Cielo” de la era eterna. Las referencias a los santos fallecidos en el Nuevo Testamento nunca revelan el tipo de ambiente que esperamos encontrar cuando muramos.

Notamos a Moisés y a Elías en el Monte de la Transfiguración discutiendo con Jesús Su muerte. Pablo a veces mencionó su deseo de irse a casa para estar con el Señor. Esto es completamente comprensible dadas las circunstancias de Pablo. Pero Pablo nunca gimió con un anhelo de morir e ir al Cielo. Cuando Pablo gimió fue por la redención de su cuerpo, esto es, por su resurrección a la vida incorruptible. Esto era para que pudiera ser liberado del pecado, porque Pablo era un rabí justo.

El Libro de Hebreos nos dice que estamos rodeados por una nube de testigos. Los muertos están buscando saber lo que Dios está haciendo, ya que la revelación de Dios viene de las personas imperfectas de la tierra, no de los ángeles en el Cielo.

El Apocalipsis 6:9 nos informa que hay almas guardadas bajo el Altar de Dios, probablemente el Altar de Incienso. Ellas no están reposando sino que están suplicándole a Dios que tome venganza sobre aquellos quienes los martirizaron. A estos mártires se les dieron vestiduras blancas.

El Apocalipsis, Capítulo Siete, habla sobre un grupo especial –aquellos que salen de la gran tribulación. Ellos están ante el Trono de Dios y frente al Cordero. El Señor los consuela.

Y luego están aquellos que se describen en el Apocalipsis 5:9,10 que están ansiosos por reinar sobre la tierra.

También hay un grupo parado sobre el mar de vidrio mezclado con fuego que están cantando el canto de Moisés y del Cordero, de esta manera mostrando la continuidad de los pactos.

Por esto podemos observar que el Cielo de nuestras tradiciones no se encuentra en ninguna parte de las Escrituras.

Parece ser probable, y el testimonio de los santos que han regresado de la muerte concuerda con esto, que cuando morimos seremos puestos en una área donde hay personas como nosotros. Seremos “reunidos a nuestra gente”, por así decirlo.

El reino espiritual es un área de reposo para el justo y de tormento para el perverso, hasta que llegue el Día del Señor. Entonces es cuando nuestro destino se decidirá. Es entonces cuando seremos recompensados o castigados, no cuando muramos.

Si queremos ser bíblicos desde este punto en adelante, pongamos nuestros ojos en la resurrección de entre los muertos. Esta era la meta de Pablo, su blanco, su llamado celestial. La residencia en el Cielo espiritual no es nuestro objetivo; la meta de nuestra redención es la resurrección de entre los muertos y la reanudación de la vida sobre la tierra.

Aquí es donde Jesús estará. Aquí es donde deseo estar con mi familia. ¿Cuál es tu esperanza? ¿Cómo pudimos alejarnos tanto de la trayectoria bíblica?

Recibiremos Nuestra Recompensa Cuando Vayamos Al Cielo

No recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al Cielo. Recibiremos nuestra recompensa en el Día del Señor. Todo en las Escrituras apunta hacia el Día del Señor. Si queremos ser bíblicos comencemos a anhelar el Día del Señor y la resurrección de entre los muertos.

La manera en que nos estamos comportando hoy, está definiendo qué tipo de resurrección vamos a experimentar al final.

En una convención reciente nos dijeron que las recompensas de algunos creyentes serán traídas en un montacargas. Los ángeles traerán la recompensa de otros creyentes con unas pinzas. A algunos se les dará una gran montaña de gloria; y a otros, un pañal.

Nuestra recompensa consistirá en gran parte del cuerpo del Cielo que vestirá nuestro cuerpo físico resucitado. El cuerpo celestial que vestirá nuestro cuerpo físico está creciendo ante El Trono de Dios en el Cielo conforme estamos sembrando nuestro cuerpo actual a la muerte y resurrección de Cristo.

En el Día del Señor nuestro cuerpo del Cielo revestirá nuestro cuerpo físico resucitado.

No vamos a ir a una mansión en el Cielo. Nuestra mansión en el Cielo es una casa viviente, que nos vestirá en el Día del Señor.

Realmente, vivimos en esta tienda de campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvestidos sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. (2 Corintios 5:4-NVI)

El Apóstol Pablo anhelaba el Día del Señor, no para recibir la corona de vida cuando muriera sino cuando Jesús regresara.

Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida. (2 Timoteo 4:8-NVI)

El Señor Jesús traerá nuestra recompensa con Él cuando regrese. Estamos guardando tesoros en el Cielo hoy que nos serán regresados cuando el Señor aparezca.

¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. (Apocalipsis 22:12-NVI)

Había un creyente incestuoso en Corinto. Pablo no estaba tratando de meterlo al Cielo sino intentando que su espíritu se salvara en el Día del Señor.

