DE SOBREVIVIR A ATACAR AL ENEMIGO

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Texto bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. ©1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

Traducido por Carmen E. Álvarez


La muerte de Moisés marcó un cambio tremendo en la vida de los Israelitas. Su muerte significó el cambio de luchar por sobrevivir a luchar para alejar al enemigo de la tierra prometida.

Lo mismo está sucediendo en nuestra época. Por dos mil años la Iglesia Cristiana ha estado luchando por sobrevivir espiritualmente. Ahora un cambio masivo está sucediendo. De ahora en adelante nuestra lucha consistirá en alejar al enemigo de nuestra tierra prometida.


Índice

La Tierra Prometida
El Reposo Tranquilo en la Persona y Voluntad de Dios
El Cambio en Nuestra Personalidad
La eliminación de la mundanería, la lujuria, y la voluntad propia
La formación de Cristo en nosotros
Ser llenados con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
La Transformación de Nuestro Cuerpo
Nuestro cuerpo de carne y hueso será resucitado de los muertos
Revestidos con una casa del Cielo
Heredar las Naciones y los Confines de la Tierra
Heredar Todo lo que Dios Haga Nuevo en Cristo
Conclusión


DE SOBREVIVIR A ATACAR AL ENEMIGO

Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia. (Hebreos 4:11 NVI)

La Tierra Prometida

Por lo que yo puedo observar el Señor no les dio a los Israelitas una definición clara de los límites de la Tierra Prometida hasta que Moisés murió y Josué fue declarado el líder.

Su territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste. (Josué 1:4 NVI)

Durante los cuarenta años que estuvieron en el desierto los Judíos no tenían por qué saber los límites de su tierra prometida. Se les dijo que era un lugar bueno, y esto era todo lo que ellos tenían que saber.

Lo mismo sucede hoy en día. El pueblo Cristiano ha supuesto que el Cielo es la tierra prometida, aunque no hay indicación en el Nuevo Testamento ni en el Antiguo de que así sea. Sabemos que Dios nos está llevando a un lugar bueno, y estamos asumiendo que este lugar debe ser el Cielo espiritual.

Ahora que el ministerio de Moisés que Cristo ha seguido está llegando a su conclusión, y que el ministerio de Josué está cerca, estamos aprendiendo cada vez más sobre nuestra tierra prometida.

Sabes, existe un profundo significado en la muerte de Moisés y en la instalación de Josué. El significado es el siguiente.

El viaje por el desierto fue una larga lucha por sobrevivir en la Presencia del Señor. Los Judíos tuvieron que aprender a ser pacientes. Tuvieron que depender de Dios diariamente para recibir el maná. Se les dio la ley moral, los Diez Mandamientos. Se les enseñó como usar animales para recibir perdón por sus pecados. Podemos referirnos a este periodo de supervivencia como una conquista interna.

Cuando murió Moisés, y Josué se hizo cargo, los Israelitas estaban acampados al lado este del Río Jordán, con la tierra prometida de frente a ellos. Ahora estaban siendo preparados para alejar al enemigo de su tierra prometida. La lucha ya no era para su supervivencia personal. La lucha ahora iba a tener el propósito de alejar al enemigo de su tierra prometida.

Lo mismo sucede hoy en día. La mayor parte del pueblo de Dios está profundamente involucrada con sus batallas personales: su indecisión con respecto a tomar su cruz personal y seguir a Cristo, su tibieza, su acumulación de amargura sobre las injusticias que han sufrido, su frustración de estar encajonados donde no pueden tener lo que quieren sin desobedecer a Dios.

Pero existe un remanente de entre toda la Iglesia, que quizá se componga de jóvenes en su mayoría, que no tiene el impedimento de cargas emocionales que generalmente tienen los creyentes de mayor edad. Éste remanente está listo para avanzar con Cristo para alejar al enemigo de su tierra prometida.

Moisés representa nuestra lucha por sobrevivir como Cristianos. Josué representa algo nuevo para nosotros. Representa la lucha en contra de los enemigos espirituales que están habitando lo que Dios nos ha prometido.

