LA ADMINISTRACION DEL REINO DE DIOS

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducción de Carmen Alvarez


Es posible que el tema central del Cristianismo en nuestros días sea la administración del Reino de Dios.

Nunca antes habían estado tan difundidos entre los creyentes los dones y ministerios del Espíritu Santo. Pero esta familiaridad con el poder y la habilidad del Espíritu Santo está creando un problema. Los líderes Cristianos, quizá con la mejor de las intenciones, están buscando usar el Espíritu Santo según sus propias nociones de lo que debe hacerse en el Reino, de cómo deben administrarse los recursos del Reino. La cuestión tiene que ver con la mente y los deseos del hombre en comparación con la mente y los deseos de Cristo como el origen de la dirección y de lo que se práctica.

¿Estoy yo o está Jesús en control de las cosas del Reino? Ésta es la gran pregunta que enfrentamos cada uno de nosotros.


LA ADMINISTRACIÓN DEL REINO DE DIOS

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. (Romanos 12:1, 2-NVI)

Podemos leer en el Capítulo Trece del Libro de Apocalipsis que el Profeta Falso apoyará al Anticristo. Según lo entendemos nosotros, el Anticristo es el hombre administrando el sistema político y el Profeta Falso es el hombre administrando el sistema religioso.

Pensemos por un momento en la Trinidad. Son tres las Personas de la Trinidad. Aunque las tres Personas son Una sola, ellas nunca se confunden en cuanto a Su identidad. El Padre es de Quien debemos llevar a cabo Su voluntad en el Reino de Dios. El Señor Jesús es el Verbo, la Palabra del Padre, la Expresión de la Persona del Padre. El Espíritu Santo es la sabiduría y el poder del Padre quien creó el universo según la voluntad del Padre expresado por medio del Administrador, el Señor Cristo Jesús.

El Señor Jesús vino para llevarnos al Padre. Él es el camino al Padre.

El Señor Jesús es el Novio de la Iglesia así como también es el Hijo amado del Padre.

El Señor Jesús es el Cordero de Dios quien murió como sacrificio por nuestros pecados.

Le place al Padre que todo el universo se convierta en la expresión del Hijo. El Hijo se volverá el Centro y la Circunferencia de todas las cosas.

Le place al Padre también que los santos sean la plenitud del Hijo. El Padre ama a los santos como ama al Hijo.

El Hijo es el Rey. Su cetro es la justicia. Él es la Persona Fiel que viene del Padre. Le ha sido otorgado al Hijo que gobierne, que administre todas las riquezas del Reino. Aunque el Hijo compartirá el Reino con los santos convirtiéndolos en coherederos, de todos modos, la voluntad del Padre siempre se expresa por medio del Hijo, por medio del Verbo viviente.

El Espíritu santo siempre se mueve según la voluntad del Padre expresado por el Hijo. Esta es la razón por la que está escrito que todas las cosas fueron creadas por Él, es decir, por el Hijo.

El Rey fue enviado al mundo y luego fue crucificado por nuestros pecados. Ahora el Rey, el Administrador y Juez Divino, ha regresado al Padre.

El Espíritu Santo ha sido enviado al mundo para llevarnos al Rey. El Espíritu Santo es como Eliazar quien fue enviado por Abraham para conseguir una esposa para Isaac, para el hijo.

El Espíritu Santo nunca busca ser adorado, ser predicado, ni ser exaltado de ninguna manera. El Espíritu Santo siempre habla sobre el Hijo y glorifica al Hijo. Él es fiel cumpliendo Su papel.

Algo está mal hoy en día en los círculos religiosos, particularmente entre Pentecosteses-Carismáticos (de los cuales nosotros somos uno). Los ministerios del Evangelio están buscando usar al Espíritu Santo para hacer obras de poder para glorificar a su ministerio, para atraer a la gente. Ellos no reconocen que su motivación es glorificarse a sí mismos sino que suponen que si todas estas personas vienen a ellos entonces Jesús es glorificado automáticamente.

Los creyentes están siendo animados a venir y aprovechar el poder y la bendición del Espíritu Santo. Esto no viene por orden Divino. El Espíritu nunca debe ser predicado, nunca se debe cantar a él, orar a él, ni requisar de ninguna manera. Jesús es a quien debemos estar buscando y glorificando.

Cuando Jesús sea exaltado, Él acercará a todo hombre hacia Sí mismo.