Entreguen a este hombre a Satanás para destrucción de su naturaleza pecaminosa a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor. (1 Corintios 5:5-NVI)

Nosotros tenemos vida eterna ahora en nuestra naturaleza interna. Pero cuando la Biblia dice que de tal manera amó Dios al mundo que dio a Su Hijo para que todo aquel que en él crea no se pierda mas tenga vida eterna, se está refiriendo a ser resucitado a la vida en nuestro cuerpo en el Día de Cristo, y no ser arrojado en nuestro cuerpo al Lago de Fuego.

Pon mucha atención a lo siguiente y quizá cambie tu teología:

Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, cuando él venga, los que le pertenecen. (1 Corintios 15:22,23-NVI)

Aquellos que le pertenecen a Cristo serán vivificados cuando Él regrese. Tenemos vida eterna ahora en nuestra naturaleza interior. La vida eterna que tenemos ahora es una primicia de la vida que vivificará (recuperará) nuestro cuerpo mortal en el Día del Señor.

Cuando Pablo dijo que la paga del pecado es la muerte, o que si caminamos en la carne moriremos, él le estaba hablando a creyentes (revisa el contexto). Pablo quiso decir que si nosotros quienes somos Cristianos seguimos viviendo tras la naturaleza pecaminosa cosecharemos corrupción. Cosecharemos corrupción en que nuestra vida eterna interior será ahogada, como en la parábola del sembrador, y en el Día del Señor no habrá vida de resurrección interior que vivifique nuestro cuerpo mortal.

Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. (Romanos 8:11-13-NVI)
No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. (Gálatas 6:7,8-NVI)

Por favor ten en mente que los dos pasajes anteriores fueron dirigidos a los Cristianos, no a los que no son salvos. Nosotros los que somos creyentes debemos de siempre mantener nuestra vista en obtener la resurrección a la vida eterna. Obtenemos vida eterna alejándonos de toda distracción y prosiguiendo hacia el blanco puesto ante nosotros. Ese blanco es la resurrección “el diezmo de”, la primera resurrección, la resurrección que sucederá cuando el Señor Jesús aparezca desde el Cielo con Sus ángeles santos.

Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos. (Filipenses 3:11-NVI)

El término “resurrección” como se emplea en el versículo anterior tiene un prefijo que significa “fuera de”. La idea es de una primera resurrección de entre los muertos. Es la resurrección a la corona de vida usada por el sacerdocio santo. La primera resurrección debe de ser alcanzada poniendo a un lado todo lo demás para que podamos aprender a vivir por el poder de la resurrección misma de Cristo y por la comunión de Sus sufrimientos.

De todo esto podemos fácilmente ver porqué es tan importante que nuestra meta sea la de alcanzar la primera resurrección, mientras que nuestra corta estancia en el Cielo aunque (en un plano trascendental) es un tiempo de reposo hasta que la vida humana verdadera sea reanudada en amor, gozo, y paz en el Espíritu Santo.

Pero tú, persevera hasta el fin y descansa, que al final de los tiempos te levantarás para recibir tu recompensa. (Daniel 12:13-NVI)

Nuestro Cuerpo Físico No Será Resucitado De Entre Los Muertos

Si alguien le preguntara a un Cristiano Fundamentalista si él cree que será resucitado de entre los muertos, su respuesta sería, “¡Claro que sí!“.

Mas aun, nosotros los creyentes de hoy en día somos imprecisos con respecto a la doctrina de la resurrección. Nuestra tradición nos está guiando en una dirección que rechaza que la resurrección de entre los muertos es física y literal. Sin embargo la resurrección del cuerpo del santo es la esperanza principal de la salvación Cristiana.

Todo el Capítulo Quince del Libro de Primera de Corintios está dedicado a defender la resurrección corporal de los santos, posiblemente debido a la enseñanza Gnóstica.

Quizá una de las razones para la confusión sobre la resurrección del cuerpo, es la enseñanza de Pablo en el Quinto Capítulo de Segunda de Corintios sobre el cuerpo del Cielo. Nosotros sí tenemos un cuerpo en el Cielo que está siendo formado de acuerdo a nuestra conducta sobre la tierra. Pero este no es el cuerpo resucitado. El cuerpo resucitado será nuestro cuerpo físico que ha muerto y ha sido enterrado, y luego resucitado por la voz de Cristo.

Otro punto de confusión, es la declaración de Pablo en Primera de Corintios:

No plantas el cuerpo que luego ha de nacer sino que siembras una simple semilla de trigo o de otro grano. (1 Corintios 15:37-NVI)

El versículo anterior podría ser interpretado como que nuestro cuerpo de hoy no será el mismo cuerpo del más allá, y que por esto nuestro cuerpo actual no es el cuerpo de la resurrección.

Si este fuera el caso, estaría contradiciendo el argumento presentado en todo el capítulo.

Lo que Pablo está diciendo es que después de la resurrección nuestro cuerpo será diferente en sustancia, y no que tendremos otro cuerpo que no es nuestro. Él está señalando que cuando un campesino siembra trigo, él está sembrando solo semillas, y no el tallo y la cabecilla que tendrá después de que germine y crezca.