Primero voy a presentar las dimensiones de nuestra tierra prometida, y luego veremos las dimensiones con más detalle.

La primera área de donde el enemigo debe ser alejado es del reposo tranquilo en la Persona y voluntad de Dios. El Señor quiere que cada uno de los miembros de Su pueblo esté morando en Su Presencia en sujeción completa a Su voluntad.

La segunda área de nuestro Canaán es el cambio necesario en nuestra personalidad que debe ocurrir si vamos a tener comunión con nuestro Creador.

Parte de ese cambio consiste en eliminar de nosotros todo rastro de mundanería; todo rastro de lujuria y de pasiones de nuestro cuerpo y de nuestra alma; y todo rastro de voluntad propia y egocentrismo.

Otra parte del cambio es la formación de Cristo en nosotros, y luego la venida del Padre y del Hijo para habitar en aquello que ha sido formado en nosotros.

La tercera área de nuestra tierra prometida es la transformación de nuestro cuerpo. La transformación de nuestro cuerpo incluye que nuestro cuerpo de carne y hueso sea resucitado de los muertos, y luego el revestimiento de ese cuerpo con una casa del Cielo.

El cuarto aspecto de nuestra tierra prometida tiene que ver con heredar las naciones y los confines de la tierra.

La quinta área de nuestra tierra prometida consiste de todo lo que Dios vuelve nuevo en Cristo.

Estos son los límites de nuestra tierra prometida. Si existen áreas adicionales no estoy enterado de ellas.

¿Puedes repetirlos de memoria?

  • El reposo tranquilo en la Persona y voluntad de Dios.
  • El cambio en nuestra personalidad.
  • La transformación de nuestro cuerpo.
  • Heredar las naciones y los confines de la tierra.
  • Heredar todo lo que Dios haga nuevo en Cristo.

Si no crees que el enemigo esté firmemente atrincherado en cada una de estas áreas, sólo espera a que intentes entrar a tu tierra prometida.

Puede ser una buena idea memorizarlas, en caso de que alguien te pregunte qué es nuestra tierra prometida. Dudo que haya un Cristiano entre 500 que pueda decirte lo que es la tierra prometida del Cristiano. ¿No te parece sorprendente? No sabemos hacia donde estamos avanzando. No sabemos cual es la meta de la salvación.

Pregúntale a unos cuantos Cristianos fervientes para ver si estoy en lo correcto.

El Reposo Tranquilo en la Persona y Voluntad de Dios

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cual es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. (Romanos 12:1,2 NVI)

Cuando dejé el Cuerpo de Marina, a la edad de veinte años, acababa de ser salvo. No sabía casi nada sobre lo que significaba ser un Cristiano.

Cuando todavía estaba en el Cuerpo de Marina, sentí que Dios me había llamado a predicar, así que cuando salí me inscribí en un instituto bíblico.

¿Sabes lo que me enseñaron cuando dejé el Cuerpo de Marina y comencé a relacionarme con gente Cristiana? Me enseñaron que nadie puede hacer la voluntad perfecta de Dios. Que teníamos que conformarnos con Su voluntad “aceptable”, lo que sea que eso signifique.

Me informaron que mientras estamos en este mundo tenemos que pecar.

Estos dos comentarios vienen de Satanás. Lo cierto es que la expectativa debe ser que todo Cristiano va hacer la voluntad de Dios a la perfección. Ningún Cristiano jamás en ningún momento debe estar practicando el pecado si sabe que es pecado.

Sólo existe una voluntad de Dios para ti y para mí en cualquier momento específico. Si no la estamos haciendo estamos rebelándonos en contra de Dios.

No es difícil hacer la voluntad de Dios. Todo lo que tienes que hacer es decirle a Dios que quieres hacer Su perfecta voluntad, y pídele que te dé la gracia para hacerla. Él te escuchará y recibirás la gracia. ¿Acaso Dios es un capataz a quien nadie puede complacer? La verdad es que Satanás es un capataz a quien nadie puede complacer. Pero Dios es fácil de complacer.

