USANDO TU IMAGINACION DE LA FORMA CORRECTA

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducción de Carmen Alvarez


Dios nos ha dado la habilidad para escoger lo que deseamos que nuestra mente piense, se imagine, anhele y determine. Podemos imaginar la derrota o podemos tener la esperanza de la victoria. Las decisiones que tomemos en nuestra mente tienen mucho que ver con el éxito que tengamos al vivir la vida Cristiana victoriosa.


Tus ojos verán al rey en su esplendor y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos. (Isaías 33:17—NVI)
Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:1,2—NVI)

“Concentren su atención en las cosas de arriba.”

El diccionario define el término imaginación como la formación de una imagen mental, la imagen de algo que (todavía) no es percibido por los sentidos.

Usando Nuestra Imaginación de la Forma Equivocada

Existen imaginaciones que deben de ser derribadas por el creyente.

Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo (2 Corintios 10:4,5—NVI)

Cuando estamos imaginando las grandes cosas que vamos a lograr o a poseer, y éstos deseos no son de Cristo, entonces debemos de destruir estas imaginaciones. Estas son obras que conducen a la muerte y no son parte del reposo de Dios. Frecuentemente son ídolos. Nosotros podemos demolerlos pidiéndole a Dios que nos los quite.

Algunas veces las personas tienen la impresión de que el Señor les ha hablado con respecto a algún ministerio exaltado que será suyo en el futuro. “Tu llamado es ser profeta”, “Te convertirás en el apóstol más grande de todos los tiempos”, y otros por el estilo. Este tipo de decepción no es poco común.

O quizá nuestra imaginación esté en el área de la inmoralidad. “Te casaste con la persona equivocada. Ahora ya encontraste a la pareja que te fue predestinada desde la fundación del mundo”.

¿Cómo podemos saber si la imaginación que estamos entreteniendo es del Señor? Sólo si llevamos una vida paciente, obediente y portamos nuestra cruz. Solamente ofreciendo nuestro cuerpo como sacrificio vivo podemos probar la voluntad de Dios.

Hay algunas señales de advertencia que podemos buscar. Si la visión tiende a exaltarnos debemos de empezar a sospechar. Si la visión es una violación a los mandamientos de las Escrituras no es del Espíritu Santo.

Si una voz nos está advirtiendo que no debemos de decirle a nadie lo que se nos está mostrando debes de tener mucho cuidado. Satanás odia la luz. Él trabaja en la oscuridad.

Otra bandera roja de advertencia es el sentimiento de urgencia o la necesidad de obligar a las personas y a las circunstancias. La sabiduría que viene de arriba siempre es pura, apacible, cortés, abierta al razonamiento y a ser cuestionada.

El Espíritu de Dios no nos conduce a lastimar o a destruir a otras personas.

El Señor nunca nos reprende por probar a los espíritus ya que la Palabra nos ordena que lo hagamos. La gente Evangélica parece estar lista para seguir a cualquiera que mencione el nombre de Jesús y que obre milagros. Ellos no siempre ponen a prueba a los apóstoles, por así decirlo.

Nunca debemos de usar nuestra imaginación de la manera que se hace actualmente con “proyección de imágenes” o “pensamientos positivos”. Quizá estas prácticas parezcan estar cerca de la verdad, pero esto sólo es en apariencia ya que en realidad están separadas del tipo correcto de imaginación por un abismo.

El creyente que está intentando obtener sus deseos mediante la proyección de imágenes o del pensamiento positivo se está esforzando para manipular el mundo natural por medios sobrenaturales. Esto no es fe bíblica. Es una práctica de las ciencias ocultas y el Cristiano que ha intentado operar este tipo de poder desde el alma debe de renunciar a ellos completamente.

Es verdad que la naturaleza caída del hombre tiene poderes sobrenaturales en estado latente, poderes que en algún tiempo pudieron ser suyos para ser disfrutados. Pero en Cristo no debemos de tener nada que ver con intentos de usar el poder latente desde el alma, ya sea leyendo la mente, prediciendo el futuro, u obteniendo riquezas. Como hemos dicho, debemos de renunciar con vehemencia y diligencia a cualquier ejercicio de sabiduría o de poder metafísico que hayamos caído en la decepción de practicar.

Tratar de afectar nuestras circunstancias, imaginando cambios, es un mal uso de la imaginación que nos es dada por Dios.