Nuestro cuerpo actual es una semilla. Lo estamos sembrando a la muerte y resurrección de Cristo Jesús. En el Día del Señor será resucitado y luego maravillosamente glorificado.

Pero, como nos advierte Pablo tantas veces, si no sembramos nuestro cuerpo actual a la muerte y resurrección de Cristo Jesús, si no presentamos nuestro cuerpo un sacrificio vivo, si continuamos caminando en los apetitos y las lujurias de nuestra naturaleza pecaminosa, mataremos nuestra propia resurrección. En el Día del Señor nuestro cuerpo actual será resucitado pero en un estado de corrupción.

Es por el motivo presentado en el párrafo anterior que nuestra enseñanza Gnóstica-Cristiana actual es tan destructiva. Si estamos siguiendo el punto de vista Gnóstico que la salvación es la huida de nuestra naturaleza espiritual interior al Palacio espiritual, entonces mucho de lo que Pablo escribió sobre cosechar corrupción no tiene sentido. Nuestro espíritu se va al Paraíso por gracia, así que ¿a quién le importa si cosechamos a nuestra carne o no? Podemos continuar en nuestra “seguridad eterna”.

Pero si el punto de vista Gnóstico es una mentira satánica, que sí lo es, y continuamos viviendo en la naturaleza pecaminosa, comiendo, durmiendo, jugando, trabajando, reproduciendo, dándole poca importancia a proseguir en Cristo cada día, entonces en el Día de Cristo no nos será dada una morada glorificada del Cielo. Entraremos en el Reino de Dios (¡sí es que se nos permite entrar!) como un espíritu desnudo, objeto de vergüenza y desprecio eterno.

Y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetua. (Daniel 12:2-NVI)

Cuando pensamos en nuestro destino, pensamos en el Cielo o en el Infierno. Mientras que seguramente sí hay un Cielo real y un Infierno real, la enseñanza principal del Nuevo Testamento no está basada en esta división tan simple. De hecho, el Apóstol Pablo no utiliza el término “Infierno” en ninguna de sus Epístolas, lo cual no sería el caso si la liberación del Infierno fuera el tema central del Evangelio del Reino.

La enseñanza principal de Cristo y de Sus Apóstoles es la vida eterna, esto es, la obtención de la vida de resurrección. Es en la vida en lo que se hace hincapié en los Evangelios y en las Epístolas, no la residencia en el Cielo.

Esto no implica que el Infierno y el Lago de Fuego sean lugares que no se deban de temer. Las Escrituras enseñan que aquellos cuyos nombres no se encuentren en el Libro de la Vida serán arrojados al Lago de Fuego. Aquellos que sean arrojados al Lago de Fuego serán personalidades enteras –carne y huesos, alma, y espíritu resucitado. Estas personalidades perecerán en cuanto a que ya no podrán moverse alrededor de la creación de Dios, pero nunca cesarán de existir. Ellos estarán en tormento sin fin.

Ellos serán vistos con desprecio por los miembros de las naciones salvas.

Sucederá que de una luna nueva a otra, y de un sábado a otro, toda la humanidad vendrá a postrarse ante mí –dice el SEÑOR-. Entonces saldrán y contemplarán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí. (Isaías 66:23,24-NVI)
Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno. (Mateo 5:29-NVI)

Hay varios destinos diferentes posibles para los justos, ya que Jesús habló del que es grande y del que es pequeño en el Reino; y Pablo habló de ser salvo así como por fuego.

El concepto Cielo-Infierno es más Gnóstico que Cristiano. La idea de la salvación Cristiana no es que la naturaleza espiritual interior del hombre entre al Paraíso espiritual. La salvación Cristiana es la cultura de Cristo en la naturaleza interior, para que a la venida del Señor, el hombre exterior pueda ser resucitado de entre los muertos y ser lleno de Cristo. La salvación Cristiana es de victoria, de superar el pecado y la muerte a través de la Vida de Cristo Jesús, y después de la restauración del Paraíso sobre la tierra, y no sólo de escapar el tormento. La Gloria del Señor cubrirá la tierra así como las aguas cubren al mar (como las aguas de vida eterna cubren el mar muerto de la humanidad). Esto es la salvación. Esto es la redención. Esto es el Reino de Dios que está próximo.

La salvación Cristiana es infinitamente superior a la filosofía Gnóstica. Saquemos a patadas todo rastro de pensamiento Gnóstico que podamos encontrar. Saquémoslo de aquí así como los Judíos sacaban toda levadura de sus hogares durante la Pascua. Saquemos hasta su olor de nuestras asambleas y comencemos a preparar a la gente para el Día del Señor y para la resurrección de entre los muertos.

La ascensión a las nubes para encontrarnos con el Señor no es la redención, solo es un acto del poder del Reino.

Una vez que obtengas la primera resurrección de entre los muertos tu destino estará establecido. Podrías permanecer sobre la tierra en justicia, paz, y gozo. Pero serás arrebatado a las nubes a encontrarte con el Señor a Su venida para que puedas descender con Él y echar la ira de Dios sobre el perverso.