Sus mandamientos no son dolorosos.

Si no estás seguro de estar haciendo la voluntad perfecta de Dios, entonces detén todo lo que estás haciendo y dile a Dios que quieres hacer Su voluntad perfecta—siempre, en todo momento, y para siempre.

Nada diferente a esto es aceptable.

La verdad es que probablemente estés haciendo la voluntad de Dios y ni siquiera tienes la satisfacción y la confianza de saber que la estás cumpliendo.

Esto es a lo que Satanás se dedica—a mantenernos alejados y asustados de Dios.

Satanás te considera a ti, y este mundo actual, como su posesión. Él es como los Cananeos que han estado atrincherados por miles de años. Satanás exige que se haga su voluntad. En el momento en que te decidas a hacer la voluntad de Dios te encontrarás peleando en contra de Satanás. ¡Pero a quién le importa! Jesucristo es infinitamente más grande que Satanás.

La gente que estaba viviendo en la tierra prometida de los Israelitas había estado ahí por miles de años. Ellos se resistieron a los Judíos con todas sus fuerzas. Por esta razón, los Israelitas llegaron a un arreglo con ellos. Debido a que los Israelitas no cumplieron al pie de la letra la tarea que se les encomendó, ellos nunca han podido estar en paz en esa tierra desde los tiempos de Rehoboam hasta la época actual.

Todo lo que les ha sucedido a los Judíos ha sido para nuestro aprendizaje. Nosotros nunca, nunca, nunca debemos llegar a un arreglo con el enemigo. Debemos hacer la perfecta voluntad de Dios, y seguir confesando y obteniendo la victoria sobre nuestros pecados. ¡Y no hay de otra!

Es totalmente posible y esperado de nosotros que hagamos la voluntad perfecta de Dios cada momento de nuestra existencia. Nosotros somos Su creación y no debemos estar rebelándonos en contra de Él.

Es completamente posible, por medio del Señor Cristo Jesús, lograr la victoria sobre el pecado. Una vez que nos decidamos a lograr la victoria, el Espíritu Santo nos guiará. Ninguna obra de las tinieblas puede enfrentársenos, ya que el todopoderoso Cristo está con nosotros.

El Cambio en Nuestra Personalidad

Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29 NVI)

El hombre fue creado para ser a la imagen de Dios. Esto no significa que fue creado para ser parecido a la imagen de Dios; significa que fue creado para ser exactamente a la imagen interior y exterior de Dios.

Repito, una vez que decidas ser cambiado a la imagen de Dios te enfrentarás en contra de un enemigo resuelto; un enemigo fanático. Satanás quiere que seas a su imagen. Él peleará toda intención que tengas de ser a la imagen moral del Señor Jesucristo.

Sabes, nuestra naturaleza de Adán no puede imitar a Cristo exitosamente. Es bueno que tratemos lo mejor posible de ser como el Señor, pero nos quedamos cortos, ¿no es así?

Recientemente compré un reloj que no es un reloj. En realidad es un radio receptor, ya que no tiene el acostumbrado mecanismo en su interior. La hora es transmitida desde el reloj atómico de los Estados Unidos que se encuentra en las afueras de Boulder, Colorado. Luego, mi radio receptor reconoce esa señal y muestra la hora.

Esto se parece a lo que debe suceder con nosotros. Primero el receptor, Cristo, debe ser formado en nosotros. Luego nosotros debemos mantenernos en una posición en la que podamos recibir la señal del Cielo. Al hacerlo, manifestamos a Cristo a la perfección.

Según lo que he leído, el reloj atómico no pierde ni gana un segundo en veinte millones de años. Yo puedo ajustar un reloj normal según el reloj atómico, pero tarde o temprano voy a tener que ajustarlo otra vez porque ganará o perderá algunos segundos o minutos. Pero si mi reloj fuera un receptor que siempre estuviera ajustado según el reloj atómico, entonces sería perfectamente preciso.

