¡DEMASIADO DURO!

Copyright © 2006 por Trumpet Ministries, Inc. Todos los Derechos Reservados

Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducido por: Carmen Alvarez


A veces algunas personas nos dicen, “Tu mensaje es demasiado duro.” Otras personas nos llegan a decir, “Me estás haciendo sentir condenación.” Con tu permiso me gustaría discutir por un momento este asunto de ser “demasiado duro” y de llevar a alguien a “sentir condenación”.


¡DEMASIADO DURO!

A veces algunas personas nos dicen, “Tu mensaje es demasiado duro.” Otras personas nos llegan a decir, “Me estás haciendo sentir condenación.” Con tu permiso me gustaría discutir por un momento este asunto de ser “demasiado duro” y de llevar a alguien a “sentir condenación”.

Observa que no dicen, “No estás predicando la verdad,” ni dicen, “No estás predicando lo que dice la Biblia.” Esto nos dice que ellos están más preocupados con su propia comodidad que con lo que Dios ha dicho en Su Palabra.

Permíteme aclarar el asunto de hacer que alguien sienta “condenación” y luego lo dejaremos a un lado.

No es responsabilidad del predicador hacer que alguien se sienta condenado. Pero sí es su responsabilidad hacer que sientan convicción aquellos que no están tomando su cruz y siguiendo al Señor. Yo creo que todos estarían de acuerdo con esto.

¿Cómo puedo diferenciar la condenación de la convicción?

Si el predicador le dice a los creyentes que están chismeando y difamando que, según las Escrituras, ellos merecen la muerte y luego él los manda a su casa, entonces sí los está haciendo sentir condenación.

Si el predicador le dice a los creyentes que están chismeando y difamando que, según las Escrituras, ellos merecen la muerte y luego el predicador hace un llamado al altar y les recuerda a los chismosos que si confiesan sus chismes, Dios es fiel y justo para perdonarlos y limpiarlos de toda injusticia, entonces el predicador está haciendo su trabajo.

En este caso, la persona que sale de la iglesia sin confesarse y arrepentirse de ser un chismoso continuará estando bajo condenación.

El adorador que confiese y se arrepienta de decir chismes, recibiendo perdón y purificación del Señor, se irá de la iglesia una nueva creación.

Cuando predicamos sobre los pecados de la carne, como por ejemplo el ser chismoso, se acostumbra decirle a la gente sobre la provisión que Dios ha hecho para sus pecados y para ser limpios. Luego, se hace un llamado al altar.

Si el individuo se aleja sin confesar sus chismes y sin arrepentirse de ellos, diciendo en su corazón “todos lo están haciendo y, además, no es un pecado tan grave,” sin haber leído ni creído lo que la Biblia dice sobre ello, entonces este individuo permanecerá enojado declarando, “el predicador me hizo sentir condenación con su mensaje.”

Del predicador depende que se trasmita fielmente lo que Dios está diciendo en cada ocasión. Del adorador depende obedecer la Palabra de Dios. No existe condenación sobre quienes están siguiendo al Espíritu de Dios. Sin embargo, sí hay condenación sobre los que escuchan la Palabra de Dios y rehusan arrepentirse.

A fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. (Romanos 8:4—NVI)

El Cristiano que cita Romanos 8:1 (“Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús”) pero no le agrega Romanos 8:4 (citado anteriormente) con respecto a los requerimientos de vivir según el Espíritu, no está fielmente adhiriéndose a la Palabra de Dios.

Hoy en día tenemos demasiado Cristianismo suavizado. Como veremos más adelante, Dios no es así ni acepta las tonterías de Su pueblo.

Habiendo dispensado la acusación de hacer que creyentes que no se han arrepentido se sientan bajo condenación, dirijámonos ahora al tema de que la palabra que predicamos es “demasiado dura.”

Mencionamos anteriormente que nadie dice que lo que estoy predicando no está en las Escrituras, más bien la queja es que es demasiado duro.