No tienes porque preocuparte de estar aquí cuando la ira de Dios caiga sobre la tierra. Tú serás el que estará aplicando la ira; ¡Si es que estás viviendo como un santo victorioso!

Que broten de su garganta alabanzas a Dios, y haya en sus manos una espada de dos filos para que tomen venganza de las naciones y castiguen a los pueblos; para que sujeten a sus reyes con cadenas; a sus nobles con grilletes de hierro; para que se cumpla en ellos la sentencia escrita. ¡Ésta será la gloria de todos sus fieles! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! (Salmo 149:6-9-NVI)

Pablo nunca gimió que pudiera morir e irse al Cielo. Sí dijo que le gustaría morir y estar en casa con el Señor. ¿Y a quién no le gustaría, dadas las circunstancias de Pablo? Pero los gemidos de Pablo fueron por la redención, por la salvación de su cuerpo mortal, por la resurrección de entre los muertos, por el cambio a una vida resucitada, justa, e incorruptible.

Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. (Romanos 8:11-NVI)
Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. (Romanos 8:23-NVI)
Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: La muerte ha sido devorada por la victoria. (1 Corintios 15:54-NVI)
Realmente, vivimos en esta tienda de campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvestidos sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. (2 Corintios 5:4 –NVI)
Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos. (Filipenses 3:11-NVI)
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas. (Filipenses 3:20,21-NVI)

¿Puedes ver en el pasaje anterior que Pablo no estaba esperando morir e ir al Cielo sino que Cristo viniera desde el Cielo y cambiara el cuerpo de Pablo?

Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. (1 Juan 3:2-NVI)

¿Te es claro que los Apóstoles estaban buscando que su salvación viniera con el regreso del Señor del Cielo? Cuando Él aparezca seremos como Él. Todo en el reino espiritual está ansiosamente esperando la aparición de Cristo. Unámonos al grupo.

Nunca Podemos Perder Nuestra Salvación Una Vez Que Hemos Sido Salvos

El resultado de muchos años de enseñanza sobre la gracia y el Cielo es la convicción profunda en muchos, si no en la mayoría, de los Evangélicos que una vez que una persona ha sido salva ya nunca puede perder esta salvación.

Hay varios versículos en el Nuevo Testamento que rotundamente contradicen esta posición, pero eruditos y maestros Evangélicos usan razonamiento deductivo, analogías, y a veces hasta el idioma Griego para probar que una vez que una persona realmente es salva nunca puede perder esta salvación.

Un problema que se presenta es que se utilizan definiciones que no están en las Escrituras de lo que es ser salvo y lo que es estar perdido, y por esto un error está construido sobre otro error.

Debido a la influencia Gnóstica, el ser salvo significa que el aspecto interior espiritual de la personalidad entra al Paraíso espiritual cuando muere, para residir ahí por siempre. Debido a la traducción desafortunada de habitaciones, o moradas, en Juan 14:2, como “mansiones”, tenemos la convincente tradición de que salvo significa que iremos a una mansión en el reino espiritual para vivir por siempre, aparentemente sin hacer nada de importancia.

¿No sería esto fabuloso para Satanás? ¡Toda la Iglesia en mansiones en el Cielo mientras que Satanás hereda la tierra!

Si la salvación es definida correctamente como remover de nosotros a la persona y el comportamiento de Satanás y colocación de Cristo y su comportamiento dentro de la Persona, entonces vemos que el argumento de que una persona que ha conocido a Cristo nunca puede perder su salvación, pierde bastante validez. Si el ser salvo es ser creado en la imagen de Cristo y llevado al reposo tranquilo en el Padre por medio de Cristo, y perder la salvación es ser rechazado del programa de transformación y unión con Dios, entonces tenemos una base sólida sobre la que podemos proceder con nuestro argumento.

El Señor Jesús declaró en el Evangelio que cuando Él regrese Él valorará nuestro servicio. Si hemos administrado sabiamente y diligentemente nuestros talentos del Reino seremos confiados como gobernadores. Pero, si no hemos administrado sabia y diligentemente nuestros talentos del Reino seremos echados afuera a las tinieblas.

Sabemos que esto es cierto porque el Hijo de Dios lo dijo. La pregunta es, ¿podemos ser echados fuera a las tinieblas? ¿Te gustaría ser echado afuera a las tinieblas? ¿Considerarías que habías sido salvo?

Parece haber tres razones posibles para que personas Cristianas, inteligentes, y devotas usen cualquier medio a su disposición para probar que los varios pasajes bíblicos que dicen, que quienes no sirvan a Cristo, aun así, no serán perdidos a los propósitos de Dios.

Ellos desean seguir pecando en alguna área de su vida y de ninguna manera quieren preocuparse de que pueden ir a parar en el Infierno.

Ellos temen que con todo y sus esfuerzos de todos modos no alcancen los requisitos de Dios e irán al Infierno.

Ellos creen que Dios es tan amoroso que nunca los mandaría al Infierno.