Quizá los ministros protesten que en realidad están exaltando a Jesús. Pero sus anuncios y pronunciaciones manifiestan lo contrario. Ellos están buscando usar el poder del Espíritu según su propia sabiduría y sus propios deseos. Esto es el Profeta Falso y en el futuro será el que apoye el gobierno centrado en el hombre.

Debido a que los ministerios están buscando grandes números de personas, ellos no están llevando a los buscadores de Jesús hacia la muerte de la cruz. Más bien, ellos los están alentando a que vengan y experimenten una emoción de algún tipo u otro. Aunque el nombre de Jesús quizá sea recitado una y otra vez como si fuera algún tipo de ritual (como los profetas de Baal), lo que en realidad se busca es una sensación o una experiencia.

Entonces, ¿qué es lo que la gente está recibiendo? Porque obviamente experiencias y manifestaciones espirituales se están exhibiendo. Quizá sea un espíritu de engaño.

Uno puede notar que quienes participan en extravagancias de este tipo no se alejan exaltando a Jesús. De lo que hablan es de sus experiencias. Creyentes con posibilidades económicas pueden viajar a centros de este tipo donde pueden ser “refrescados” pero donde las exigencias críticas del discipulado generalmente no son impuestas sobre ellos.

No hay base bíblica para orarle al Espíritu Santo ni para buscar Su Presencia de ninguna manera. Sí está en las Escrituras buscar a Cristo Jesús con todas nuestras fuerzas. Cuando hacemos esto, el Espíritu Santo siempre está presente para ayudarnos y bendecirnos.

Cuando intentamos dirigir al Espíritu Santo, le estamos quitando al Señor Jesús Su autoridad para administrar los recursos del Reino de Dios que le fueron dados por Dios. El hombre se está poniendo en el asiento del conductor. Esto es el Profeta Falso.

Uno puede ver el camino para ser completamente engañado que está siendo preparado para el pueblo de los Estados Unidos y de otras partes del mundo. Los creyentes han sido alejados del Señor por las enseñanzas de la gracia incondicional, del arrebato antes de la tribulación de los creyentes, de los mensajes de prosperidad y de fe, del reconstruccionismo, de solidaridad, y ahora, de recibir a un espíritu a quien no cuestionan. “El espíritu me hace sentir bien así que debe ser del Señor.”

¿Por qué no haces como yo y le preguntas al espíritu su nombre? Yo no recibo a ningún espíritu en mi personalidad hasta que esté absolutamente seguro que el espíritu es del Señor Jesús. Y tú, ¿pruebas a los espíritus o te dejas llevar por lo que hacen los demás?

Como dije, el camino para ser completamente engañado está siendo preparado. Pronto habrá señales sobrenaturales tremendas, quizá algunas de ellas sucediendo en un ambiente Católico. ¿Los recibirás sólo porque presentan a Jesús?

¿Estás orientado hacia la Palabra de Dios o hacia las experiencias y los fenómenos?

Una puerta que Satanás quizá esté usando para dejar entrar a sus falsificadores es el culto a la grandeza. El pensamiento Cristiano de hoy equipara grandes números de personas con el éxito en el ministerio. Una iglesia de veinticinco personas no es nada y menos que nada. Una iglesia de diez mil personas está realmente moviéndose para Dios.

Quizá sea un hecho-y todos los creyentes razonables seguramente asentirán-que existe la posibilidad de que esté ocurriendo más bien eterno para el Reino en la iglesia de veinticinco personas que en la enorme iglesia.

Sabemos que esto es verdad. Nadie estaría en desacuerdo. Comprendemos en nuestro corazón que una gran cantidad de personas quizá indique que Dios se esté moviendo o quizá indique que un mensaje agradable y que complace a la gente está atrayendo a los creyentes que no desean convertirse en discípulos.

Sabemos todo esto, pero el culto a la grandeza ha prevalecido ha tal grado que la única medida del valor de una iglesia es el número de personas que la atienden.

¿Crees que el Señor Jesús está complacido con esta actitud? Yo sé que no lo está. Es más probable que esté interesado y disponible cuando alguien le esté ayudando a un niño, que lo esté cuando un ministro altamente exaltado esté dirigiendo una conferencia de miles de pastores.

El culto a la grandeza nos es familiar y quizá benignamente lo consideremos como que “así son las cosas”. Pero quizá sea este culto el que ha abierto la puerta para las reuniones masivas donde los creyentes, que buscando una emoción o una experiencia sobrenatural, están bajando la defensa y aceptando cualquier cosa que se les presente.