Usando La Imaginación De La Forma Correcta

El uso correcto de la imaginación es parte importante de la fe verdadera en Cristo Jesús.

Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. (Hebreos 11:1—NVI)

Nosotros somos salvos por fe. La fe es “la garantía de lo que se espera”. Piénsalo. Para poder tener esperanza en algo, tenemos que tener una imagen de ella en nuestra mente. Tenemos la esperanza de que algún día en realidad poseeremos aquello que deseamos intensamente.

Con esto podemos ver inmediatamente el papel que juega la imaginación en el programa de la esperanza.

También podemos ver qué diferente es la esperanza comparada con la proyección de imágenes y el pensamiento positivo. En uno estamos viendo hacia Dios teniendo la certeza, debido a Su Palabra, de que algún día nos dará el objeto o la situación deseada de la que Él nos ha hablado.

Pero la proyección de imágenes y el pensamiento positivo son nuestro intento de aplicar el poder que tenemos desde el alma, que viene de la naturaleza de Adán, para obtener lo que queremos. El que hagamos tal esfuerzo en el nombre de Jesús no tiene nada que ver. De todos modos el caso es que estamos intentando ejercer poder sobrenatural en lugar de clamar al Señor para que Él pueda contestar nuestra oración.

El primero es la esperanza paciente de la voluntad de Dios que caracteriza la verdadera vida Cristiana.

En el segundo se está practicando el ocultismo tratando de controlar el mundo por el poder de la imaginación. Siempre hay que mantener en mente que el Señor Cristo Jesús es el único Administrador de los recursos del Reino de Dios. No debemos de intentar administrar las cosas del Espíritu sin la dirección específica del Señor en cada instancia. No debemos de intentar “mandar ángeles con un encargo” o involucrarnos en cualquiera de los actos administrativos que actualmente están siendo presentados a los creyentes como voluntad de Dios.

Si el Señor Jesús no podía hacer nada por Su cuenta a excepción de lo que Él veía al Padre hacer, ¿cuánto más nosotros, que estamos totalmente perdidos en el pecado y la vanidad, podremos saber cuándo, dónde, o cómo dirigir los dones del Espíritu de Dios?

El santo victorioso conquista al diablo por la palabra de su testimonio. Sin importar sus circunstancias, él declara lo que la Palabra de Dios ha declarado. Se rehusa a ser desanimado. Se rehusa a negar la Palabra refunfuñando y quejándose. Cuando siente que su fe y su confianza se están debilitando, ora a Dios para recibir más fe y paciencia.

Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:1,2—NVI)

El versículo anterior nos está ordenando que usemos nuestra imaginación de la forma correcta. Debemos de buscar las cosas de arriba. Debemos de concentrar nuestra atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, no en las cosas que podemos percibir por nuestros sentidos humanos. Debemos de buscar constantemente las cosas que no se pueden ver.

¿Cómo podemos buscar y concentrar nuestra atención en las cosas de arriba cuando no podemos ver las cosas de arriba?

Tenemos que imaginárnoslas. Debemos de imaginar en nuestra mente lo que leemos en el Libro del Apocalipsis con respecto al Trono de Dios, a Cristo, a los ancianos, y a los santos. Debemos de pensar que estamos sentados en Cristo mucho más arriba de cualquier otra autoridad o poder.

Además no hay ninguna ley en contra de poner en nuestra mente lo que esperamos que sea cierto. Nosotros podemos pensar en el Paraíso cuanto le plazca a nuestros corazones. Podemos imaginarnos como será cuando muramos y conozcamos por primera vez a Jesús en Persona y también cuando volvamos a ver a nuestros seres queridos. Podemos imaginarnos cuando conozcamos a los héroes de la fe sobre los que hemos leído en las Escrituras.

Así es como usamos nuestra imaginación para buscar y concentrar nuestra atención en las cosas de arriba.

En estos días en que vemos que nuestro país se está convirtiendo en una cloaca moral al contemplar la increíble perversidad de los “sabios” de nuestra cultura es de gran ayuda mantener nuestros deseos centrados en el Trono de Dios. Ellos están viviendo en una mentira debido a que hay poco temor a Dios en la tierra. Sus tonterías e impulsos destructivos son obvios para cualquiera que esté caminando con Dios.

Cuando el Apóstol Pablo escribió el Libro de Filipenses, él estaba verdaderamente en circunstancias que lo afligían.