En respuesta, permítenos decir:

No podemos pecar voluntariamente y esperar recibir nada menos que la ira de Dios. Simplemente no podemos desobedecer a nuestro Padre celestial voluntariamente a sabiendas y aun así ser admitido al Paraíso de Dios. No hay una fórmula religiosa que garantice la salvación al creyente que está guardando alguna parte de su personalidad fuera de la voluntad de Cristo.

En cuanto al temeroso, hay varias Escrituras que nos aseguran que Cristo nos salvará si le servimos diligentemente y fielmente. Ningún poder de arriba en el Cielo, o de abajo en la tierra, o de las regiones oscuras bajo la tierra se acerca a poder quitarnos de la protección de Dios. Cristo terminará lo que ha comenzado en nosotros, pero sólo si seguimos sirviéndole con nuestro mejor esfuerzo.

Si no servimos a Cristo diligentemente y fielmente, entonces los comentarios de Cristo en el Evangelio acerca de cómo Él tratará a Sus siervos infieles se aplicarán a nosotros. ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Acaso las Palabras de Cristo Jesús en los Evangelios han pasado de moda y han sido suplantadas por sólo los escritos de los Apóstoles, como algunos se han imaginado? ¿Crees esto? ¡Yo ciertamente que no!

A aquellos que insisten que Cristo continuará bendiciéndolos aun cuando no Le sirvan como mejor puedan, les respondemos que ustedes están equivocados y sus futuros ciertamente son poco prometedores. ¡Están siendo frívolos con el Rey!

Con respecto al amor de Dios, éste llevó a Cristo Jesús a la cruz. Ninguna persona puede comprender la profundidad del amor de Dios. También es cierto que ninguna persona puede entender la profundidad de la ira de Dios. Ningún castigo ni tortura impuesta en un ser humano por otros seres humanos puede acercarse en horror a la existencia sin fin en el lago que quema con fuego y azufre. Aquí podemos escapar al dolor desmayándonos o muriendo. ¡No hay escapatoria en el reino espiritual!

La siguiente vez que alguien te diga que un creyente nunca perderá su salvación, no importa lo que haga, pregúntale sobre la parábola de los talentos; pregúntale sobre la parábola de las vírgenes prudentes y de las insensatas. Pregúntale por qué Judas nos revela que el Señor habiendo salvado a la gente para salir de Egipto después destruyó a aquellos que no creyeron. Si este incidente de la historia no es aplicable a la salvación Cristiana, ¿por qué Judas y el escritor de Hebreos utilizan la historia de Israel para señalar el peligro de no proseguir hacia adelante con Dios?

Hay una serpiente, un espíritu perverso trabajando en la teología Cristiana. Esta nos dice que no importa lo que hagamos “ciertamente no moriremos.” Esta serpiente evita que creyentes inteligentes y devotos perciban lo que claramente dicen las incambiables Escrituras.

Hemos perdido el temor de Dios en América y por esto no somos sabios. Dios en su bondad nos está hablando para que nos arrepintamos, para que nos alejemos de nuestra mundanería, de nuestras pasiones corporales, y de nuestra propia voluntad y ambiciones personales. Si volteamos hacia el Señor Cristo Jesús y comenzamos a servirle como es debido, nos salvaremos a nosotros y a nuestra nación. Pero si continuamos desobedeciendo los mandamientos de Cristo, manteniendo tercamente que no importa lo que hagamos y que no podemos perder el programa de redención, nos ponemos en un gran peligro espiritual y nuestra nación experimentará un holocausto peor que el de Israel.

Por favor no esperes para ver si estoy en lo correcto.

El Señor Jesús dijo claramente que si una rama en Él no da fruto éste es cortado de la Vid, esto es, de Él mismo. No puede haber argumento sobre esto. Esto es lo que el Hijo de Dios dijo. El fruto que se da en una rama en Cristo es la imagen de Cristo en el creyente, y en quienes el creyente influencia. Yo creo que la mayoría de los Evangélicos estarían de acuerdo con esto.

Ahora bien, si no producimos el fruto de parecernos a Cristo en nuestra personalidad y en la personalidad de quienes influenciamos, seremos cortados de Cristo. Nadie puede negar esto. Sin embargo, la pregunta continúa, ¿qué significa ser cortado de Cristo?

El Evangélico dirá, quizá seamos cortados de Cristo si no producimos fruto pero aun así seremos salvos. Esta respuesta revela que el individuo se está aferrando ciegamente a un concepto Gnóstico de la salvación, esto es, residencia eterna en el Paraíso espiritual.

“No me importa si soy cortado de Cristo mientras que pueda irme a mi mansión en el Cielo.”

Este es el tipo de pensamiento que se abunda hoy.

La verdad es que si eres cortado de Cristo, y eres cortado de Dios, ¡Estás perdido!

Un argumento principal utilizado por los fundamentalistas es que si pecamos y perdemos la Presencia de Dios nunca fuimos salvos para empezar. Así es como los eruditos contemporáneos le dan la vuelta a los versículos de apertura del Capítulo Seis del Libro de Hebreos.

