EL TREMENDO “SI”

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducido por: Carmen Alvarez


En la actualidad, una de las desviaciones más obvias de las Escrituras es la doctrina que la salvación Cristiana es incondicional. Se enseña que la salvación es un acto de Dios que no tiene relación alguna con el comportamiento. Ya no tenemos que mantenernos firmes hasta el fin. La Gracia es un don Divino, desconocido bajo pactos anteriores, y nuestra única obligación es aceptarla.

Esta postura contradice directamente declaraciones claras del Nuevo Testamento.


EL TREMENDO “SI”

A fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. (Romanos 8:4—NVI)
Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la ley. (Gálatas 5:18—NVI)

Se está enseñando hoy en día que la gracia Divina es una intervención soberana de Dios que opera independientemente del cambio en la conducta del que lo recibe. Existe un “estado de gracia” que sirve para proteger al creyente de todo juicio—hasta de ser visto por Dios. Esta idea apoya fuertemente la doctrina de la “seguridad eterna”.

Una vez que un individuo ha profesado fe en Cristo entra en un estado de gracia que lo hace impenetrable a cualquier juicio sobre las obras de la inmoralidad o de cualquier otro comportamiento pecaminoso. Aunque el creyente debe tratar de complacer a Cristo viviendo una vida moral, tal esfuerzo no tiene relación directa con su salvación. Este creyente es salvo por la gracia y sólo por la gracia. Si su comportamiento es justo o malo no tiene ningún efecto sobre su salvación.

Si conociéramos al Señor en lo más mínimo nos daríamos cuenta de que este concepto de la salvación está tan alejado de la intención que Dios tiene bajo el pacto nuevo como jamás podría estarlo.

A veces yo me pregunto de dónde se originó el concepto del “estado de gracia”, ya que ciertamente deja fuera la mayor parte del texto del Nuevo Testamento. Debe ser una deducción sacada de varios versículos fuera de su contexto.

Cuando uno lee el Nuevo Testamento, especialmente las Epístolas, es obvio que la conducta justa es la única evidencia válida de la salvación. La fe sin las obras de justicia está muerta.

Quizá haya una ceguera espiritual sobre nosotros que evita que percibamos lo que fue escrito por los Apóstoles de Cristo.

Yo supongo que si los teólogos quisieran jugar con la idea del impenetrable estado de gracia tienen la libertad de hacerlo. El único problema es que Dios está molesto porque Sus mandamientos no están siendo obedecidos; los numerosos mandamientos encontrados en el Nuevo Testamento. Debido a esto la espada de juicio Divino está sobre los Estados Unidos de Norteamérica y sobre otros países.

La razón por la que muchos creyentes no están obedeciendo los mandamientos del Nuevo Testamento es porque se les ha enseñado que irán al Cielo por la gracia, y sólo por la gracia. Si tomas esta doctrina y la acompañas con la saturación de demonios lujuriosos y violentos que se encuentran en Estados Unidos hoy en día, y luego le revuelves un “arrebato” que está a punto de transportar a todos los creyentes al Paraíso sin importar su estado moral, vas a tener un solo resultado: feligreses que no pueden resistir las presiones de la lujuria sexual, la pornografía, la ira, la codicia y robar.

De hecho, estas presiones van a aumentar en los Estados Unidos hasta que sea imposible para los creyentes resistirse a la tentación. Si tú y yo no obedecemos la palabra de paciencia de Cristo hoy, no seremos protegidos durante la hora de tentación que está próxima por suceder.

Ahora, veamos más detenidamente los versículos citados al inicio.

A fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. (Romanos 8:4—NVI)
Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la ley. (Gálatas 5:18—NVI)

Ambos versículos nos están diciendo que para ser libres de la condenación que hay bajo la Ley de Moisés tenemos que ser guiados por el Espíritu.

Observa estos dos versículos cuidadosamente.

Las justas demandas de la ley se cumplen (por completo) en nosotros que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu.

No estamos bajo la Ley de Moisés si somos guiados por el Espíritu.

¿Así es como tú lees estos versículos?