Él, un Judío ortodoxo, estaba encadenado a un Gentil que no era creyente. Pablo no podía efectuar ninguna de las ceremonias de purificación ni de las regulaciones dietéticas. Qué difícil tuvo que haber sido para Pablo existir en tal suciedad física y moral.

Además de esto estaba la amenaza constante de ser llevado ante el Cesar. Había gente en Roma que estaba predicando a Cristo con el sólo propósito de llamar la atención de las autoridades hacia el Apóstol encarcelado para que fuera condenado a muerte. ¿Puedes imaginar tal perversidad? Nos recuerda a la perversidad que el Señor Jesús enfrentó continuamente. Fue parte de los sufrimientos de Cristo.

Ahora Pablo tenía que tomar una decisión igual a la que tú y yo tenemos que tomar cuando estamos en circunstancias que nos afligen.

Pablo pudo haberse enfurecido por aquellos que estaban predicando a Cristo desde un motivo impropio. Él pudo haberse dejado llevar por sentir lástima hacia sí mismo pensando en cómo sería estar nuevamente en Tarso en una habitación cálida y limpia, con su esposa atendiéndolo y sus nietos trayéndole sus sandalias, y escuchando el Tora que sólo Pablo podía exponer detalladamente.

Él pudo haber sentido temor y ansiedad pensando que sería llevado ante la corte mundana del Cesar. ¿Cuál sería su destino? Su imaginación pudo haber trabajado tiempo extra preocupándose en esta área.

Pero en lugar de eso, Pablo, por una decisión propia de su voluntad, decidió estar contento en su ambiente nuevo. Él puso su mente y su corazón en las cosas de arriba donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Para Pablo, la muerte significaba libertad de las cadenas y entrada al Paraíso, especialmente a la Presencia de Cristo Jesús su Señor y Amo.

Cuando Pablo muriera, él podría escuchar el resto de esas palabras “inexpresables” que habían sido dichas cuando fue llevado al tercer cielo.

Pablo usó a propósito su imaginación, su esperanza, y su fe para imaginarse el gozo que pronto sería de él. Entonces podría escribir: “Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!”.

Debido a su conocimiento de lo invisible, Pablo sabía que para él la muerte era ganancia. Él quería estar en casa con el Señor pero estaba dispuesto a permanecer en incomodidades físicas por nuestro bien.

Aunque todo lo que era negativo, deprimente, perverso, sucio, incómodo, y sombrío lo rodeaba, Pablo pudo ordenarnos que pensáramos sólo en lo hermoso, lo digno de reportar, y lo edificante.

Esta fue una decisión que Pablo hizo. Él pudo fácilmente haberse lamentado de su destino y pedir compasión de nosotros y de Dios. Pablo escogió vencer a Satanás por la palabra de su testimonio de que Dios es fiel. Pablo estaba presionando hacia la meta, olvidando siempre lo que queda atrás. Él tenía en mente una mejor resurrección.

Ahora en los Estados Unidos estamos entrando en una era de horrores morales a menos de que los creyentes rápidamente se alejen de sus caminos perversos y busquen al Señor.

Estaremos muy tentados a maldecir las tinieblas cuando veamos los comportamientos de hombres y mujeres perversos en el gobierno y en otros lugares de liderazgo.

Pasar nuestro tiempo maldiciendo al perverso es pecado. Preocuparnos por las tinieblas que nos rodean es pecado y nos llevará a más comportamiento pecaminoso.

La maldad sólo puede ser conquistada por la bondad –bondad Divina.

Vamos a tener que obedecer a Pablo si queremos sobrevivir las cosas que aun ahora están sucediendo.

Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. (Filipenses 4:8—NVI)

Imagínate aquello que sea verdad. Imagínate aquello que sea honorable. Imagínate aquello que sea correcto. Imagínate aquello que sea puro. Imagínate aquello que sea hermoso. Imagínate aquello que sea digno de admiración, excelente o que merezca elogio.

Sin importar cuan oscuro y perverso se vuelva la atmósfera espiritual, continua imaginando aquello que es justo y santo. Que tu mente repase continuamente las maravillas del mundo nuevo que va a bajar del Cielo.