Lo que ellos están declarando es que si eres un Cristiano que está pecando, no eres verdaderamente salvo. Así ellos están reforzando nuestra posición que la única prueba de tener la salvación es una vida de rectitud.

Cada vez que tropezamos (¿y quién de nosotros no se tropieza de vez en cuando?), creeríamos que nunca fuimos realmente salvos. Así su argumento se debilita cuando es puesto bajo ataque.

Dios nos ha dado la oportunidad para confesar nuestros pecados y de alejarnos de ellos. Entonces la sangre de Cristo perdona nuestros pecados y nos purifica de toda maldad.

Pero aquel creyente que no está presentando su cuerpo como sacrificio vivo, que no se está negando a sí mismo, tomando su cruz y siguiendo a Jesús, que está viviendo en su naturaleza pecaminosa, que no ora todos los días, que no medita en las Escrituras, que no busca primero el Reino de Dios –yo te diré, en el nombre de Jesús, que ese individuo está cerca del fuego.

¿Será finalmente cortado de la salvación de Dios? Solo Cristo decidirá eso en el Día del Juicio.

Pero, por favor, comprende que solo porque hemos hecho una profesión de fe en Cristo Jesús como Señor y Salvador no significa que nunca podemos ser eliminados del programa de redención. Esta posición contradice muchos pasajes claros de las Escrituras.

¿Recuerdas la mentira de Satanás en el principio? Ciertamente “no morirás.”

Este es el mensaje predicado desde muchos púlpitos fundamentalistas de hoy en día. Aun cuando Pablo dijo que morirás si caminas en la naturaleza pecaminosa, ciertamente no morirás.

Si le dices a alguien, “no importa cómo corras, ganarás la carrera”, el corredor no dará su máximo esfuerzo.

Si le dices a un boxeador, “no importa lo que hagas, ganarás la pelea”, él no va a levantarse, tambaleante de la lona del cuadrilátero para dar unos cuantos golpes más.

Si le dices a una persona “aunque trabajes o no, todas tus cuentas serán pagadas”, el individuo quizá se acueste en su cama y no haga ningún esfuerzo por ganarse la vida.

Esto es lo que Satanás ha hecho para quitarle la devoción a los Cristianos. “Es verdad que el Apocalipsis dice que obtendrás la corona sólo si sales vencedor, pero no te preocupes, heredarás el Reino por gracia.” Esta es la suposición actual.

La mentira de seguridad eterna quizá sea la más dañina de todas las tradiciones que no están en las Escrituras.

Déjame decirte que una persona puede aceptar a Cristo, volver a nacer, hablar en lenguas, trabajar en el ministerio, y luego alejarse de Dios, sin proseguir hacia adelante al reposo de Dios. ¿Cuál será su porción cuando regrese el Señor? ¡La oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes!

Este principio del Reino está dado en el Libro de Ezequiel. Si el impío se aparta de su mal camino y comienza a practicar justicia, su maldad no le será mencionada. Si el justo se aparta de su justicia y comienza a practicar la maldad, su justicia no le será mencionada.

La salvación, el programa de formarnos a la imagen de Cristo y de llevarnos al reposo tranquilo en el Padre por medio de Cristo, tiene un comienzo específico, un programa específico, y una conclusión específica. No puedes decir que finalmente eres “salvo” hasta que hayas terminado el programa. ¿Es esto lo que el Hijo de Dios dijo? “Pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo”.

Las notas al pie de la página de mi edición Evangélica de las Escrituras dicen que no es cierto que debemos de perseverar hasta el final para ser salvos. El Hijo de Dios dijo que debíamos de perseverar hasta el final para ser salvos. La tradición Evangélica contiene muchos errores, errores que Dios desea corregir en nuestro día.

Podemos decir con veracidad, “Fui salvo cuando recibí a Cristo; ahora estoy trabajando en mi salvación; y espero ser salvo cuando aparezca el Señor”. Somos salvos por la esperanza, la Biblia nos lo dice.

La salvación es transformación. La salvación es reposo en la voluntad perfecta de Dios. Decir que somos salvos cuando no estamos siendo transformados, cuando no estamos haciendo la voluntad perfecta de Dios (no existe la voluntad tolerante de Dios –otra mentira desde el Infierno), es manifestar un punto de vista Gnóstico de la salvación, no un entendimiento Cristiano.

De mi parte, yo creo en las Escrituras desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Si nuestras tradiciones no están en línea con la Escrituras, entonces, fuera tradiciones! Solo la Biblia nos mantendrá firmes en los días venideros conforme Dios reta al ángel de las iglesias Evangélicas y pelea contra nosotros con la espada de Su boca.

Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. (Mateo 10:22-NVI)
Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía. (Juan 15:2-NVI)
Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado. (1 Corintios 9:27-NVI)
Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5:19-21-NVI)
¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. (Hebreos 2:3-NVI)
Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio. (Hebreos 3:14-NVI)
Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública. Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella, y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios. En cambio, cuando produce espinos y cardos, no vale nada; está a punto de ser maldecida, y acabará por ser quemada. (Hebreos 6:4-8-NVI)
Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados. Sólo queda una terrible expectativa de juicio, el fuego ardiente que ha de devorar a los enemigos de Dios. (Hebreos 10:26,27-NVI)
Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos; y de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor. Después, como ya saben, cuando quiso heredar esa bendición, fue rechazado: No se le dio lugar para el arrepentimiento, aunque con lágrimas buscó la bendición. (Hebreos 12:15-17-NVI)

Lo anterior no fue escrito para los que no son salvos, sino para los Cristianos Hebreos. ¿Por qué habría el Espíritu Santo de escribir a personas Cristianas con respecto a Esaú, si su rechazo inmutable no se aplica a la salvación Cristiana? Creo que debemos de regresar al pizarrón.

Si habiendo escapado de la contaminación del mundo por haber conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al principio. Más les hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que abandonarlo después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio. En su caso ha sucedido lo que acertadamente afirman estos proverbios: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada, a revolcarse en el lodo. (2 Pedro 2:20-22-NVI)
El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. (Apocalipsis 3:5-NVI)

¿Acaso el versículo anterior implica que algunos creyentes en Sardis estaban en peligro de que su nombre fuese borrado del Libro de la Vida? Ninguno de los pasajes bíblicos anteriores fue dirigido a las personas que no son salvas, sino solamente a personas Cristianas.

¿Te parece que una persona que haya puesto su brazo al arado y volviera su vista para atrás sea apta para el Reino de Dios?

No conozco ningún pasaje claro de las Escrituras que diga que una vez que aceptamos a Cristo nunca podemos perder la salvación. ¿Y tú? Los eruditos apoyan esta postura con razonamiento deductivo, con analogías, con suposiciones, con apelaciones a la Naturaleza amorosa de Dios, y a veces hasta con las complejidades del lenguaje Griego.

En ocasiones citan los versículos asegurando al creyente que lo que Cristo ha comenzado Él lo terminará.

Sin embargo, se descuidan en señalar que aunque Cristo nunca romperá el contrato de salvación, nosotros sí lo podemos hacer. Cristo tiene el poder y la buena voluntad de mantenernos victoriosos hasta el final de nuestro discipulado. Pero si no oramos cada día y obtenemos ayuda de Dios para lograr que guardemos los mandamientos de Cristo y de Sus Apóstoles, nos descalificamos a notros mismos del programa de redención.

Aquellos que enseñan que una vez salvos siempre salvos no tienen un pasaje bíblico claro que sostenga su contexto para verificar su conclusión. Pero nosotros acabamos de presentarte varios pasajes bíblicos claros dos en sus contextos inmediatos, en los contextos de los libros en que fueron escritos, y en el contexto de todas las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Tan sólo la parábola del sembrador debería bastar para enseñarnos este fundamental principio Cristiano, ya que nos dice que la Palabra de vida puede germinar en nuestra personalidad y luego ser ahogada sin producir fruto que perdure a la venida del Señor.

Conclusión

Por esto mantenemos, creyendo que tenemos el apoyo firme de las Escrituras, lo cual no aparentan tener los que sostienen las seis tradiciones, que necesitamos urgentemente una reformación al pensamiento Evangélico.

Desde nuestro punto de vista:

De ninguna manera puede sustentarse con pasajes claros de las Escrituras, en su contexto, la tradición que el Señor vendrá para llevar a Su Iglesia al Cielo.

De ninguna manera puede sustentarse con pasajes claros de las Escrituras, en su contexto, la tradición que el Cielo es el hogar eterno del santo.

De ninguna manera puede sustentarse con pasajes claros de las Escrituras, en su contexto, la tradición que todo creyente cuando muera vivirá en una mansión y andará sobre una calle de oro.

De ninguna manera puede sustentarse con pasajes claros de las Escrituras, en su contexto, la tradición que recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al Cielo.

De ninguna manera puede sustentarse con pasajes claros de las Escrituras, en su contexto, la tradición que nuestro cuerpo físico no será resucitado de entre los muertos.

De ninguna manera puede sustentarse con pasajes claros de las Escrituras, en su contexto, la tradición que nunca podemos perder nuestra salvación una vez que hemos sido salvos.

Si esto es cierto, y estamos abiertos a que cualquiera nos muestre con las Escrituras que estamos incorrectos, entonces los pastores y los maestros necesitan modificar su predicación y enseñanza en éstos puntos.

Todos sabemos que Dios desea justicia y que la meta del pacto nuevo es producir personas justas. Ningún Cristiano verdadero estaría en desacuerdo con esta declaración.

Todos sabemos que el mundo nuevo será, como dice Pedro, un mundo de justicia. No será un mundo de justicia imputada, ya que el comportamiento de los ciudadanos cuyas únicas justicias son aquellas que le han sido imputadas, pronto lo convertirían un infierno. Será un mundo de justicia real. Todos creemos esto.

Todos sabemos que Cristo es justo, Sus Apóstoles son justos, y Dios espera justicia de todos nosotros. Dios es santo y sin santidad ningún creyente verá al Señor. Y esto significa verdadera santidad de personalidad, no santidad imputada.