Como dije, debemos imitar a Cristo como mejor podamos, ajustando nuestra vida a Su ejemplo. Pero ultimadamente fracasamos, hasta que sea Cristo en nosotros el que está viviendo Su Vida en nuestra personalidad.

La eliminación de la mundanería, la lujuria, y la voluntad propia.

El primer paso en preparar nuestro “reloj” es eliminando nuestra mundanería, nuestra lujuria, y nuestra voluntad propia. Este tipo de liberación es completamente posible en la hora actual.

Nosotros debemos alejarnos de las cosas del mundo actual. Los Cristianos Norteamericanos están demasiado involucrados en el mundo.

Recientemente (26 de Enero del 2003) hubo en la ciudad de San Diego, donde vivo, un partido importante de fútbol americano. Había aquí muchos reporteros de alrededor del mundo.

No nos sorprende que la gente que no sea salva pueda ser engañada como para considerar que un partido de fútbol merezca esta cantidad de entusiasmo y atención.

El problema está en que existen Cristianos que están absortos en este partido, dándole su tiempo y sus pensamientos. ¿Cómo pueden avanzar hacia su tierra prometida cuando están adorando lo que Dios odia? ¡Todo el que se involucra con el espíritu del mundo se vuelve el enemigo de Dios!

En lo que se refiere a las lujurias y pasiones del cuerpo, los Estados Unidos está lleno de ellas. Mi esposa, Audrey, dio una profecía ayer, diciendo que Dios está listo para juzgar a los demonios de Norteamérica, así como hizo con los dioses de Egipto. Éstas deberían de ser buenas noticias para nosotros los Cristianos. Cada parte que compone nuestra naturaleza pecaminosa sirve para obstruir que reposemos en la Persona de Dios. Toda nuestra naturaleza pecaminosa debe ser eliminada. Y será eliminada, parte por parte, si somos fieles en confesar nuestros pecados y en alejarnos de ellos.

Satanás está bajo la impresión de que tiene el derecho de habitar nuestro cuerpo. ¿Vamos a tolerar esto cuando Jesucristo está listo para eliminar a Satanás de nuestro cuerpo?

Nuestro peor problema es nuestra voluntad propia. Hasta que estemos listos para sacrificar nuestro derecho de ser nosotros mismos para que podamos ser uno con Cristo en Dios, no podemos avanzar hacia el reposo de Dios.

Solo existe una voluntad legítima en el universo, la voluntad de Dios. El Reino de Dios es que se haga la voluntad de Dios sobre la tierra. Nosotros debemos rendir completamente nuestra voluntad a Dios para que Él pueda reinar con supremacía en nuestra personalidad.

Cualquier rastro de mundanería, de lujuria, o de voluntad propia evitará que seamos hechos a la imagen de Cristo y que estemos en reposo tranquilo en la Persona y voluntad de Dios.

La formación de Cristo en nosotros.

Cuando nos acercamos a Cristo por primera vez, una parte de Cristo es concebida en nosotros. Es una semilla sobrenatural. Crecerá a la imagen de Cristo si la cuidamos.

Dependerá de nuestra naturaleza de Adán el que se proteja fielmente de tal manera que sea puesta a morir y que Cristo viva en su lugar. Esto significa vivir una vida Cristiana disciplinada, incluyendo negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz, y seguir al Señor diariamente.

Tenemos oportunidades diarias para alejarnos de nuestra naturaleza pecaminosa y hacer la voluntad de Cristo. Cada vez que hacemos esto, Cristo se vuelve más fuerte en nosotros. Y así sin darnos cuenta, estamos siendo alimentados en el reino espiritual con Su cuerpo y Su sangre. Nos volvemos una parte integral de Él.

Así es como el “reloj” es formado en nosotros.

Ser llenados con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Nuestra meta es ser llenados con la Plenitud del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El que ellos moren en nosotros es una de las áreas más importantes de nuestra tierra prometida.