Las siete fiestas solemnes del Señor son uno de los símbolos que el Señor ha puesto en Su Palabra para mostrarnos el camino sobre el que Él está viajando. Las siete fiestas solemnes se encuentran en el Capítulo Veintitrés del Libro de Levíticos al igual que en otras partes de las Escrituras.

Las primeras tres fiestas, la Pascua, los Panes sin Levadura y los Primeros Frutos representan la salvación básica. Tenemos la sangre de la Pascua, el arrepentimiento, el bautismo en agua, y la experiencia de volver a nacer. Quienquiera que crea y sea bautizado será salvo de la ira cuando el Señor venga en Su Reino. El Señor Jesús se vuelve real para nosotros cuando tomamos los pasos de la salvación básica. Estas tres celebraciones son celebradas en una semana, en la semana de Panes sin Levadura.

La cuarta fiesta solemne, Pentecostés, representa el Espíritu Santo. La Iglesia ha estado disfrutando de las obras del Espíritu Santo durante todo el siglo veinte. La cuarta fiesta se celebra sola, celebrándose cincuenta días después de la semana de Panes sin Levadura. Quizá esto sea porque la obra del Espíritu Santo es muy importante para llevar a la Novia al Cordero.

Las tres últimas fiestas solemnes también suceden en una semana. Estas son el Son de Trompetas, el Día del Perdón, y la fiesta de los Tabernáculos.

Sólo hasta recientemente estamos llegando a la experiencia espiritual representada por las tres últimas fiestas. La obediencia al Padre y el reposo perfecto en Su Persona y voluntad están comenzando a ser enfatizados por el Espíritu de Dios.

Para quienes están familiarizados con los siete utensilios de la Tienda de Reunión, la fiesta de Pentecostés es equivalente al Candelabro; el Son de Trompetas equivale al Altar de Incienso; el Día del Perdón equivale al Arca del Pacto; y la fiesta de los Tabernáculos equivale al Propiciatorio.

La fiesta de Pentecostés es equivalente al Candelabro de la Tienda de Reunión. Pentecostés y el Candelabro son el número cuatro en una serie de siete símbolos. El cuatro está en medio del número uno al siete.

Cuando estamos en Pentecostés, en el Candelabro por así decirlo, tenemos que tomar una decisión. El significado de la decisión no puede ser suficientemente enfatizado. Es una decisión en la cual decidimos si permitirle a Cristo Jesús que administre el Reino de Dios o si intentamos usar nuestra propia sabiduría y fuerza (“con la ayuda del Señor”, claro) para administrar el Reino.

La cuestión está en la cruz personal del creyente. Si estamos dispuestos a ceder nuestra vida, nuestra ambición religiosa, y a tomar nuestra cruz y seguir a Jesús podremos pasar de Pentecostés al Son de Trompetas (la anunciación del Reino de Dios). Podremos pasar del Candelabro al Altar de Incienso.

El Altar de Incienso es el lugar donde nos doblegamos a la muerte de nuestra voluntad propia y clamamos: “No mi voluntad, más hágase la Tuya”. ¿Has estado ahí?

Si no estamos dispuestos a ceder nuestra vida, nuestra ambición religiosa, sino que insistimos en intentar lograr que el Espíritu Santo siga nuestra voluntad, no podremos pasar de Pentecostés al Son de Trompetas, del Candelabro al Altar de Incienso.

Más bien, seguiremos la ruta del Profeta Falso. El Profeta Falso viene de la tierra, es decir, del alma del hombre. El Profeta Falso tiene “dos cuernos como de cordero”. Esto significa que desea usar el poder de Cristo. Pero habla como dragón. Lo mismo sucede hoy conforme los ministros buscan poder. ¡Más poder! ¡Y más poder! Pero ellos hablan como un dragón, esto es, se exaltan a sí mismos así como Satanás lo hace.

Algunos de los ministros Cristianos de nuestros días están buscando poder en lugar de buscar a Cristo Jesús. Ellos dicen estar buscando la voluntad de Cristo. Pero la verdad es que están buscando su propia voluntad e intentan usar al Espíritu Santo para sus propios propósitos. Ellos quieren administrar el Reino de Dios para su propio engrandecimiento.

Ellos no conocen a Jesucristo. Ellos no comprenden la manera cariñosa y humilde de ser del Señor. En el Día de Cristo ellos escucharán, “Jamás los conocí“. ¿Por qué escucharán esto? Porque el modesto Jesús nunca los conoció aunque ellos hicieron milagros en Su nombre. Ellos pensaron que Él se impresionaría con sus poderosos logros espirituales. Y sin embargo, ¡Él no los conoce!