Este hecho nos advierte inmediatamente que el individuo no está siguiendo la Biblia sino que desea un evangelio suave que no tenga muchas exigencias.

Así que el asunto es el siguiente, ¿el mensaje que presenta la Biblia es sencillo o es duro? ¿Qué es lo que Dios exige de las personas?

Los Judíos recibieron muchos mandamientos que tenían que observar. Algunos de los mandamientos fueron mayores, teniendo que ver con la fabricación de ídolos o con cometer adulterio. Otros eran relativamente menores, teniendo que ver con aspectos ceremoniales en lugar de morales, como la limpieza de las ollas.

¿Cómo veía Dios la desobediencia a cualquiera de Sus estatutos? Si quebrantabas Su ley por ignorancia había una provisión con un sacrificio animal para perdonar tu pecado. Si quebrantabas Su ley conscientemente, eras separado de Israel.

Un hombre fue sentenciado a muerte por recoger leña en el día de reposo.

Un Sábado, durante la estadía de los israelitas en el desierto, un hombre fue sorprendido recogiendo leña. Quienes lo sorprendieron lo llevaron ante Moisés y Aarón, y ante toda la comunidad. Al principio sólo quedó detenido, porque no estaba claro qué se debía hacer con él. Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Ese hombre debe morir. Que toda la comunidad lo apedree fuera del campamento.” (Números 15:32-35—NVI)

Otro hombre fue matado por tomar el nombre de Dios en vano.

Dios trató amablemente a Israel mientras el pueblo seguía Sus mandamientos y los bendijo con bienes materiales.

Pero cuando Israel se rebeló en contra del Señor, Él fue excesivamente duro con ellos. Todo tipo de desastre se apoderó de la nación hasta que el pueblo fue llevado al cautiverio.

“Oh, pero eso fue en el Antiguo Testamento. Ahora estamos en el Nuevo Testamento y tenemos al ‘buen Jesús’. Ahora tenemos la gracia y la misericordia y Dios está listo para llevarnos al Cielo así que no hay forma de que podamos ser dañados por el Anticristo ni por la Gran Tribulación.”

Esto es lo que predicamos y esto es lo que creemos. Pero no podríamos estar más alejados de la verdad aun mudándonos a otra galaxia.

La vida Cristiana tiene un elemento de dureza. El sufrimiento es uno de los aspectos principales de la redención.

Entre más alto sea el rango en el Reino al que has sido elegido, más intensos serán los fuegos con los cuales serás bautizado; más amarga será la copa de la cual tendrás que beber.

Pensemos por un momento en Jesús. ¿Su vida sobre la tierra fue placentera? Yo creo que estarías de acuerdo conmigo si dijera que el Señor Jesucristo enfrento circunstancias muy desde que se fue al desierto a ser tentado. El final fue Getsemaní y la crucifixión. ¡Todos ciertamente muy duros!

“Oh sí, pero ese fue Jesús. Él sufrió para que nosotros no tuviéramos que sufrir.”

Yo sé que eso es lo que se predica hoy en día. A veces me pregunto si los predicadores conocen en lo más mínimo a Jesús. Si ellos han, en algún momento, caminado con el Señor.

Pablo dice que nosotros debemos compartir en los sufrimientos de Cristo. Pablo no dijo que Cristo sufrió para que nosotros no tuviéramos que sufrir. Esta doctrina está totalmente fuera de las Escrituras.

¿Qué hay de la vida del Apóstol Pablo? ¿Acaso él llevó una vida fácil o una difícil? ¿Tú qué piensas? Según Pablo su vida fue muy difícil, finalizando con ser encarcelado en una cárcel Romana (¡ciertamente muy difícil!) y ser martirizado.

La tradición nos dice que todos los Apóstoles fueron martirizados con la posible excepción de Juan el que recibió la Revelación.

El récord de la historia de la Iglesia es una de encarcelamientos, torturas, separación de familias, vidas en las catacumbas y martirios. Uno no podría decir que la vida de los seguidores de Cristo ha sido fácil.