Mantener nuestra mente en las cosas que son ciertas, que son honorables y correctas, y evitar enojarnos y amargarnos en contra de las acciones de la sociedad, requerirá de una enorme cantidad de oración. Vamos a tener que decidirnos a obedecer a Pablo en este aspecto y luego vamos a tener que orar continuamente, noche y día, para evitar ser conducidos a la ira y a la amargura al ver lo que está sucediendo.

¿Puedes ver lo importante que es usar tu imaginación de la forma correcta?

Fíjate como David sobrevivió en medio de la envidia y del complot que estaba dirigido hacia él mientras que estuvo gobernando Israel.

Siempre tengo presente al SEÑOR; con él a mi derecha, nada me hará caer. (Salmos 16:8—NVI)

En realidad David no podía ver al Señor a su derecha más de lo que nosotros podemos verlo a la nuestra. Pero por un acto de su propia voluntad, usando su imaginación, David mantuvo a Dios delante de él en todo tiempo. Debido a esta visión sobre Dios, David pudo mantenerse firme en la paz del Señor al recorrer su camino.

Tú y yo podemos ver al Señor delante de nosotros si así lo escogemos. Esta es una forma correcta de usar tu imaginación.

David tuvo muchos contratiempos en su vida. Cuando Aquis se rehusó a dejar que David y sus hombres pelearan contra el ejército de los Filisteos, ellos regresaron a su base en Siclag. Allí se encontraron que los Amalecitas habían hecho un ataque sorpresivo a Siclag, quemando la ciudad con fuego, y llevándose a sus esposas e hijos.

Cuando David y sus hombres llegaron, encontraron que la ciudad había sido quemada, y que sus esposas, hijos e hijas habían sido llevado cautivos. David y todos los que estaban con él se pusieron a llorar y a gritar hasta quedarse sin fuerzas. (1 Samuel 30:3,4—NVI)

Los hombres estaban muy enojados y hablaron de apedrearlo, pero David siempre se animaba en el Señor cuando las cosas se veían sin ninguna esperanza.

David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y puso su confianza en el SEÑOR su Dios. (1 Samuel 30:6—NVI)

Fíjate cómo David no intentó usar la proyección de imágenes, ni el pensar positivamente, ni el hablar “la palabra de fe” para poder cambiar sus circunstancias. Él cobró ánimo y puso su confianza en el Señor su Dios. Su visión era sobre el poder y la fidelidad de Dios, no un intento de imaginarse cosas para que existieran ni de “hablar la palabra que crea”. ¡Qué gran diferencia!

¿Qué hay de ti y de mi? Cuando el futuro es poco prometedor, ¿acaso nos dejamos llevar por la desesperación o cobramos ánimo y ponemos nuestra confianza en el Señor?

Debido a que David puso su confianza en el Señor, aun en esta terrible circunstancia, el asunto final fue una gran victoria para David y sus hombres.

David oró y le pidió a Dios la dirección –siempre una sabia decisión.

David consultó al SEÑOR:-¿Debo perseguir a esa banda? ¿Los voy a alcanzar? –Persíguelos –le respondió el SEÑOR-. Vas a alcanzarlos, y rescatarás a los cautivos. (1 Samuel 30:8—NVI)

Como era costumbre de David, obedeció al Señor. El resultado fue la recuperación de sus pérdidas y las de sus hombres mas aparte un gran botín de los Amalecitas.

El problema con la metafísica Cristiana de hoy en día es que los creyentes no le piden informes al Señor. Ellos asumen que saben cómo, cuándo, y dónde Dios debe de liberarnos así que se proponen a lograr la liberación por “fe”.

David le preguntó a Dios si debía de perseguir a los Amalecitas. Él no dio por hecho lo obvio.

Cuantas veces en la obra Cristiana de hoy damos por hecho lo que es obvio, así como Josué con los Gabaonitas. “Dios nos ha dado la gran comisión. ¿Acaso debemos de sentarnos y esperar después de que Dios nos ha dicho lo que debemos de hacer? Salgamos y hagamos el trabajo.”

De esta manera nos volvemos como el ciego guiando al ciego.

Dejémonos de nuestras obras muertas y pongámonos en contacto con el Cristo viviente. Entonces Él nos ordenará qué debemos de hacer. Aveces es atacar, lo cual quizá sea obvio. En otras ocasiones quizá sea marchar alrededor de una muralla o esperar hasta que escuchemos el crujir de hojas de un árbol de moras, los cuales no son tan obvias.