¿Cómo logramos evitar ser engañados por las tremendas tendencias espirituales que se están desatando en nuestros días? Debemos alejarnos de nuestra ambición religiosa personal, debemos tomar nuestra cruz y debemos seguir a Jesús. No importa si nunca más se vuelve a saber de nosotros. Para nosotros, vivir es Cristo y morir es ganancia. Todo lo que importa es que Cristo sea exaltado.

El siguiente paso después de Pentecostés está representado por el Son de Trompetas. El Rey se pone ante nosotros y les declara la guerra a los enemigos Suyos que están en nuestra personalidad. Además, Él nos disciplina como miembros de Su ejército.

El Día del Perdón es el día de reconciliación con Dios. Todas las áreas de nuestra personalidad, sin ninguna excepción, son examinadas detalladamente por Dios. Todo el amor por el mundo y por las maneras del mundo que están en nosotros deben ser rechazados y en su lugar debe desarrollarse la justicia de acero de Cristo Jesús.

Todas las lujurias de nuestra carne deben ser eliminadas y en su lugar debe desarrollarse la santidad ardiente del Espíritu de Dios.

Nuestra voluntad propia, en su totalidad, debe ser crucificada y en su lugar debe desarrollarse obediencia estricta al Padre.

Quizá puedas pensar que este tipo de transformación es imposible para ti. ¿Acaso tú te salvaste a ti mismo? No, Dios te salvó por Su gracia.

¿Acaso tú te llenaste a ti mismo con el Espíritu Santo? No, el Señor Jesucristo lo hizo.

Bueno, lo mismo sucede con la justicia de acero, con la santidad ardiente, y con la obediencia estricta a la voluntad del Padre. Tú no puedes lograr estos por ti mismo pero Dios sí puede si cooperas cada día con Su Espíritu. Dile a Dios que esto es lo que quieres. Ten hambre y sed por justicia, por santidad, y por obediencia. Serás saciado, no creas que no. El Creador de las galaxias tiene suficiente sabiduría y poder para transformarte a la imagen de Su Hijo y llevarte a un reposo tranquilo Consigo mismo por medio de Cristo.

Todos nosotros que amamos a Dios estamos en una bifurcación de caminos. Se nos ha dado el Espíritu Santo. Ahora debemos escoger. ¿Intentaremos usar el Espíritu de Dios para construir el Reino, volviéndonos así los administradores de los recursos de Dios, o tomaremos todos nuestros dones y los pondremos a los pies de Cristo para permitirle a Él que sea el Administrador?

Ésta es una decisión verdadera y debe hacerse con claridad y vigor.

Tienes que ponerte ante Dios y pedirle que te ayude a soltar todas tus ambiciones religiosas, tus deseos por “hacer grandes cosas por Dios”, para que realmente seas alguien en el Reino. ¡Suéltaselo! ¡Vuélvete nada! ¡Dale tu vida a Cristo!

Busca el rostro del Señor. No intentes hacer que Dios bendiga lo que estás haciendo. Pregúntale a Dios lo que Él quiere que tú hagas. Quizá no escuches la respuesta por algún tiempo, ya que tu decisión será probada. Dios desea saber si eres parte del Profeta Falso o parte de Su Hijo. Él no puede saber todo lo que hay en tu corazón hasta que Él te haya puesto a prueba.

La tentación de ser un gran apóstol o un gran profeta quizá se te presente. ¿Qué vas a hacer? El Señor Jesús se rehusó a saltar desde lo alto del templo. Él huyó cuando intentaron nombrarlo rey. Él se fue directamente a la cruz, y nosotros también debemos hacerlo.

Después de que transcurre en nuestra personalidad el Día del Perdón, el programa de reconciliación a Dios, seremos llevados al cumplimiento espiritual de la fiesta de los Tabernáculos. Éste es el lugar de reposo perfecto en Dios por medio de Cristo Jesús, un logro altamente deseado.

Ahora tú eres el carruaje de Dios. Ahora tú fluyes con el flujo de la Trinidad. Todas las cosas de Dios son tuyas porque las cosas tuyas le han sido dadas a Dios. Así es como es Jesús. Así es como Él quiere que tú seas.

¡Suéltalo! ¡Suéltalo! Suelta la ambición de ser alguien en el Reino. Deja que Jesús sea todo. Confórmate con ser nada.

Si el Señor desea exaltarte, si desea que te vuelvas a sentar en el trono de tu vida, Él te lo dará-pero sólo cuando Él esté seguro con respecto a ti.