Claro, nosotros los Norteamericanos de finales del siglo veinte no estamos experimentando persecución viciosa en estos momentos. Se nos ha prometido algo que no está en las Escrituras y que evitará que suframos: un “arrebato antes de la tribulación”. Ya que esta fantasía nunca sucederá, ¿podremos permanecer firmes durante la era de horrores morales que se aproxima? ¿Podremos soportar tiempos difíciles como buenos soldados de Cristo Jesús?

Pero permíteme decirte por qué somos acusados de ser “demasiado duros”.

El evangelio Cristiano actual dice que si hacemos una profesión de fe en Jesucristo, tendremos un boleto al Paraíso donde viviremos por siempre en una mansión, sin tener ninguna dificultad ni problema de ningún tipo. ¿Qué debemos hacer mientras tanto? Nada en absoluto. Bueno, sería recomendable tratar de servir al Señor (pero, claro, no al grado de ser demasiado inconveniente).

¿Qué pasa si seguimos viviendo en la naturaleza pecaminosa? ¡No se preocupen! Está bien con el Señor. Su gracia se está haciendo cargo de nuestra conducta.

Este ciertamente es un evangelio maravilloso, aunque claro no es cierto, pero muy placentero. Imaginamos tener un maravilloso matrimonio donde todos los hijos se reúnen por las tardes a nuestro alrededor para leer la Biblia y orar. Y todos estamos esperando salir volando en un arrebato. ¿No es esto agradable?

¿Así son las cosas en tu familia? Es muy probable que no. Lo más probable es que tu familia sea disfuncional y la Gran Tribulación probablemente no será mucho peor de lo que está pasando ahora. Me estoy refiriendo a familias Cristianas.

Así está el ejército de Dios en 1998 en los Estados Unidos.

Este pastor no predica el maravilloso evangelio de la gracia-arrebato-Cielo ni nada que se le parezca.

Nosotros estamos predicando que no eres un verdadero Cristiano hasta que te niegues a ti mismo, tomes tu cruz y sigas a Jesús. ¿Adónde cargas tu cruz? Al lugar de ejecución.

Enseñamos que Dios le permitirá a Satanás ponerte en prisión, en sentido metafórico o literal. Ahí estarás hasta que Dios te encuentre fiel y te otorgue la corona de la vida.

Estamos enseñando que una gran parte de la vida Cristiana es difícil, a veces muy difícil. Tienes que seguir haciendo cosas para las cuales ya no tienes corazón. A veces eres obligado a tomar pasos que no deseas tomar pero que son necesarios para el bien de tu familia.

También enseñamos que después de sufrir por algún tiempo Dios te establecerá, fortalecerá y estabilizará.

Enseñamos que Dios no aceptará menos que el ofrecimiento de todo tu cuerpo como sacrificio de adoración.

Enseñamos que Jesús debe volverse no sólo tu Salvador sino tu Señor absoluto. Debes obedecerlo en todo. Quizá Él te haga pasar por mucho sufrimiento. No debes quejarte ni enojarte con Dios ni con la gente. Debes seguir sirviendo, seguir sirviendo, seguir sirviendo. Debes ser el esclavo de la justicia Divina según lo expresa el Capítulo Seis de Romanos.

Dios no existe para servirte y hacerte feliz. Tú existes para servir a Dios y hacerlo feliz a Él. Esto es lo que nosotros enseñamos.

En muchos casos los creyentes de hoy en día no pueden soportar esta predicación. Regresan corriendo a alguien que les diga que Jesús lo hizo todo y que ellos sólo tienen que esperar el arrebato.

Sin embargo, lo anterior no es el meollo de la queja que somos “demasiado duros”, sino sólo unas objeciones menores.

El verdadero problema se centra en lo que nosotros tenemos que decir con respecto al creyente que no hace lo que Dios dice. Aquí es donde nos volvemos “demasiado duros”.