No debemos de usar nuestras imaginaciones para guiar nuestras acciones ni para liberar fuerzas del reino espiritual. Nosotros debemos de usar nuestra imaginación para mantener a Cristo siempre delante de nosotros hasta que continuamente estemos esperando escuchar Su voz y Su voluntad para cada detalle de cada día, incluyendo los detalles de nuestros dones y de nuestro ministerio.

David pudo recobrar todo lo que los amalecitas se habían robado, y también rescató a sus dos esposas. Nada les faltó del botín, ni grande ni pequeño, ni hijos ni hijas, ni ninguna otra cosa de lo que les habían quitado. David también se apoderó de todas las ovejas y del ganado. La gente llevaba todo al frente y pregonaba: “¡Éste es el botín de David!” (1 Samuel 30:18-20—NVI)

Lo que hubiera sido una pérdida de gran aflicción se volvió una victoria maravillosa, todo porque David se rehusó a persistir en la tragedia y cobró ánimo y puso su confianza en recordar la fidelidad del Señor.

El autor del Salmo cuarenta y dos estaba pasando por un tiempo difícil.

¿Cómo te va a ti? ¿Estás en medio de una situación “sin esperanza”? Cobra ánimo y pon tu confianza en el Señor. Pregúntale al Señor qué hacer. El temor y la fe no pueden morar en tu corazón al mismo tiempo.

Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: “¿Dónde está tu Dios?” (Salmos 42:3—NVI)

Pero entonces el autor trajo a su memoria las ocasiones de alegría en la Presencia del Señor.

Recuerdo esto y me deshago en llanto: yo solía ir con la multitud, y la conducía a la casa de Dios. Entre voces de alegría y acciones de gracias hacíamos gran celebración. (Salmos 42:4—NVI)

¿Puedes recordar ocasiones de alegría mientras estabas con la gente del Señor? Trae estos buenos momentos a tu mente. Ellas te llevarán a través de las circunstancias más difíciles. Llámalo imaginación, o fe, o esperanza es lo mismo. Es tu convicción de que Dios recompensa a quienes lo buscan diligentemente. Pregúntale a tu alma esta pregunta:

¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! Me siento sumamente angustiado; por eso, mi Dios, pienso en ti desde la tierra del Jordán, desde las alturas del Hermón, desde el monte Mizar. (Salmos 42:5,6—NVI)

Somos salvados en el presente al recordar la fidelidad de Dios en el pasado, las veces de alegría que hemos experimentado.

Ahora el autor está regocijándose en el Señor.

Ésta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe. (Salmos 42:8—NVI)

Nuevamente se siente desalentado.

Y le digo a Dios, a mi Roca: “¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo de andar de luto y oprimido por el enemigo?” (Salmos 42:9—NVI)

¿Alguna vez te has sentido así? Quizá en este momento estés triste y oprimido por el enemigo.

¿Qué debes de hacer? Debes de hablarle a tu alma y decirle que tenga esperanza en Dios. Recuerda la bondad del Señor y rehúsate a que tu alma te deprima.

¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Salmos 42:11—NVI)

Asaf se une con quienes Dios está tratando incesantemente.

Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. (Salmos 73:2—NVI)

Pero entonces él recuerda la palabra de Dios al justo.

Se me afligía el corazón y se me amargaba el ánimo por mi necedad e ignorancia. ¡Me porté contigo como una bestia! Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha. Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria. (Salmos 73:21-24—NVI)

Judas tuvo algo que decir a los Cristianos de su día.

Aunque ustedes ya saben muy bien todo esto, quiero recordarles que el Señor, después de liberar de la tierra de Egipto a su pueblo, destruyó a los que no creían. (Judas 1:5—NVI)

Pensemos por momento en el viaje que hizo Israel de Egipto a Canaán.

Cuando los Judíos salieron de Egipto Dios les había informado que los llevaría a una tierra donde abunda la leche y miel. La idea de una tierra abundante de leche y miel les dio buen material en qué poner a trabajar su imaginación.

La Presencia de Dios durante el peregrinaje de los Israelitas era sorprendente. Ellos habían visto partir el Mar Rojo, la nube de día y el fuego de noche, la Presencia de Dios en el Sinaí, la Gloria de Dios reposando sobre Moisés. Habían bebido agua que salía de una roca. Habían escuchado el toque de la trompeta saliendo del humo que cubría el Monte Sinaí. Algunos de los ancianos hasta habían subido a la montaña y habían comido en la mesa de Dios. También estaba el maná diario, el fuego bajando del Cielo para consumir el sacrificio sobre el Altar del Holocausto, y sanaciones milagrosas. Además, los Judíos habían sido testigos de la aflicción repentina de Miriam con lepra y que el suelo se abriera y se tragara a Coré, a algunos otros de los líderes de Israel, y a todas sus familias.