¡Existe tanta ambición personal en el ministerio! Todas estas ambiciones producen divisiones, confusión, y destrucción. Es un espíritu que mata a Cristo. La ambición religiosa de las personas siempre crucificará a Cristo dondequiera que se aparezca. Las grandes organizaciones Cristianas en tiempos pasados han torturado y asesinado a los herejes, esto es, a los modestos creyentes que realmente conocían al Señor.

Éstas organizaciones babilonias, centradas en el hombre, que llevan el nombre de Cristo son como colinas altas que saltan en su deseo de ser prominentes. Pero el justo Señor mora en Sión, en Su cuerpo verdadero de creyentes.

Al Señor le gustan los lugares donde Él pueda llegar, quitarse los zapatos, y hablar por un rato con personas modestas que lo aman y que no están tratando de usarlo en alguna gran operación de su creación. Él quiere cenar con nosotros sin que le dé indigestión por nuestras desesperadas posturas y exigencias religiosas.

Jesús nos ama tal y como somos sin el cosmético babilonio ni la producción eclesiástica.

Aquí estamos en el comienzo del siglo veintiuno. El Señor Jesús ha pensado confiarle autoridad temerosa a Sus santos, como se representa por el simbolismo de los dos testigos, en Apocalipsis, Capítulo Once.

Antes de que Dios pudiera confiarle a Cristo toda la autoridad en el Cielo y sobre la tierra, primero tuvo que probar Su obediencia hasta que no quedara ninguna duda. Cristo tuvo que ser llevado más abajo que cualquier hombre.

Antes de que Cristo pueda compartir Su majestuosidad y autoridad, Él primero debe probar nuestra obediencia hasta que no quede ninguna duda. Debemos ser llevados muy abajo.

Existe reposo en el lugar modesto. Las aguas tranquilas de Siloé fluyen ahí.

La decisión debe tomarse: “¿Intentaremos hacer de Cristo nuestro siervo para lograr nuestra voluntad en asuntos religiosos o nos convertiremos en siervos del Señor?”

No hay lugar en el Reino para una voluntad que no sea la del Padre. No hay lugar en el Reino para un Rey que no sea el Señor Cristo Jesús. No hay lugar en el Reino para sabiduría y poder que no sea la que procede del Espíritu de Dios.

No debemos buscar establecer nuestra propia voluntad, nuestra propia monarquía, ni nuestra propia sabiduría y nuestro propio poder.

Debemos ser estrictamente obedientes a la voluntad de Dios. Aparte de ser estrictamente obedientes al Padre no existe otra manera de pasar de Pentecostés a Tabernáculos, del Candelabro al Propiciatorio, al reposo de Dios.

Debemos exaltar a Cristo Jesús como el Rey de reyes y Señor de señores. Podremos llegar a nuestra propia monarquía y señorío sólo mediante el sufrimiento. El sufrimiento es el que destruye nuestra voluntad propia, nuestro amor a nosotros mismos, nuestro egoísmo, nuestro egocentrismo, nuestra rebelión y terquedad. Sólo existe un Cristo, un Rey. Nosotros debemos ser parte de Él. Cuando seamos una parte integral e inseparable de Él, entonces podremos reinar con Él.

No existen reinas en el Reino, sólo el Cuerpo de Cristo.

No debemos intentar usar al Espíritu Santo. No debemos cantarle al Espíritu, ni orarle al Espíritu, ni invocar al Espíritu, ni adorar al Espíritu. Está en las Escrituras que debemos orarle a Jesús para recibir más de Su Espíritu pero nunca debemos dirigirnos al Espíritu mismo. El Espíritu obedece la voluntad de Dios que está siendo administrado sólo por Jesucristo, nunca por nosotros.

No debemos anunciar al Espíritu. Debemos anunciar a Cristo. No debemos exaltar al Espíritu. Debemos exaltar a Cristo Jesús y sólo a Él.

El deseo de usar al Espíritu, de invocar al Espíritu, de orarle al Espíritu está procediendo de la voluntad propia de los líderes Cristianos que están construyendo sus propios reinos. Ellos están intentando usar la sabiduría y el poder del Espíritu para hacer esto. Ellos suponen que están complaciendo a Cristo pero Cristo no los conoce.

Existe un lugar para el evangelismo masivo. Sale el llamado del Evangelio. Una multitud cree y es bautizada y así son salvados de la ira que vendrá en el Día del Señor.

Después, los creyentes deben quedar bajo la Gran Comisión. Ellos deben ser discipulados. Deben ser enseñados a obedecer los mandamientos de Cristo.