Si es así, ¿puedes ver cómo la enseñanza de que somos libres de la condenación de la Ley sin importar cómo vivamos no es bíblico?

Hoy en día se enseña que somos libres de la condenación. Punto. Esta es la gracia de Dios—ser libre de la condenación de la Ley de Moisés. No existe absolutamente nada que debamos hacer.

No existe absolutamente ninguna condición. La salvación sólo es por la gracia.

¿Acaso Dios contradice Su propia Palabra? ¿Es esta la verdad de Dios? Claro que no. Es un engaño masivo. La enseñanza Cristiana de hoy en día es destructivamente errónea. No existe el famoso “estado de gracia”. Sí existe la gracia, pero para vivir en ella debemos alejarnos de nuestras pasiones y de nuestros apetitos carnales y seguir al Espíritu de Dios.

Mientras estemos viviendo en nuestra naturaleza pecaminosa estaremos bajo la condenación de la Ley de Moisés. Ya que aparentemente la mayoría de los Cristianos Norteamericanos están viviendo en su naturaleza pecaminosa, podemos decir que la mayoría de los Cristianos Norteamericanos están bajo condenación Divina.

No me importa cómo nos sintamos, ni qué gozo y paz creamos tener, las Escrituras nunca se equivocan. Satanás fácilmente puede imitar al Espíritu Santo. Quizá Dios haya perdonado nuestra ignorancia pasada, pero de ahora en adelante más nos vale averiguar lo que las Escrituras dicen y hacerlo.

Los eruditos, maestros, evangelistas y pastores que dicen que la gracia es incondicional están destruyendo el carácter moral de la gente Cristiana. Como resultado nuestra nación está sufriendo.

No estamos bajo condenación, sin importar cuánto tiempo creemos que hemos sido Cristianos, a excepción de que estemos viviendo en el Espíritu de Dios.

Observa lo siguiente:

Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. (Romanos 8:13,14—NVI)

En primer lugar, ¿el Apóstol Pablo se está dirigiendo a Cristianos?

Debe ser así. ¿Cómo podría alguien que no es salvo dar muerte a los malos hábitos del cuerpo por medio del Espíritu?

¿Qué dice Pablo? Dice que si un Cristiano vive conforme a su naturaleza pecaminosa éste morirá.

¿Cómo morirá? Morirá espiritualmente. No tendrá vida espiritual interior, no tendrá “aceite” cuando el Señor aparezca. No le será permitida la entrada a la boda. La puerta le será cerrada en la cara. Si no tenemos vida adentro de nosotros para resucitarnos, entonces no seremos resucitados. Es tan sencillo como eso.

Romanos 8:13,14 revela sin lugar a duda que el concepto de un impenetrable estado de gracia no tiene nada que ver con el Nuevo Testamento. Es una deducción a la que llegaron algunos teólogos utilizando unos cuantos versículos.

¿Qué es lo que un Cristiano debe hacer si quiere continuar en vida eterna? Debe dar muerte, por medio del Espíritu, a los apetitos y a las pasiones de su naturaleza pecaminosa.

¿Es esto lo que dice Romanos 8:13?

¿Es verdad Romanos 8:13 tal y como está? ¿O es verdad que el Cristiano vivirá aunque no ponga a morir, por medio del Espíritu, a los apetitos y a las pasiones de su naturaleza pecaminosa?

¿Qué hay del individuo que ha hecho una profesión de fe en Cristo y que luego pasa la mayor parte de su tiempo comiendo, durmiendo, jugando, trabajando y reproduciéndose? No hace realmente ningún esfuerzo por tocar diariamente a Dios en oración, por meditar en la Palabra, por congregarse con discípulos fervientes, por ofrecer su cuerpo como sacrificio vivo a Dios. ¿Morirá espiritualmente después de haber “aceptado a Cristo”?

Aunque Pablo dice que morirá si no vive en el Espíritu ¿de todos modos se salvará por un impenetrable “estado de gracia” que va más allá de las enseñanzas del Apóstol?