Una vez que el “reloj” haya sido formado, la señal vendrá de Dios. Realmente mostraremos en nosotros al Señor Jesucristo, que es lo que todo Cristiano verdadero desea. La gente se acerca a Dios cuando nosotros nos volvemos árboles de vida. De esta manera ganamos almas.

En la personalidad de cada ser humano ha sido constituida una habitación que tiene un trono. Cuando el ser humano está sentado sobre ese trono, en poco tiempo Satanás está compartiendo ese trono con él. Satanás quiere que cada uno de nosotros estemos llenos con nuestra propia voluntad, ya que entonces él tiene acceso a nosotros.

Satanás luchará furiosamente en contra de nuestro deseo de ser llenados con la plenitud de Dios; sin embargo, nunca encontraremos el cumplimiento de lo que estamos buscando hasta que Dios esté en el trono de nuestra vida.

El Señor Jesús nos dijo que si obedecemos Sus mandamientos, el Padre y Él habitarían en nosotros.

Esta es la razón por la que Satanás ha persuadido a la gente Cristiana de que Dios nos ha dado la gracia, para que no tengamos que obedecer Sus mandamientos. Satanás sabe que mientras no obedezcamos al Señor Jesucristo, el Padre y el Hijo no harán Su morada en nosotros, y Satanás puede seguir morando cómodamente en nosotros.

La Transformación de Nuestro Cuerpo

Aunque uno jamás lo creería, escuchando las predicaciones de hoy en día, la transformación de nuestro cuerpo es el tema central de la redención Divina.

Fue la inmortalidad en el cuerpo lo que se perdió en el Jardín del Edén. Es la inmortalidad en el cuerpo lo que obtenemos por medio del Señor Jesucristo.

Cuando Cristo dijo que de tal manera amó Dios al mundo que dio a Su Hijo unigénito para que no nos perdiéramos sino que tuviéramos vida eterna, Él estaba hablando primordialmente sobre el cuerpo. Es verdad también que por medio de Cristo podemos poseer nuestra alma. Pero el cuerpo es la tercera parte de nuestra personalidad, y una parte muy importante. No somos completamente hombre hasta que hemos recobrado nuestro cuerpo.

Yo no sé cómo sea la vida después de morir, cuando no tengamos cuerpo en qué habitar. Probablemente tengamos alguna forma. Pero nos daremos cuenta, después de morir, que estaremos esperando el Día de la Resurrección, la hora en que recobraremos nuestro cuerpo.

Los ángeles y los demonios no tienen cuerpos físicos. Satanás no tiene un cuerpo físico. La única manera en que Satanás y los demonios pueden disfrutar del mundo físico es por medio del cuerpo de un ser humano.

Satanás considera nuestros cuerpos como su posesión personal, y me temo que nosotros estamos demasiado dispuestos a darle nuestro cuerpo siempre y cuando nuestro espíritu y nuestra alma sean llevados al Cielo en lo que llamamos un “arrebato”, mismo que no se encuentra en las Escrituras. Esta es una actitud de ignorancia. Estamos dispuestos a regalar aquello que sólo le pertenece al hombre; aquello que es el templo de Dios.

Nuestro cuerpo no nos pertenece ya que es el templo de Dios, es la morada de Dios y de Cristo. Debido a esto debemos purificarnos de toda suciedad del cuerpo y del espíritu, perfeccionándonos en santidad en el temor de Dios.

Nuestro cuerpo de carne y hueso será resucitado de los muertos.

No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados. (Juan 5:28,29 NVI)

Cuando el Señor Jesús salió de la cueva de José de Arimatea Él estaba revestido con un cuerpo de carne y hueso.

Cuando nosotros salgamos de la tumba estaremos revestidos con un cuerpo de carne y hueso.

Lo que sucede después de esto es de suma importancia. Los que han practicado el bien resucitarán para vivir en vida eterna en la Presencia de Dios. Los que han practicado el mal serán juzgados, condenados, castigados, y destruidos.