Siempre hay una necesidad para el evangelismo. Pero parece ser que la necesidad más grande de hoy en día es para discipular, para cumplir la Gran Comisión. Tenemos a una multitud de bebés espirituales, pero parece ser que sólo hay unos cuantos ministros que están enseñando a los bebés para que puedan crecer y llegar a ser hijos e hijas maduros.

A esta enorme multitud de bebés están llegando ministros que les dicen que busquen emociones y experiencias espirituales. Estos acontecimientos espirituales-emocionales quizá inspiren a los bebés egocéntricos por un tiempo breve. Pero tarde o temprano, éstas experiencias se les olvidarán y los ministros tendrán que ingeniárselas nuevamente para mantener el interés de los bebés Cristianos para que sigan viniendo a las reuniones.

Así no es como funciona el discipulado. El discipulado se logra por la Palabra de Dios. Conforme la Palabra nos llega línea por línea, mandamiento por mandamiento, es que comenzamos a crecer en el Señor.

Pero el discipulado generalmente no atrae multitudes. Es practicado con unas cuantas personas a la vez, quienes se ponen a sí mismas bajo un líder experto y santo que fielmente escucha al Señor y alimenta a Sus ovejas.

El Señor Jesús siempre atrajo a multitudes. Pero sólo fueron once discípulos quienes, después de haber sido enseñados por el Señor, salieron y cambiaron el curso de la historia.

Jesús ama a las multitudes. Pero cuando Él comienza a hablarles sobre vivir por Su cuerpo y por Su sangre ellos se irán buscando eventos más interesantes. Quienes se alejen de todo y permitan ser enseñados por Él son los que finalmente podrán traer crecimiento eterno en el Reino de Dios.

Lo mismo sucede hoy. El Señor tiene a ministros que tienen un verdadero llamado para el evangelismo mundial. Ellos deben seguir al Espíritu Santo conforme Él los lleve a grandes estadios de personas donde miles y cientos de miles creerán y serán bautizados.

Pero existe una necesidad igual de grande (si no es que mayor) de pastores y maestros fieles que se conformen con un puñado de personas para que pacientemente los ayuden a crecer como si fueran de su propia familia en el Señor, amándolos, aguantando con ellos conforme el Señor los lleve a través del día de reconciliación.

Hay evangelistas verdaderos y hay pastores y maestros verdaderos. Cada uno tiene un papel significativo que jugar en la construcción del Reino de Dios.

Pero ser un evangelista no es nada y ser un pastor o un maestro no es nada. Sólo la obediencia consistente, persistente, y diligente es la que place al Señor, la que cuenta en el Reino.

No existe lugar para el evangelista, para el pastor, ni para el maestro que esté buscando su propia gloria, que no esté escuchando al Señor, que esté siendo conducido por la ambición personal y por la lujuria del glamour y la “grandeza” del ministerio. Estos se convertirán en el Profeta Falso en los días que vendrán.

Hay un olor a lluvia en el aire. Nuestro Señor Jesús está listo para derramar el agua de vida sobre todos los que tienen sed de justicia.

También hay otras aguas de las cuales no estamos tan seguros. El ejército de Gedeón fue seleccionado en base a cómo los soldados tomaron del agua. Esto todavía se aplica el día de hoy. No debemos meternos de brinco en la alberca como tantos otros tontos que no prestan atención al enemigo. Nosotros siempre, siempre, siempre debemos probar a los espíritus-aunque los líderes nos exhorten a que aceptemos con confianza al espíritu que está presente y que nos entreguemos a él.

Existen las aguas que no son de Dios. En éste caso no es importante cómo bebamos el agua sino que nos cercioremos que el agua que estamos bebiendo sea realmente el Espíritu Santo.

¿Cómo podemos saberlo? Puede ser difícil. Creyentes guerreros expertos y líderes de bastante experiencia se están apresurando a tomar del agua para recobrar fuerzas y ser reanimados.

Sin embargo, mi alma está inquieta. Le pregunto al Señor cuál es este espíritu que está prevaleciendo en los Estados Unidos. La única respuesta que recibí fue, “engaño”.

¿Fue éste el Señor? Algunos ministros con experiencia que yo respeto dirían, “¡Nunca!“.

Pero yo no estoy tan seguro. Veo algunos banderines rojos de alerta. Cuando hay exhibiciones que obviamente no son de Dios y que los líderes no las están deteniendo, ¿cómo debo creer que Jesucristo está en control?