Las enseñanzas actuales presentan un “estado de gracia” que no es bíblico. A diferencia de los santos de la historia, el Cristiano de hoy cree estar encerrado en una burbuja que evita que Dios vea su conducta. Aunque debería tratar de hacer el bien, si no lo hace las consecuencias realmente no son muy serias. Numerosos creyentes derivan su seguridad y gozo de esta enseñanza que no se encuentra en las Escrituras.

No existe tal cosa como un “estado de gracia”. Encuéntralo en las Escrituras si puedes. No existe. Es un engaño.

La meta de Dios para el hombre nunca cambia, nunca, nunca, ¡nunca! La meta que Dios tiene para el hombre es que sea en la imagen moral de Dios y que viva en el centro de la voluntad de Dios. Nunca ha habido y nunca habrá ninguna otra meta para el hombre. El hombre fue creado para ser la imagen moral de Dios y también para ser igual que Dios. Así es Jesús y nosotros somos llamados a ser la imagen de Cristo, tanto por dentro como por fuera.

Desde Adán y Eva hasta este momento Dios ha aumentado Sus exigencias sobre las personas y también les ha dado la gracia (la autoridad en la virtud, la sabiduría y el poder) para hacer posible que respondan a Sus exigencias.

La meta de la salvación Cristiana es la misma desde los tiempos de Adán. Pero las exigencias son infinitamente mayores (a Adán nunca se le pidió que presentara su cuerpo como sacrificio vivo). La gracia es infinitamente mayor (Adán no tenía la expiación de la sangre para perdonar sus pecados; él no tenía el cuerpo y la sangre de Cristo para darle vida espiritual interior; él no tenía al Espíritu Santo para ayudarlo y darle poder; él no tenía la experiencia de volver a nacer ni la formación de Cristo en él para cambiar de ser un alma viviente a un espíritu que da vida).

Las exigencias sobre Adán eran mucho menores que las que se aplican a nosotros. La gracia Divina dada a Adán fue mucho menor que la Virtud de Dios dada a nosotros. Pero la meta sigue siendo la misma.

Como no comprendemos que la gracia Divina es la manera de lograr la meta de Dios para nuestras vidas, vemos la gracia como una alternativa a la meta. Creemos que la gracia nos da un perdón perpetuo para que, aunque no seamos transformados a la imagen moral de Cristo, aunque no avancemos hasta reposar en Su perfecta voluntad, de todos modos seamos perdonados por la gracia y vayamos al Cielo para vivir en una mansión para siempre.

¿Se te hubiera podido ocurrido una doctrina más en oposición a la intención que Dios tiene como lo es la enseñanza de que la gracia Divina es una alternativa a la transformación moral y al reposo tranquilo en la Persona y la voluntad de Dios?

Yo responderé por ti. “No, no podrías inventarte una alternativa más diabólica y destructiva en cuanto a la intención que Dios tiene para el hombre como lo son las predicaciones y enseñanzas Cristianas de nuestra época.”

Con razón algunos se quejan de que somos “demasiado duros”, considerando lo que se les está enseñando en otros lugares. Yo también me quejaría si estuviera en su lugar, sin saber (¿ni importarme?) lo que enseñan las Escrituras.

Pero ahora regresemos al tema central. El tema centra es lo que me sucederá si no sirvo a Dios como debo. Aquí es donde Satanás entra en acción. Él no ha servido a Dios como debería así que está buscando una amnistía. Satanás dice, “No, no vas a morir y ¡yo tampoco!”

Ahora sí voy a ponerme “duro”.

Si no te niegas a ti mismo, tomas tu cruz y sigues a Jesús hasta que des muerte a tu voluntad; si no ofreces tu cuerpo diariamente como sacrificio vivo; si sigues viviendo en la lujuria y en los apetitos de la naturaleza pecaminosa en lugar de por el Espíritu de Dios; si sigues sembrando a tu naturaleza pecaminosa en lugar de sembrar al Espíritu de Dios; ¿sabes qué? Vas a matar tu propia resurrección.