Si tu respuesta es que sí, te sugiero que dejes de leer este ensayo y vires tu atención a algo más placentero para ti. Yo baso todas mis enseñanzas en la Palabra escrita, y cuando mantenemos una postura que está claramente en oposición con la Palabra ya no tengo más qué decir.

Nuevamente:

Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. (Romanos 8:13,14—NVI)

¿Cómo podemos saber si estamos viviendo en el Espíritu y si estamos siendo guiados por el Espíritu?

Si estamos viviendo en el Espíritu, el Espíritu nos está guiando para dar muerte a los impulsos de nuestra naturaleza pecaminosa. Si no estamos siendo guiados para dar muerte a los impulsos de nuestra naturaleza pecaminosa, entonces podemos estar bastante seguros que no estamos siendo guiados por el Espíritu de Dios.

Sólo aquellos creyentes que están abiertos al Señor, que están confesando sus pecados y alejándose de ellos con la ayuda del Señor, sólo ellos están viviendo en vida eterna. El resto quizá esté orientado correctamente hacia el programa de la salvación pero no está entrando a la vida eterna. La vida eterna no es una estado legal en el que esperamos tener existencia eterna. La vida eterna es la Vida de Dios mismo. La Vida de Dios es santa—realmente santa. Que ninguna persona se imagine que puede vivir en la Vida santa de Dios y seguir pecando debido a un impenetrable estado de gracia. Esto es totalmente incorrecto, totalmente fuera de las Escrituras.

Parece ser que el Señor Dios le dio a Pablo, y a nadie más, el entendimiento sobre la transición que debemos hacer de la Ley de Moisés a la gracia y la verdad de Jesucristo.

Podemos notar en los escritos de Pablo, particularmente en Romanos y Gálatas, que Pablo estaba bajo presión constante de aquellos que insistían que para ser salvo la gente tenía que recibir a Jesús como Cristo y también obedecer parte o toda la Ley, especialmente la circuncisión.

Esta es la razón por la que Pablo dijo tantas veces que somos salvos por la gracia y no por las obras, queriendo decir por obras las obras de la Ley de Moisés.

Como Pablo explicó en el Capítulo Siete del Libro de Romanos, la Ley tiene autoridad sobre un individuo mientras éste esté vivo. Sólo la muerte puede librarnos de la autoridad de la Ley.

La transición de Moisés a Cristo la hacemos muriendo. No existe ninguna otra manera.

Jesucristo obedeció perfectamente la Ley de Moisés y luego murió en la cruz. Cuando estamos dispuestos a entrar a la muerte de Cristo sobre la cruz, nos es imputada la justicia que viene de la obediencia perfecta de la Ley de Moisés; las justas demandas de la Ley nos son adscritas.

Para poder permanecer sin condenación debemos considerarnos muertos con Jesús y vivos con Jesús. Debemos presionar cada día hacia Jesús. El Espíritu Santo nos ayuda a hacer esto. Conforme avanzamos hacia Jesús los pecados de nuestra carne surgen para ser juzgados. Conforme el Espíritu nos llama la atención a esos pecados, nosotros debemos confesarlos y luego alejarnos de ellos. Mientras sigamos así al Espíritu de Dios, viviendo en la Vida eterna de Dios, entonces somos libres de la condenación de la Ley de Moisés.

Pero si no avanzamos diariamente hacia Jesús, si no vivimos en la Vida santa de Dios, y seguimos gastando nuestro tiempo y nuestras energías en comer, dormir, trabajar, jugar y reproducirnos y cedemos en ocasiones a la lujuria sexual, a la violencia, a la codicia, a la calumnia, a los chismes y a la brujería, en otras palabras comportándonos como un Cristiano Norteamericano promedio, entonces no estamos muertos con Cristo sobre la cruz. No estamos resucitados con Él en vida nueva. No somos una creación nueva.

¿Entonces qué?