Hoy en día enseñamos que el aceptar a Cristo significa que sin importar si practicamos el bien o el mal resucitaremos a la vida eterna. Esto no es verdad. Es como dijo el Señor Jesús: los que han practicado el bien resucitarán a la vida eterna; los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados.

Una de las verdades del Cristianismo que necesitamos comprender es que la manera en que estamos viviendo hoy está determinando lo que recibiremos cuando nuestro cuerpo de carne y hueso sea resucitado de donde está enterrado.

Seremos revestidos con nuestras acciones. Si hemos sembrado para nuestra naturaleza pecaminosa, nuestro cuerpo de carne y hueso será revestido con nuestra naturaleza pecaminosa en el Día de la Resurrección. Si hemos sembrado al Espíritu Santo, viviendo en comunión con Él, entonces nuestro cuerpo de carne y hueso será revestido con vida eterna en el Día de la Resurrección.

Revestidos con una casa del Cielo.

El que nuestro cuerpo resucitado de carne y hueso sea revestido con vida de resurrección incorruptible es un aspecto importante de nuestra tierra prometida. Satanás hará todo lo que esté a su disposición para evitar que tú y yo seamos revestidos con un cuerpo de vida eterna. Su plan es mantenernos viviendo en nuestra naturaleza pecaminosa para que cosechemos destrucción en el Día de la Resurrección.

Conforme sembramos nuestro cuerpo actual a la muerte de la cruz, nosotros estamos creando hoy esa ropa, esa casa, ese manto que revestirá nuestro cuerpo.

Si obedecemos las compulsiones de pecar que moran en los miembros de nuestro cuerpo, nuestro manto en el Cielo permanecerá manchado, revelando la corrupción que hay en nuestra personalidad.

Sin embargo, si lavamos nuestro manto en la sangre del Cordero por medio de la confesión de nuestros pecados y de alejarnos de ellos, entonces un manto que brilla con justicia nos estará aguardando ante el Trono de Dios, esperando hasta el día en que el Señor Jesús regrese y nos revista con nuestro cuerpo del Cielo.

Recuerda, nuestro cuerpo es el templo de Dios. Si estamos dispuestos a rechazar el mundo, la lujuria, y nuestra voluntad propia, tendremos el derecho y seremos competentes para recibir la gloriosa casa del Cielo que revestirá nuestro cuerpo de carne y hueso resucitado. Entonces, Dios y Cristo tendrán un maravilloso vehículo nuevo por medio del cual Dios podrá tener comunión con Sus criaturas. Para este propósito hemos sido elegidos desde el comienzo del mundo.

Heredar las Naciones y los Confines de la Tierra

Yo proclamaré el decreto del Señor: “Tú eres mi hijo”, me ha dicho; “hoy mismo te he engendrado. Pídeme, y como herencia te entregaré las naciones; ¡tuyos serán los confines de la tierra!” (Salmos 2:7,8 NVI)

Somos coherederos con el Señor Jesucristo. Por ello, nosotros también heredaremos las naciones y poseeremos los confines de la tierra.

Supongo que la mayoría de nosotros disfrutaría poseer los confines de la tierra, es decir, si es que disfrutamos las cosas que tienen que ver con la naturaleza. Pero quizá no estemos tan seguros de querer heredar las naciones.

Permíteme decirte algo. No existe herencia que se compare con heredar personas. Pero para que esto sea una realidad para ti, Dios debe poner en tu corazón Su amor por ciertas personas: quizá te lo de por cierta raza, cierta nación, cierta ciudad, o por cierto grupo de personas. Una vez que conoces el amor de Dios en Cristo en ti para aquellos a quienes Dios ha escogido darte, ya no dudarás que el regalo más valioso que uno puede recibir, fuera de Dios mismo, es la gente.

Claro que Satanás considera que las naciones le pertenecen a él. Él no las entregará tan fácilmente. Pero los que montarán sobre caballos con el Señor Jesús son llamados, escogidos, y luego probados fieles por medio de las experiencias que prueban cada átomo de su personalidad. Ellos han muerto al mundo, al pecado, y a su voluntad propia. Ellos siguen al Cordero a donde Él vaya ya que en ellos ya no existe mentira o engaño.