En primer lugar, no vas a lograr la primera resurrección que es la resurrección del sacerdocio gobernante, la resurrección que sucederá cuando regrese el Señor.

En segundo lugar, cuando resucites al final de la Era del Reinado de los mil años serás revestido de corrupción. Si tienes suerte, sólo recibirás latigazos, sólo se te quitará la moneda de oro y experimentarás el fuego de la ira de Dios. Te salvarás como quien pasa por el fuego.

Si no tienes suerte, se te confinará en tu cuerpo al lago que quema con fuego y azufre. En ese lago sufrirás tormento sin fin. El fuego nunca se apagará. Gusanos eternos comerán de tu cuerpo de resurrección.

“¡Dios nunca le haría algo así a Su elegido!”

¿No lo crees? Piensa en las maldiciones proclamadas desde el Monte Ebal y luego compáralas con el Holocausto. ¿Crees que Dios te ama más de lo que ama a los hijos naturales de Abraham, a Su sacerdocio elegido?

Aquí es donde realmente entra lo “duro”. Los creyentes Norteamericanos quieren saber, “¿aunque no sirva a Dios como debería, seré castigado en el Día del Juicio?” Al Norteamericano le gusta negociar. Quiere saber cuánto se puede divertir en el mundo actual y todavía ir al Cielo cuando muera. No tiene amor a Dios, sólo quiere perpetuar su comodidad. Esta es la razón por la que la enseñanza no bíblica sobre el “arrebato” le parece agradable.

Un ministerio ignorante y amante del dinero le está diciendo que puede vivir en pecado y no sufrir las consecuencias. “Adelante, diviértete. Dios te ama demasiado para permitir que sufras. Nunca escucharás nada negativo en el Juicio de Cristo. Jesús lo hizo todo por ti. Regocíjate en Su gracia y amor y no te preocupes del futuro.”

Las personas que enseñan esto van a comparecer ante Cristo con sus congregaciones y le explicarán a Cristo por qué enseñaron esas mentiras que no están en las Escrituras y que no son parte de la historia. Yo creo que se les enviará al mismo lugar de confinamiento que aquellos que, debido a su enseñanza, dejaron de servir al Señor.

Pablo sabía cómo iba a ser el tribunal de Cristo. ¡Pablo le temía al Señor! Pablo pasó su vida convenciendo a las personas de que vivieran con justicia debido a que él conocía el temor del Señor.

Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo. Por tanto, como sabemos lo que es temer al Señor, tratamos de persuadir a todos, aunque para Dios es evidente lo que somos, y espero que también lo sea para la conciencia de ustedes. (2 Corintios 5:10,11—NVI)

“Para que cada uno reciba lo que le corresponda.”

“Según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo.”

Pablo aquí se está refiriendo a la resurrección. Lo que el creyente ha practicado en su cuerpo recibirá en su cuerpo en el Día de la Resurrección.

Permíteme mostrarte otro versículo similar.

¿Qué he ganado si, sólo por motivos humanos, en Éfeso luché contra las fieras? Si los muertos no resucitan, “comamos y bebamos, que mañana moriremos”. (1 Corintios 15:32—NVI)

Observa cuidadosamente el versículo anterior. Hoy en día no hablaríamos así porque se ha perdido entre nosotros la doctrina de la resurrección de los muertos. Pero ahora se está restableciendo.

Pablo está diciendo, “No logro nada si vivo como estoy viviendo y si sufro como estoy sufriendo si los muertos no van a ser resucitados. De una vez debería comer, beber y ser feliz ya que pronto moriré y ese será el fin.”

Quizá tú puedas decir, “Yo sirvo a Cristo porque quiero escapar el Infierno e ir al Cielo” (¡y a veces ni siquiera esto decimos en estos días!).

Nosotros no obedecemos a Cristo pensando que en el día de la resurrección tendremos que enfrentar las consecuencias de nuestras acciones. Esto se debe a que nuestra doctrina es incorrecta.