La Ley de Moisés nos condena. No hay ningún impenetrable estado de gracia que nos proteja del juicio Divino, de los ojos de Dios. Nosotros no nos estamos juzgando así que Dios nos juzga. Cuando Dios nos juzga, sufrimos. Si el sufrimiento no nos hace regresar a Dios, entonces cualquier cosa puede suceder, incluyendo enfermedades y hasta muerte prematura. Podemos llegar hasta tener nuestro nombre borrado del Libro de la Vida a pesar de que las enseñanzas Cristianas actuales dicen que esto es imposible.

El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. (Apocalipsis 3:5—NVI)

Por favor, no esperes hasta morir para averiguar si sé de lo que estoy hablando.

Conforme seguimos al Espíritu Santo, Él nos guía para confesar nuestros pecados y alejarnos de ellos, y para obedecer los mandamientos de Cristo y de Sus Apóstoles. El Nuevo Testamento, comenzando con los Evangelios, está lleno de mandamientos, algunos dados por Cristo en los Evangelios y otros dados por Cristo por medio de Sus Apóstoles en las Epístolas. Hay muchas cosas que debemos hacer y Dios nos ayuda a hacerlas cuando nos presentamos valientemente ante Su Trono para pedir Su ayuda.

Si seguimos al Espíritu de Dios fielmente confesando y alejándonos de nuestros pecados, y obedeciendo los mandamientos de Cristo y de Sus Apóstoles, la sangre expiatoria de Jesús nos mantiene libres de condenación. Pero si no seguimos al Espíritu de Dios fielmente confesando y alejándonos de nuestros pecados, y si no obedecemos los mandamientos de Cristo y de Sus Apóstoles, la sangre expiatoria de Jesús no nos mantiene libres de condenación. Más bien, estamos bajo condenación Divina y podemos esperar un castigo severo.

Esto es lo que la Biblia enseña. No tengo la menor idea de cómo comenzó la doctrina del “estado de gracia”. Pero estoy aquí para decirte que si no vives cerca de Jesús, si no confiesas tus pecados y te alejas de ellos con Su ayuda, si no maduras cada día en la obediencia a los mandamientos de Cristo y de Sus Apóstoles, entonces Él no te protegerá de la era de horrores morales. Tú no habrás mantenido tu parte del contrato.

Lo que te estoy escribiendo es tan obvio para cualquiera que conoce el Nuevo Testamento que repetirlo parece superfluo. Pero yo sé que la mentira del “estado de gracia” ha sido enseñado por cientos de años y está profundamente arraigado en el pensamiento de los Cristianos. No adquieren esta mentira de la Biblia sino de las tradiciones del hombre. Si somos sabios investigaremos por nosotros mismos en el Nuevo Testamento. El Señor Jesús no va a hacer excusas por nosotros en ese Día porque nosotros le creímos a un líder religioso que nos enseñó un error.

Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y en el cual se mantienen firmes. Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. (1 Corintios 15:1,2—NVI)

Yo creo que cuando Pablo dijo que se “aferraran a la palabra” él se refería a aferrarse más que mentalmente a una postura teológica. En muchos versículos Pablo nos dijo que hiciéramos varias cosas, y “aferrarnos a la palabra” ciertamente incluiría obedecer lo que le dijo a las iglesias.

Por ejemplo:

Vuelvan a su sano juicio, como conviene, y dejen de pecar. En efecto, hay algunos de ustedes que no tienen conocimiento de Dios; para vergüenza de ustedes lo digo. (1 Corintios 15:34—NVI)

Verdaderamente aprecio mucho este versículo porque desmiente todos los consejos no bíblicos que escuchamos de tener que esperar hasta que Cristo viva la vida a través de nosotros, o que somos salvos por identificarnos con Cristo, o que Jesús lo hizo todo, o cualquier otro error que es puesto sobre otro error hasta que le mente se tambalea por la mala información y la confusión.

“Vuelvan a su sano juicio, como conviene,” nos diría Pablo el día de hoy. “¡Dejen de pecar! Algunas personas no tienen conocimiento de Dios debido a sus conductas pecaminosas. ¡Les debería dar vergüenza!”