Las naciones nunca conocerán la justicia, o el amor, el gozo, y la paz duraderos, hasta que el Señor regrese con Su ejército. Esta es la razón por la que debemos ser sumamente diligentes hoy en día. Si escogemos avanzar hacia Cristo con todas nuestras fuerzas, nosotros, el Señor y otras personas seremos beneficiados sin medida. Pero si elegimos conservar nuestra miserable existencia en este mundo, nosotros, el Señor y otras personas seremos privados sin medida.

La oportunidad que tenemos en esta época de lograr la plenitud de la herencia quizá nunca antes haya estado disponible y quizá nunca vuelva a estarlo nuevamente. Muchos de los que son los últimos en el tiempo serán los primeros en el Reino.

Tenemos toda la eternidad para satisfacer nuestros deseos. Tenemos esta única oportunidad de tomar el Reino. Si no lo hacemos, si seguimos jugando con los juguetes del mundo, permitiendo que Satanás nos guíe, tendremos toda la eternidad para lamentarlo debido a nuestra falta de previsión.

Heredar Todo lo que Dios Haga Nuevo en Cristo

El que estaba sentado en el trono dijo; “¡Yo hago nuevas todas las cosas!” Y añadió: “Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza.” (Apocalipsis 21:5 NVI)
El que salga vencedor heredará todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo. (Apocalipsis 21:7
NVI)

¿Qué es lo que Dios va a hacer “nuevas”? ¡Todas las cosas!

Todo debe ser hecho nuevo en el Señor Jesucristo. Dios tiene la intención de que Cristo sea el Centro y la Circunferencia de toda la creación de Dios.

Habrá un cielo nuevo, y éste reflejará a Cristo.

Habrá una tierra nueva, y ésta reflejará a Cristo.

Habrá una nueva Jerusalén, y ésta reflejará a Cristo.

Habrá naciones de personas salvas que caminarán sobre la tierra nueva, y ellas reflejarán a Cristo.

Cuando Jesús dijo “Todo se ha cumplido,” Él se estaba refiriendo a la primera creación. Es mi opinión personal que la primera creación comenzó cuando Dios por medio de Cristo creó a los ángeles y a las demás criaturas celestiales, y luego el cielo y la tierra físicos.

¿Cuándo comenzó la nueva creación?

Comenzó cuando el Señor resucitó de entre los muertos. Él es el Primero de la nueva creación de Dios.

Cuando nosotros estamos dispuestos a poner nuestra personalidad sobre la cruz con Cristo, contando nuestra vida como “cumplida”, resucitamos, en el agua del bautismo, a la vida nueva en Cristo. Así nos volvemos parte de la creación nueva.

Existirá la Era del Reinado de los mil años. No hay duda de que muchos en ese tiempo serán hechos nuevos en Cristo.

Finalmente, la tierra y el cielo que ahora conocemos huirán de la faz de Cristo. Los muertos serán resucitados y llevados ante Cristo y Sus santos en el reino espiritual. Aquellos cuyos nombres estén escritos en el Libro de la Vida serán llevados a la vida sobre la tierra nueva. De alguna manera ellos también serán hechos nuevos en Cristo.

Y quizá sea verdad que de alguna manera, pero diferente a los seres humanos, todos los ángeles y demás criaturas serán hechas nuevas en Cristo.

Ya que toda la creación debe reflejar al Señor Jesucristo. Dios está haciendo todas las cosas nuevas, y comenzó con Su Hijo conforme salió de la cueva hace dos mil años.

Satanás intentará desesperadamente evitar que se cumpla cualquier parte de la promesa Divina. Pero el Padre lo ha declarado, y nadie puede resistir al Padre.

Dependerá de ti y de mi el que avancemos hacia delante, en nuestra época, ya que Dios está listo para avanzar del programa de supervivencia al programa de atacar al enemigo que ha mantenido a Su creación en las tinieblas del pecado, la rebelión y la muerte.