Todo Cristiano debería vivir en términos del Día de la Resurrección. Llegará el día en que seremos resucitados de los muertos. El tipo de resurrección que tendremos dependerá de cómo hayamos servido al Señor. En el Día de la Resurrección habrá una gran diferencia entre el creyente que ha obedecido a Cristo y el creyente que ha vivido en su naturaleza pecaminosa. No dejes que nadie te diga lo contrario. No existe ninguna evidencia bíblica para pensar que la gracia y la misericordia intervendrán en el Día de la Resurrección. Lo que hayamos sembrado lo cosecharemos.

Quizá Cristo elija salvar a algunos que vivieron al margen y a otros los echará al Lago de Fuego. Estas decisiones son de Cristo Jesús. Él conoce los corazones. ¡Pero no dejes que nadie te diga que no debes temerle al Tribunal de Cristo! Esa persona está engañándose a sí misma y está destruyendo la obra de Dios.

Si le haces caso a Pablo en el capítulo tercero del Libro de Filipenses y logras la primera resurrección, la resurrección de entre los muertos, no serás juzgado en el Día de la Resurrección. Tu juicio ya lo habrás pasado en esta vida habiendo sufrido bajo la mano de Dios, obedeciendo al Espíritu, confesando y arrepintiéndote de tus pecados.

Sin embargo, si no vives estrictamente como lo describió Pablo, dejando todo para alcanzar a Cristo, viviendo por la resurrección de Cristo, compartiendo Sus sufrimientos, entonces resucitarás hasta el final de la Era del Reinado de los mil años. Te pararás ante el Trono Blanco y serás juzgado según tu comportamiento. El juicio que sucederá después de la Era del Reinado es la administración principal del Tribunal de Cristo.

¿Alguna vez te has sentado en una corte? Yo sí. Un tribunal decidió mi destino. Se me estaba demandando por más de lo que mi seguro cubría. Permíteme decirte que esto no es agradable. Te la pasas pensando sólo en la pena máxima que puede expedir la corte.

La pena máxima que puede salir del Tribunal Blanco es residencia eterna en el Lago de Fuego. Imagínate cómo te sentirás mientras esperas que sea tu turno, sabiendo que la pena máxima es la separación eterna de Dios, de todo lo que es bueno, maravilloso, hermoso y deseable para tomar tu lugar con Satanás, sus ángeles, los demonios y los malvados de la humanidad.

Estarás paralizado de terror.

Esta es la razón por la que el Apóstol Pablo trataba de persuadir a los hombres. Él sabía cómo sería estar ante el Tribunal de Cristo.

Pablo declaró claramente que los Cristianos que siguieran viviendo en los apetitos y las lujurias de su naturaleza pecaminosa no heredarían el Reino de Dios; también que quienes no pusieran a morir sus pecados por medio del Espíritu echarían fuera la vida eterna que recibieron cuando llegaron al Señor.

Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malo hábitos del cuerpo, vivirán. (Romanos 8:13—NVI)

Ahora comprendemos que moriremos físicamente ya sea que vivamos o no según nuestra naturaleza pecaminosa. Obviamente Pablo no se estaba refiriendo a una muerte física en Romanos 8:13.

Entonces, ¿de qué muerte estaba hablando Pablo? Acababa de decir que si el Espíritu de Dios estaba en nosotros que nuestro cuerpo mortal resucitaría en el Día del Señor. Por lo tanto, cuando Pablo dijo que si vivimos según nuestra naturaleza pecaminosa moriríamos, él quiso decir que perderíamos al Espíritu de Dios y que nuestro cuerpo no resucitaría por el Espíritu en el Día del Señor sino que permanecería muerto en el pecado.

Si nosotros no sembramos al Espíritu, no cosecharemos vida eterna en el Día del Señor sino que cosecharemos corrupción en nuestro cuerpo. Como dijo Pablo, en el Tribunal de Cristo recibiremos tanto lo bueno como lo malo que hayamos practicado. Si lo malo pesa más que lo bueno entonces estaremos en serios problemas. Con esto podemos apreciar lo alejadas que están nuestras predicaciones el día de hoy. ¡No son bíblicas en lo más mínimo!