“Pablo sí dijo esto” dirían los Cristianos, “pero esto no significa que los creyentes de Corintio no fueran salvos. Ellos debieron hacer lo que Pablo dijo, pero aun si no lo hicieron de todos modos fueron salvos por la gracia”.

¿De verdad?

Compara este versículo con sus comentarios iniciales.

Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y en el cual se mantienen firmes. Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. (1 Corintios 15:1,2—NVI)

Yo no creo que esté exagerando si interpreto a Pablo como si estuviera diciendo “si no dejas de pecar entonces no estás obedeciendo el Evangelio. No estás aferrándote a la palabra que te prediqué. No eres salvo. Has creído en vano.”

¿Será posible realmente creer en vano?

¿Acaso los eruditos Cristianos de nuestra época están diciendo que es imposible que creamos en Cristo en vano? ¿A quien debemos de creer, a los teólogos de nuestra época o al Apóstol Pablo?

Judas no viene al rescate de aquellos que quieren enseñar “una vez salvo siempre salvo”.

Aunque ustedes ya saben muy bien todo esto, quiero recordarles que el Señor, después de liberar de la tierra de Egipto a su pueblo, destruyó a los que no creían. (Judas 1:5—NVI)

¿Por qué habría el Espíritu Santo por medio de Judas advertir a la Iglesia que fue posible ser liberado de Egipto bajo la mano soberana de Dios, sin lugar a duda un tipo de salvación, para luego ser destruidos por el Señor, si no fuera posible ser salvos y luego estar perdidos a los propósitos de Dios?

Alguien objetará, “al principio creyeron y luego ya no creyeron”.

Esto es verdad. Aun así, la postura que se mantiene hoy en día es que una vez que has hecho una profesión de fe irás al Cielo ya sea que dejes de creer o no después de eso. Este engaño está profundamente atrincherado en la mente Cristiana. No hay nada que puedas hacer para penetrar el impenetrable “estado de gracia”.

Sin embargo, hay más que sólo eso. Los Israelitas no fueron destruidos por el Señor porque dejaron de creer mentalmente en las cosas que Dios había dicho. Fueron destruidos por las acciones que tomaron debido a su incredulidad, como quejarse, amenazar con apedrear a Moisés y suplicar que regresaran a Egipto.

Además, si uno lee el Libro de Judas se puede observar claramente que Judas no se está refiriendo a personas que dejaron de creer en una postura teológica sino a creyentes que se estaban comportando maliciosamente.

Somos salvos, como dijo Jesús, si nos mantenemos firmes hasta el fin. Yo poseo una edición popular de la Biblia. La nota al pie de la página dice que no somos salvos por mantenernos firmes hasta el fin sino por una acción soberana de Dios. Por lo tanto, los editores de esta reconocida edición están negando las palabras del Hijo de Dios.

La fe que nos salva y por la cual vive el justo tiene que ver con avanzar hacia Dios, particularmente con obedecer la manifestada voluntad de Dios.

Observa la introducción del “capítulo de la fe” del Libro de Hebreos, el capítulo que es una definición larga de “el justo vivirá por la fe”.

“Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado.” Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. (Hebreos 10:38,39—NVI)

Pablo dijo que somos libres de la condenación si escogemos vivir en el Espíritu de Dios, es decir, si escogemos vivir por la fe. ¡Este es un tremendo “si”! ¿No lo crees así?

“Mi justo vivirá por la fe.” Esto significa que el individuo justo vive así como vivieron los patriarcas del capítulo siguiente. Ellos creyeron a Dios. Ya sea que hablemos de Noé, Abraham o Moisés, ellos obedecieron a Dios. Ellos fueron obedientes al Espíritu de Dios.

“Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse.” ¿Podemos acaso como creyentes en Cristo volvernos atrás de las exigencias del Espíritu, eligiendo vivir en los caminos del mundo, y acabar por perdernos? Judas dice que sí. El escritor de Hebreos dice que sí.

Nuestro Señor dijo que ninguna persona que pone su mano al arado y mira para atrás merece el Reino de Dios. ¿Será verdad?