A pesar de esto, a pesar de numerosas liberaciones y milagros que los acompañaron, ellos escogieron no creer a Dios. Ellos murmuraron continuamente en contra de Moisés y de Dios. Ellos se imaginaban muriendo en el desierto. Ellos se veían a sí mismos muertos brutalmente por los gigantes en la tierra de Canaán.

Ellos usaron sus imaginaciones de la forma equivocada.

Por esto es que Dios, después de haberlos sacado con mano dura de Egipto, los destruyó en el desierto. Ellos insistieron en imaginarse a sí mismos en circunstancias horribles. Ellos pudieron haber escogido poner al Señor siempre por delante. Pudieron haber pasado su tiempo imaginándose ríos abundando de leche y miel y hierro sacado de las minas en las montañas, pero no, a pesar de apariciones espectaculares de Dios, de las cuales aunque fuera una nos gustaría haber presenciado, ellos insistieron en murmurar y quejarse sin creer.

Bajo las mismas circunstancias, si hubieran escogido creer, ellos hubieran podido haber entrado a Canaán victoriosamente tan pronto como llegaron y se hubieran ahorrado los treinta y ocho años adicionales de vagar por el desierto.

Bajo las mismas circunstancias, el Apóstol Pablo pudo haberse enojado, amargado, y desesperado.

Bajo las mismas circunstancias, Daniel pudo haber negado a Dios.

Bajo las mismas circunstancias, el Señor Jesús pudo haberse enfurecido por las perversas provocaciones continuas de los sacerdotes y ancianos.

Pero Pablo “vio” la Gloria de Dios y la recompensa que sería de él.

David “vio” la fidelidad del Dios de Israel y supo que el gozo sería de él ya fuera en la vida o la muerte.

El Señor Jesús “vio” la Iglesia gloriosa que sería formada en los siglos venideros.

Lo mismo es cierto de ti y de mi. Hemos pasado por muchos peligros, dificultades y trampas. Dios nos ha liberado cada vez que hemos clamado a Él y que lo hemos obedecido.

Quizá ahora estemos asustados por un problema nuevo. Tenemos una opción. Traeremos a nuestra mente las ocasiones en que el Señor nos liberó o nos preocuparemos porque sabemos que esta vez el Señor nos va a defraudar. Dios ha sido fiel con todos los santos a través de la historia pero ahora va a hacer una excepción contigo.

Si eres un gruñón o un quejumbroso que clama amargamente cada vez que una nueva prueba se te presenta, ¿por qué no intentas darle a Dios la gloria? Aun cuando no puedas ver ninguna forma posible en que puedas ser liberado, ¿qué tal si alzas tu vista hacia el Creador de las galaxias y reconoces Su poder y fidelidad infinita?

¿Por qué no le pides ayuda y luego lo alabas y le das las gracias por la respuestas?

Mira más allá de los gigantes, mira más allá de las tormentas y de las olas gigantescas, mira más allá del horno siete veces más caliente, mira más allá de los leones y ve a Jesús sentado a la derecha de Dios todopoderoso. Cristo Jesús, el Señor de todo, está sentado como Rey de la inundación. Nada puede de ninguna manera lastimarte si eres un seguidor de aquello que es bueno.

Tu responsabilidad es morar en Cristo con toda la diligencia que puedas imaginar. La responsabilidad de Cristo es cuidar de ti y de tus seres queridos sin importar cual es el problema.

¡Confía en Dios! Usa tu imaginación continuamente y anhela aquello que deseas. Nunca te des por vencido. No dejes que la vida te saque la esperanza, la alegría, y el idealismo que hay dentro de ti.

Algunas personas llegan hasta la puerta y luego se dan por vencidas. ¡Qué triste!

No seas así. Pon siempre al Señor delante de ti. Hasta ahora nuestro Dios nunca ha defraudado a alguien que ha confiado en Él, y no va a comenzar contigo.

(“Usando Tu Imaginacion de la Forma Correcta”, 4156-1)

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