Cuando pensamos en lo bueno que sería lograr la resurrección que dará vida y justicia a nuestro cuerpo mortal, podemos entender fácilmente por qué Pablo propuso la resurrección de entre los muertos como la meta de la vida Cristiana.

La otra noche en la iglesia yo le pregunté a un joven estudiando el ministerio que si alguna vez había escuchado a alguno de sus profesores enseñar con respecto al deseo de Pablo de lograr la resurrección de entre los muertos. Él me dijo que no.

¿Alguna vez has escuchado algún sermón sobre alcanzar la resurrección de entre los muertos?

¿No te parece increíble que Pablo propusiera lograr la resurrección de entre los muertos como la meta que quería alcanzar y sin embargo que nunca hayamos escuchado un sermón que enfatizara que debemos desear alcanzar la resurrección de entre los muertos? Oímos hablar por aquí, por allá y por todas partes del arrebato pero nunca de lograr la resurrección de entre los muertos. ¡Esto es muy raro! Para Pablo la resurrección de entre los muertos era de primordial consideración, su meta y esperanza principales. Para nosotros es desconocido. ¡El alejamiento de las Escrituras es realmente increíble!

La razón de esto es que la doctrina de la resurrección se ha perdido en las iglesias Cristianas. Nosotros creemos que tanto la doctrina del juicio eterno como la doctrina de la resurrección están siendo restablecidas el día de hoy. Nosotros no tenemos una nueva revelación, sólo estamos predicando lo que la Biblia siempre ha dicho.

Lo interesante es que el escritor de Hebreos en el capítulo sexto describe las doctrinas de la resurrección y del juicio eterno como principios elementales del Evangelio. ¿Puedes creerlo? ¡Nunca hemos oído hablar de estos temas y son elementales! El autor de Hebreos nos dice que dejemos atrás estos temas del jardín de niños y que hablemos de Melquisedec. Debemos avanzar para empezar a comer la carne de la Palabra.

No, realmente no soy “duro” en decir que si no sirves a Cristo vas a sufrir un temible Día de Resurrección. Más bien me estoy basando en las Escrituras. Los creyentes Norteamericanos deben escuchar la verdad. La puerta a la vida eterna es pequeña y el camino angosto y con muchas presiones. Es un camino riguroso. Los justos con dificultad se salvan.

Dios quiere que regresemos al Evangelio original del Reino. Quienes han recorrido el camino antes que nosotros han dejado atrás huellas ensangrentadas sobre la nieve.

El Israel del Antiguo Testamento no complació a Dios y Él los regresó al desierto. Tuvieron que vagar un año por cada día que los espías recorrieron la tierra prometida. Luego tuvieron que armarse para la guerra e invadir la tierra de Canaán. Dios no se las puso fácil pero les ayudó cuando ellos hicieron lo que Él les ordenó.

Los profetas Hebreos sufrieron dificultades. Dicen que Isaías fue serruchado en dos. Jeremías se sentía tan mal que deseó no haber nacido. Los profetas fueron rechazados y repudiados. Muchos de ellos fueron asesinados.

Juan el Bautista y los Apóstoles de Jesús sufrieron considerable rechazo, humillación y numerosas dificultades de todo tipo.

Los primeros Cristianos fueron perseguidos cruelmente. También lo fueron otros Cristianos a través de la historia.

Las estadísticas indican que más Cristianos han sufrido martirio en el siglo veinte que en cualquier otro siglo. Hoy, mientras estoy escribiendo esto, mil o más Cristianos serán torturados y asesinados en diferentes países del mundo.

¡Y luego los Cristianos Norteamericanos consentidos dicen que estoy siendo demasiado duro! ¿Qué harán en el futuro cuando no se presente ningún arrebato y sean gobernados por las Naciones Unidas y sus valores sean despreciados y pisoteados?