Cuando escucho a creyentes decir lo maravillosas que han sido sus experiencias pero no escucho que estén glorificando a Cristo, ¿cómo puedo estar seguro que esto es Dios?

Cuando veo anuncios que dicen que “el bar está abierto” y que debemos entrar y beber, beber, beber pero no se hace ninguna mención sobre presentar nuestro cuerpo como sacrificio vivo, sobre tomar nuestra cruz y seguir al Amo, yo sinceramente tengo dudas. ¿Tú no?

¡Yo no veo las ensangrentadas marcas de los clavos! ¡Yo no escucho el llamado a la cruz, a la crucifixión de nuestra naturaleza de Adán! Yo sé que en nuestros días la mayoría de los feligreses son bebés. ¿Acaso los bebés necesitan escuchar cómo pueden ir y divertirse porque el bar está abierto? O, ¿acaso necesitan escuchar sobre la era de horrores morales que está sobre nosotros y de su necesidad de crecer en el Señor hasta que estén preparados para enfrentar y ayudar a quienes los rodeen cuando llegue el holocausto de los Gentiles?

La repetición incesante de gracia, gracia, gracia, arrebato, arrebato, arrebato ha creado una multitud de feligreses cuya idea de estar preparados para el Reino de Dios es brincar de arriba a abajo junto a sus bancas ensayando para ser “arrebatados”.

¿Imagínate a un grupo como éste y luego imagínate que le dices que el bar está abierto y que las bebidas van por cuenta de la casa? Todo lo que este grupo necesita es más diversión espiritual. ¿Verdad?

Ésta es la razón por la que yo veo banderines rojos de alerta. Los movimientos de renovación no están siguiendo los modelos ofrecidos por las grandes representaciones de las Escrituras. Después de Pentecostés viene el juicio, después viene la guerra y luego viene la reconciliación personal con Dios. Lo que viene no es más diversión mientras chapoteamos felices en las aguas (de cualquiera que sea su origen).

¿Puedes ver por qué tengo precaución con respecto a lo que está sucediendo? Yo no veo a Jesucristo y a Él crucificado en la diversión que hay actualmente. Más bien, me recuerda a la gente cuando Moisés subió a la montaña. La gente se sentó para comer y beber y se levantó a jugar. Aarón no los detuvo porque le temía a la gente.

Debido a los muchos años de experiencia que tengo como Cristiano, yo sé que tenemos una elección en cada servicio. Podemos dominar el servicio o podemos dejar que el servicio nos domine a nosotros. Siempre podemos elegir aceptar un espíritu que esté presente o podemos decidir que no es apropiado y rehusar cedernos a él.

Si nuestro objetivo es honrar al Señor Cristo Jesús, alimentar a Sus ovejas, entonces vamos a restringir a la gente aunque signifique que no vayan a regresar. Pero si nuestro objetivo es un gran número de personas, entonces seremos tentados a permitirle al pueblo que se suelte el pelo, por así decirlo, y que se deje llevar por cualquier espíritu que parezca buscar manifestarse por medio de ellos.

Si paramos las manifestaciones que nosotros creamos que no son provechosas, ¿no estaremos usurpándole al Señor su papel de Administrador? Para nada. Si Cristo nos ha puesto como líderes o responsables en esa asamblea, debemos asegurarnos que todas las cosas se hagan con decencia y en orden. Obedecemos al Administrador en jefe asegurándonos que Su Palabra, por medio de Sus Apóstoles, sea obedecida. También debemos orar cuidadosamente sobre cada movimiento que hacemos para poder estar seguros de que estamos siguiendo los deseos de Cristo en cada detalle.

Pero cuando nos volvemos ambiciosos personalmente, entonces una multitud de personas serán nuestra meta. Para atraer a grandes cantidades de personas Norteamericanas quizá demos un mensaje simbólico y luego dejemos suficiente tiempo para la “diversión” espiritual. No pondremos sobre esas personas las exigencias rigurosas del discipulado. No los exhortaremos a que presenten su cuerpo como sacrificio vivo.

Mejor, vamos a poner énfasis en los diversos fenómenos para asegurarnos que la gente la pase bien.

En los días de Eliseo, los hijos de los profetas decidieron construirse un lugar más grande. Pero ellos usaron un hacha prestada.

En el transcurso de la construcción, el hacha salió volando, el hierro se había ido dejando sólo el mango. Esto puede suceder cuando el lugar donde estamos “ nos resulta pequeño”.

Ellos clamaron, “¡Ay, maestro! ¡Esa hacha no era mía!”