Todos sabemos que el único testimonio que el mundo creerá es el testimonio de las obras de justicia de parte de los Cristianos. Esta es la verdadera luz del mundo –la Naturaleza justa de Cristo siendo manifestada en Su gente.

Ahora bien, las seis tradiciones que hemos mencionado trabajan en contra de estos hechos bíblicos que todos creemos.

La idea de que el Señor vendrá para llevar a Su Iglesia al Cielo, aleja nuestra mirada de la llegada del Reino de Dios a la tierra, y el establecimiento de justicia entre las naciones. La proposición de Dispensación que los creyentes Gentiles estarán en mansiones en el Cielo mientras que el Reino de Dios en la tierra consistirá de creyentes Judíos está muy alejada de las Escrituras, es tan irreal, tan ilógica, y tan inútil, que ni siquiera merece discusión.

La idea de que el Cielo sea el hogar eterno del santo, hace que la mayoría de la Biblia sea incomprensible.

Muchos pasajes de la Biblia, en ambos Testamentos, hablan de la venida del Reino de Dios a la tierra.

La tradición que cuando muramos y entremos al Cielo viviremos en una hermosa mansión y andaremos por los alrededores sobre una calle de oro, nos deja con la idea de que aunque no tengamos a Cristo formado en nosotros, estaremos en tal ambiente superior que, a quien le importará? Quizá hayamos olvidado que el hombre en un tiempo estuvo en el Paraíso sobre la tierra y no pudo mantenerla porque él mismo no había sido transformado. ¿Queremos que la misma tragedia ocurra nuevamente? No fuimos hechos en el reino espiritual, como lo fueron los ángeles, y no pertenecemos ahí. Fuimos creados sobre la tierra y aquí es donde por derecho pertenecemos.

La tradición de que recibiremos nuestra recompensa cuando vayamos al Cielo elimina de nuestro pensamiento la realidad del Día de Cristo. Debemos de estar ansiando el Día de la Resurrección, la hora en que recibiremos el cuerpo, el manto formado de nuestra siembra a la muerte y resurrección de Cristo durante la etapa de nuestro discipulado sobre la tierra.

La tradición de que nuestro cuerpo físico no será resucitado de entre los muertos le resta importancia a la necesidad de superar las obras de la carne. La suposición que nunca enfrentaremos las consecuencias de lo que hemos hecho en la carne, nos da una impresión falsa de la realidad. Toda persona que haya vivido sobre la tierra será llamada para salir de la sepultura y dar un recuento de su comportamiento, aun que haya estado muerto y viviendo en el reino espiritual por dos mil años. Adán y Eva serán convocados de entre los muertos por Cristo Jesús para dar cuenta de sus comportamientos.

En una ocasión, cuando íbamos en un viaje por coche atravesando el país, nos paramos en un restaurante. Estábamos cansados, sucios, nuestra ropa estaba arrugada, y el cabello despeinado. Queríamos comer y seguir nuestro camino.

No estábamos presentables, pero dijimos, “Ellos nunca nos volverán a ver, así que no importa cómo nos vemos”. ¿Alguna vez has hecho esto?

Bueno, cuando enseñamos que nunca volveremos a ver nuestro cuerpo, este tipo de pensamiento toma lugar. Si nos damos cuenta que seremos llamados en nuestros cuerpos para responder por cómo nos hemos comportado en el cuerpo, quizá tendríamos más cuidado de cómo hablamos y actuamos. ¡No existe escapatoria de la voz de Cristo Jesús en ese Día!

La peor mentira de todas es la tradición de que nunca podemos perder nuestra salvación. Me pregunto qué sucedería si todos los líderes Cristianos anunciaran en sus iglesias que, al menos que los creyentes vivan de acuerdo a los mandamientos del Nuevo Testamento, dados por Cristo y por Sus Apóstoles, enfrentarán a un Cristo enojado en el Día de la Resurrección.

Yo creo que habría, por lo menos en los Estados Unidos, arrepentimiento nacional.

¿Pero cómo reaccionarían los Norteamericanos? ¿Enojados? ¿Incrédulos? ¿Buscarían iglesias que les dijeran que aunque no sirvan a Cristo de todos modos escucharán “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!”?

¿De todos modos brincarían junto a sus bancos para prepararse para un “rapto” que no está en las Escrituras para que los libere de las dificultades? Probablemente no si se dieran cuenta de que si fueran arrebatados en su condición actual de tibieza, enfrentarían el fuego de la ira de Dios debido a su mundanería, su lujuria, y la desobediencia ocasionada por su propia voluntad.

Temo que si los líderes Cristianos no preparan a la gente advirtiéndoles, que hemos seguido tradiciones incorrectas, los líderes al igual que sus congregaciones no encontrarán que la vida después de la muerte era el paraíso que estaban esperando.

¿Tiene esto sentido para ti?

(“Seis Tradiciones Que No Están En Las Escrituras”, 4145-1)

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