Conclusión

Moisés les contestó: Si están dispuestos a hacerlo así, tomen las armas y marchen al combate. Crucen con sus armas el Jordán, y con la ayuda del SEÑOR luchen hasta que él haya quitado del camino a sus enemigos. Cuando a su paso el SEÑOR haya sometido la tierra, entonces podrán ustedes regresar a casa, pues habrán cumplido con su deber hacia el SEÑOR y hacia Israel. Y con la aprobación del SEÑOR esta tierra será de ustedes. Pero si se niegan, estarán pecando contra el SEÑOR. Y pueden estar seguros de que no escaparán de su pecado. (Números 32:20-23 NVI)

Rubén, Gad y media tribu de Manasés estaban acampados con el resto de los Israelitas, al este del Río Jordán, alistándose para cruzar el Jordán y atacar a Jericó.

Las dos y media tribus tenían mucho ganado, y la llanura de Moab parecía ser un buen lugar para que ellos establecieran sus ranchos. Así que le preguntaron a Moisés si ellos podían construir ahí sus casas y que esa tierra fuera su tierra prometida.

Esta parece ser una petición razonable, pero Moisés estaba furioso. ¿Por qué?

Moisés estaba furioso porque temía que Dios se enojara con los Israelitas, pensando que no estaban dispuestos a entrar a la tierra que Dios les había prometido.

Es aparente que estas dos y media tribus no tenían sentido de Dios. No les importaba Dios, sólo sus posesiones materiales.

Cómo se asemeja esto a lo que está sucediendo hoy en día. Cuantos de los Cristianos mayores han sido salvos, llenos con el Espíritu, y ahora están listos para gastar su tiempo viajando o asando chuletas (me estoy refiriendo ahora a Cristianos Norteamericanos).

No les gusta la idea de que no pueden simplemente olvidar todas sus responsabilidades espirituales y sólo esperar hasta ir al Cielo.

No hay nada malo con trabajar hasta que tengas sesenta y cinco años y luego jubilarte de tu trabajo. Pero no puedes jubilarte del llamado de Dios. Las corrientes espirituales son tan poderosas que serás forzado a regresar a tu naturaleza pecaminosa.

Mientras los Norteamericanos estamos preocupados con la obesidad, existen personas en Afganistán y en otros países que se encuentran resguardados en cuevas con muy poco alimento, sin suficiente ropa, y sin ningún servicio médico.

En lo que le concierne al resto del mundo, la pobreza, el soborno, la violación, el asesinato, el robo, el aborto, la homosexualidad, y todos los demás desastres y perversiones continuarán hasta que el Señor regrese con Sus gobernantes y establezcan Su Reino.

Ahora nos encontramos en las etapas iniciales del Reino de Dios, preparándonos para pelear para entrar a la tierra prometida. De entre nuestros rangos, algunos gobernantes serán escogidos como lo suficientemente competentes para regresar con Jesucristo para eliminar a Satanás y todas sus obras de la tierra. Estas son las Buenas Nuevas de la venida del Reino de Dios.

Luego la justicia, la rectitud, la paz, el amor y el gozo serán traídos a las naciones sobre la tierra.

¿Acaso debemos descansar ahora que hemos sido salvos y llenos con el Espíritu de Dios, y no avanzar hacia la redención de la humanidad? ¿No se enojará terriblemente Dios con nosotros debido a nuestro egoísmo?

Sí se enojará.

Ahora es el momento de tomar el Reino. Ahora es el momento de prepararnos para cruzar el Río Jordán, hablando simbólicamente de la muerte a nosotros mismos que debemos experimentar si queremos hacer la voluntad perfecta de Dios.

Heredaremos las riquezas de Dios si seguimos al Señor Jesucristo hacia la batalla de las eras.

Pero si no lo hacemos, si nos ponemos a descansar y a esperar hasta morir para ir al Cielo, podemos estar seguros de que nuestro pecado nos encontrará.

(“De Sobrevivir a Atacar Al Enemigo”, 4325-1)

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