Eliseo dijo, “Arroja un palo al agua”.

Ellos lo hicieron y el hacha salió a flote.

Hoy en día las iglesias, en muchas ocasiones, están construyendo con un hacha que no es de ellas, con un hacha que vino de hombres y mujeres de Dios de tiempos anteriores.

Ahora el hierro se ha ido del mango y las iglesias están golpeando los árboles sin lograr nada, esperando lograr algo por un medio que no está en las Escrituras.

Sólo existe una solución. La solución está en el “palo”, en la cruz. La cruz debe ser arrojada al agua. Entonces el hierro saldrá a flote y podremos hacer algo de valor eterno en el Reino de Dios.

Es hora para que sea derramada la lluvia tardía. Hemos creído y predicado por muchos años que el avivamiento más grande de todos los tiempos está ya muy próximo. Nosotros pensamos que el avivamiento de la lluvia tardía, de la doble porción, se simboliza por los dos testigos del Capítulo Once del Libro de Apocalipsis.

Queremos más de Dios, pero debemos ser cuidadosos. Sabemos que a Satanás le encantaría meterse y destruir cualquier obra que pueda dañar seriamente su reino.

El movimiento de Dios en estos días tiene que ver con el comportamiento justo y recto. Dios quiere que la gente Cristiana comience a guardar los mandamientos de Cristo y de Sus Apóstoles.

Existen varias doctrinas en las predicaciones Evangélicas que obran en contra de que obedezcamos los mandamientos de Cristo. Quizá la más poderosa de ellas sea el concepto de la “dispensa por la gracia”-la idea de que Dios ya no requiere un comportamiento justo, sólo que creamos en los hechos de teología con respecto a Cristo.

Esta enseñanza, y su práctica, es contraria a las Escrituras y destructiva al Reino de Dios. Es el resultado de que hombres intenten administrar el Reino de Dios. Estos hombres avanzan a ciegas, sin escuchar del Señor.

El Señor Jesús, el Rey del Reino, está buscando a aquellos que dejarán de hacer sus propias obras, sus propios programas, y que escucharán Su voz. Él desea que hagamos discípulos de todas las naciones, enseñándoles a obedecer Sus mandamientos.

Éste es el método para determinar si algún “movimiento de Dios” de la actualidad es auténtico. Si el emocionante ambiente espiritual exalta al Señor Jesucristo y nos ordena que practiquemos justicia, que amemos la misericordia, y que nos humillemos ante Dios, entonces tenemos razones para creer que Dios está presente.

Pero si la inspirada reunión hace hincapié en los sentimientos, en las manifestaciones y en los fenómenos espirituales, si enfatiza el Espíritu Santo y varias exhibiciones y demostraciones, si no nos ordena que obedezcamos a Cristo y a Sus Apóstoles, si no pone énfasis en los requerimientos del discipulado y en las exigencias severas que Cristo pone sobre Sus seguidores, entonces tenemos razones para creer que estamos siendo testigos de un espíritu engañoso que proclama el nombre de Jesús pero que está viniendo de Satanás.

Recuerda que la joven con el espíritu del diablo habló con la verdad: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación”. Los demonios saben que Jesús es Cristo y bien que pueden proclamar Su nombre. Recuerda además que Satanás es suficientemente sabio para dar un poco con tal de obtener mucho, para sacrificar una pieza de menor valor con tal de darle jaque mate al rey, para hacer hincapié en las obras Cristianas si el programa mantendrá a la gente como bebés, evitando que lleguen a la plenitud de la estatura de Cristo.

Nuestra época es de decepción entre los círculos Cristianos. Si estoy escuchando correctamente del Señor, el problema de la decepción va a crecer mucho peor en los días que vienen.

Sólo existe una solución. La solución está en que hombres y mujeres santos, niños y niñas santos dejen de hacer sus propias obras y busquen al Señor con diligencia. Debemos quitar nuestras manos del Arca. Debemos regresarle el derecho de la administración de las cosas del Reino al verdadero y único Administrador. Conforme guardamos la palabra de Su paciencia, Él nos guardará del engaño. Él mantendrá nuestros pies sobre la avenida de la santidad.

Pero-lo mejor de todo-será que cuando lo veamos, Él nos conocerá. Quizá no hayamos hecho grandes milagros ni logrado cosas poderosas en Su nombre. Pero Él nos conocerá, y, en lo que a mí concierne, eso es todo lo que cuenta.

¿No lo crees tú así?

(“La Administración Del Reino de Dios”, 4151-1)

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