¿No te encanta la expresión “volver atrás”? Esto implica que la verdadera vida de fe consiste en avanzar hacia adelante en contra de posturas que no son placenteras. Tenemos la elección de avanzar hacia adelante o de volver atrás. Obviamente, no estamos hablando aquí de un conocimiento mental de teología, de un asentimiento mental del plan de salvación, sino de empujar diariamente hacia adelante, venciendo por medio de Cristo la maldad de ese día.

El volver atrás en el peregrinaje Cristiano es una invitación a la destrucción. ¿Qué sucedió con el impenetrable “estado de gracia” en éste contexto? ¿De qué planeta surgió esta alocada doctrina?

“Los que tienen fe y preservan su vida.” Nuevamente, nos estamos refiriendo al siguiente capítulo, al Capítulo Once.

Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. (Hebreos 11:1—NVI)

Los héroes de la fe del Capítulo Once estaban seguros de lo que esperaban y tenían la certeza de lo que no podían ver. Este tipo de fe tiene vida, es vital y siempre está buscando al Señor. No es la fe muerta de creer en posturas teológicas.

Su certeza se expresó en su conducta.

Por fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable.

Por fe Enoc caminó con Dios.

Por fe Noé construyó un arca.

Por fe Abraham dejó Ur de los Caldeos, sin saber a dónde iba.

Por fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú.

Por fe José dio instrucciones acerca de sus restos mortales.

Por fe los padres de Moisés lo escondieron durante tres meses.

Y así sucesivamente.

Cuando el Espíritu de Dios define “el justo vivirá por la fe” utiliza a personajes del Antiguo Testamento (un interesante hecho en sí) y nos dice lo que hicieron en base a lo que creían. Si tenemos la certeza de lo que esperamos entonces vamos a hacer algo al respecto. De otra manera lo que tenemos no es para nada fe bíblica sino creencia mental muerta. No hay salvación en la creencia mental, en ningún soberano y abstracto “estado de gracia” que exista aparte de nuestro comportamiento, aparte de nuestra transformación moral.

Tal estado de gracia quizá exista en la filosofía del Gnosticismo pero no se encuentra en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo.

Estamos terriblemente engañados hoy en día, un engaño que se expande por todos los rangos del Cristianismo a donde el Evangelio es predicado por el mundo. Debemos despertar y dejar de pecar, como dice Pablo que hagamos. Y, como dijo Pablo, mucha gente del mundo no tiene conocimiento de Dios debido al comportamiento de los Cristianos. Mucha gente en Norteamérica es cínica del Evangelio Cristiano debido a la conducta de los Cristianos.

Quizá pensemos que Dios ignora nuestro comportamiento porque estamos en un impenetrable estado de gracia y que Dios está a punto de sacarnos repentinamente de aquí para dejarle el mundo al Anticristo. Esto no es verdad. La verdad es que el juicio ha comenzado con la casa de Dios y ¡ninguno de nosotros está exento! Tampoco ninguno de nosotros va a salir volando en un “arrebato” mitológico.

El Señor está juzgando en la actualidad a Su pueblo. ¿Ya ha pasado por tu casa? Lo hará. Puedes estar seguro. Cuando lo haga pídele que te dé una boleta de calificaciones. Averigua qué es lo que Él quiere cambiar de ti y luego pídele Su ayuda para que puedas deshacerte de tu mundanería, tu lujuria y tu voluntad propia.

No esperes hasta que Dios tenga que destruirte para poder salvarte. ¿Quieres entrar al Reino de Dios como un espíritu desnudo, quedando corto de haber obtenido cualquier herencia? Esto quizá suceda si no tomas en serio tu relación con Dios.

Si yo estoy escuchando correctamente del Señor, Él no está contento porque nosotros en Norteamérica no estamos obedeciendo Sus mandamientos. Quizá yo me esté perdiendo de algo pero el Señor no me está hablando de ningún “estado de gracia”. Nosotros no estamos obedeciendo Sus mandamientos en este país debido a que hemos tenido enseñanzas que no están en las Escrituras. Dios no va a excusarnos porque hemos tenido una mala enseñanza. Él requiere de nosotros que tengamos suficiente sentido común para saber que Cristo no es la excusa Divina para nuestra mundanería, nuestra lujuria y nuestra voluntad propia. ¡Nuestra conciencia debería decirnos la verdad!