Cuando aparezca Aquel cuyos ojos son como fuego y se den cuenta de que Él no está contento con su tibieza y que no los va a tratar con favoritismo, cuando tengan que sufrir como Cristianos han tenido que sufrir desde siglos atrás, ¿se pondrán en contra de Cristo? ¿Lo maldecirán debido al dolor que están padeciendo?

No es que el Evangelio sea demasiado duro, sino que los Cristianos Norteamericanos son demasiado blandos.

Los creyentes de hoy en día están muy consentidos. Los hijos consentidos se convierten en tiranos.

El Nuevo Testamento quiere decir exactamente lo que dice. La salvación Cristiana no es una alternativa fácil para lograr la transformación a la imagen de Cristo y para llegar al reposo tranquilo con el Padre. Más bien, es el único camino a tal gloria. Debido a que la verdadera salvación requiere de una revisión detenida de nuestra personalidad, ceder la mundanería, la lujuria y la voluntad propia ante la formación de Cristo en nosotros, requiere que suframos considerable negación de nuestros deseos. No existe ninguna otra manera. El cambio es doloroso.

La alternativa es vivir sin rumbo, dependiendo de que los “cuatro pasos a la salvación” que algún día tomamos sean nuestro boleto al Cielo, confiando en que los Judíos tendrán que enfrentarse al Anticristo sin el Espíritu Santo y esperando pasar desapercibidos en nuestra flojera espiritual hasta que llegue el Día de la Resurrección.

Pero la realidad es que seremos despertados de entre los muertos para esperar la decisión del Trono Blanco, paralizados de terror, dándonos cuenta que la Biblia decía la verdad y que permitimos ser adormecidos por un ministerio ignorante o que se servía a sí mismo.

Sin embargo, si buscamos a Cristo con todas nuestras fuerzas, viviendo cada día interactuando intensamente con Jesús, considerándonos crucificados con Cristo y resucitados con Él a la derecha de Dios, confesando nuestros pecados y alejándonos de ellos conforme nos damos cuenta de ellos, orando mucho, leyendo nuestra Biblia, reuniéndonos con santos, ministrando y siendo ministrados, dando, sirviendo en cada oportunidad, contando cada aspecto de nuestra vida que no se encuentra en Cristo como basura, entonces escucharemos Su voz cuando Él regrese.

Nos encontraremos parados sobre la tierra rodeados por otros que, como nosotros, están brillando como el sol. Sin más ni más, nos daremos cuenta de que estamos ascendiendo a las nubes, para de ahí ser guiados a nuestro lugar en el ejército que está a punto de invadir la tierra.

Habremos alcanzado la primera resurrección, la resurrección de entre los muertos. Estaremos vivos para siempre con Cristo.

Cuando Cristo vaya al Templo en el Monte de Jerusalén y se siente en el trono de David, nosotros seremos parte de la gran muchedumbre que clame al Mesías, al Hijo de David, al Rey de reyes y Señor de señores.

Desearás estar ahí en ese maravilloso día de coronación cuando el único Rey por derecho sea coronado.

Esta es la razón por la que Pablo estaba haciendo a un lado todo para poder alcanzar la primera resurrección. Él te invita a seguir sus pasos para que puedas regocijarte con él en el día en que ambos entren al gozo de su Señor.

Los mayores logros de la vida, como ser un gran nadador o un pianista maestro, requieren de años del mayor esfuerzo y dedicación. Pero el atleta o músico acepta la disciplina y negación dolorosas debido a la meta, mantenida en la imaginación, de lo que el éxito significará.

Lo mismo sucede con el Día de la Resurrección. Pon delante de ti, en tu imaginación, el gozo de lo que significará ser resucitado cuando el Señor aparezca.

Pon gozo delante de ti. Entonces podrás soportar los rigores de la cruz. ¡Esto es lo que hizo tu Señor!

(“¡Demasiado Duro!”, 4174-1)

  • P.O. Box 1522 Escondido, CA 92033 US