¿Dónde está nuestro sentido común al creer que sólo tenemos que tomar los cuatro pasos de la salvación y luego somos salvos por los siglos de los siglos? ¿Acaso no podemos leer el Nuevo Testamento?

Hoy en día debemos regresar a la Biblia, especialmente al Nuevo Testamento. Ahí tenemos numerosos mandamientos, con la promesa que si nosotros, con la ayuda del Señor, obedecemos estos mandamientos Cristo será formado en nosotros. Cuando Cristo, el Pacto Nuevo, esté formado en nosotros, entonces no pecaremos sino que le agradaremos a Dios debido a nuestra nueva naturaleza. Es tan sencillo como eso.

Por esto podemos ver que hay un tremendo “si” condicional asociado con la salvación Cristiana. Si nosotros hacemos lo que el Señor y Sus Apóstoles ordenaron, sin comenzar y luego rendirnos, sin desanimarnos y luego alejarnos del Señor, llegará el momento en que estaremos ante el Señor Jesús y escucharemos Sus palabras “Hiciste bien, siervo bueno y fiel. Entra a compartir la felicidad de tu Señor. Yo tuve que vencer la maldad mientras estuve sobre la tierra y ahora tú, por medio de la fe en Mi poder y Mi sabiduría, también pudiste vencer la maldad que llegó contra ti.”

“Todas las promesas que son para el que salga vencedor son tuyas. Has heredado todas las cosas. Has ejercido fe en la fidelidad de Dios y pudiste así escapar la contaminación que hay en el mundo por medio de la lujuria.”

Pero si nosotros no somos fieles a Jesús, si no seguimos Sus enseñanzas y las de Sus Apóstoles sino que continuamos viviendo en nuestra naturaleza pecaminosa, entonces no tenemos ninguna base sobre la que podamos esperar gozo cuando estemos ante Jesús. En lugar de eso escucharemos, “No me digas que me aceptaste ni que hablaste en lenguas ni ninguna otra cosa. No obedeciste a Dios. Eres un hacedor de maldad. ¡Aléjate de Mi!”

¿Es esto lo que deseas escuchar?

“¡Oh Hermano Thompson, nuestro buen Jesús nunca le hablaría a nadie de esa manera!”

Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”. (Mateo 7:22, 23—NVI)

¿Serás tú uno de los muchos que profetizaron en el nombre de Jesús y que luego fueron alejados de Su Presencia? Creerías que después de haber profetizado, expulsado demonios, hecho muchos milagros, todo en el nombre de Jesús, que tendrían una cálida bienvenida, ¿verdad? ¿Qué sucedió con su “estado de gracia”?

Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses. “Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil. Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” (Mateo 25:26-30—NVI)

Por favor observa que la parábola de las monedas de oro no está hablando sobre las personas del mundo sino de los siervos del Señor. Cualquier cosa que Jesús te haya dado, desde el don de la salvación en adelante, constituyen tus talentos, tus monedas de oro. Si no los utilizas en el Reino entonces estás enfrentando un futuro bastante severo. Ningún estado de gracia te salvará en ese entonces.

Los “si” condicionales en el plan de salvación son tremendos. Somos salvos si mantenemos en mente lo que hemos sido enseñados, poniendo diligente atención a las palabras de Cristo y Sus Apóstoles.

Pero si en lugar de eso escogemos vivir como lo hacen tantos creyentes Norteamericanos, en la tibieza de la asistencia casual a la iglesia, entonces no hay ninguna garantía de que recibiremos una cálida bienvenida en el Cielo cuando fallezcamos.

Y no podemos encontrar ningún “estado de gracia” en el Nuevo Testamento que haga nulas las palabras de Jesucristo y Sus Apóstoles.

(“El Tremendo “Si””, 4316-1)

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